La reflexión sobre una monotonía insoportable

... Y sin embargo esa monotonía es uno de los principales rasgos de la vida española durante el último siglo y medio. Así lo expresa Paul Preston en su último ensayo, tan extenso como accesible, repleto de datos no por conocidos carentes de importancia, obvio en sus ausencias como buena parte de su obra, pero en líneas generales ameno y valioso para quienes se niegan a comulgar con las ruedas de molino de esa memoria histórica “capada” e institucional suya , uso oportunista del término que no es sino otro de los trucos de trilero con el que pretenden hacernos ver que los progres en el poder son un redentor regalo del cielo.

Porque el uso torticero del entramado legal de que se dotan las oligarquías financieras y terratenientes españolas para encajar en esa quimera del "estado de derecho" es nuestro pan de cada día. Y la cosa no pasaría a mayores si no fuera porque todo cuanto hacen estos señoritos viene acompañado de su afán por convencernos de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, aunque para ello haya que recurrir al palo y la zanahoria o, cuando la ocasión lo requiere, directamente al palo.

Así se escribe la Historia desde la Restauración Borbónica hasta los días del rey exiliado y la democracia de campanillas. Sin prisa pero sin pausa, Preston expone el mecanismo de la corrupción y sus resultados a largo plazo. Una corrupción que alcanza a todas las clases sociales, pero cuyos principales y nocivos efectos recaen sobre todo en la clase trabajadora... Y lo peor es que, tal como demuestran los hechos, incluso entre quienes dicen pertenecer a nuestra clase, abundan traidores puros y duros como el anarquista Cipriano Mera y trepas profesionales como aquellos izquierdistas vociferantes de los 60' y los 70' hoy asentados en el gran negocio de la socialdemocracia española. Enfada su lectura, sí, pero entretiene y aunque precisa de no poca profundización nos mantiene alerta.

Juan Mas

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