En estos días el aparato de agitación y propaganda de la monarquía de los Borbones nos anda vendiendo la edulcorada imagen de “la cadete Borbón Ortíz”. Con uniforme militar, la niña acompañada de sus papás entra a hacer el cuartel.

El ejército español, vinculado a la monarquía de los Borbones, es una institución rancia, patriotera, misógina y marcada por el fanatismo religioso, que juega un papel estructural determinante en el ejercicio de la violencia necesaria para mantener el actual sistema de dominación de la esclavitud asalariada. Como elemento de la superestructura del Estado está marcado por un fuerte componente ideológico, construido ad hoc, sobre un manipulado sustrato histórico. Los últimos de Filipinas, la resistencia a los franceses, ¡A mi la Legión!, y, cómo no, la unidad de la patria.

La desacreditada monarquía de los Borbones trata de sacar tajada de cualquier cosa y, en esta ocasión, la imagen adolescente de Leonor vestida de militar les ha parecido una buena ocasión para hacer resurgir los más rancios valores patrios. Pues se quiere dar la imagen de “la futura reina de España” sirviendo en el ejército como cualquier hija de vecina, como si aquí no existieran clases sociales y todas somos iguales. 

Esa descarada manipulación, que seguramente ocupará grandes espacios en las llamadas revistas del corazón, no puede impedir que desde un juicio ajeno a la alienación de masas traiga al presente lo que los hijos e hijas de la clase obrera tienen que pasar en ese ejército español, al que nuestra juventud se incorpora por hambre y no por ningún tipo de compromiso con la defensa de la patria o pamplinas similares. Pero la cadete Borbón Ortíz no tendrá que soportar los riesgos que asumen los hijos del pueblo.

Podríamos preguntarle a la cadete si le suena de algo el nombre de Gámez Chinea. La respuesta, sin dudas, será: No sé. Porque Gámez Chinea era un joven de la isla de La Gomera que, con apenas veinte años, se incorporó a la Legión y fue enviado a Bosnia, desertó y fue encontrado muerto días después, con un tiro en la nuca. El informe oficial mintió, como tantas veces, y dijo que se había suicidado con su cetme. Se trataba de ocultar así un crimen de Estado. Leonor no tiene ningún riesgo de que le ocurra algo así. En primer lugar porque ella no tendrá que soportar la violencia de los embrutecidos mandos de la Legión, y en segundo lugar porque a ningún sicario se le ocurriría dispararle en la nuca a la hija del Rey. Pero ella se beneficiará en su operación de propaganda de la imagen forjada con el sufrimiento de quienes no tienen su privilegiada posición, y les arrancaron la vida.

También se le podría preguntar a la cadete por el nombre de muchas mujeres. Todas aquellas que han sufrido en las filas del viril ejército español violaciones, manoseos, insultos y malos tratos, por su simple condición de mujer. Los tribunales militares, siempre impregnados de un rancio integrismo patriotero y religioso, hacen caso omiso de cualquier denuncia de estos hechos, y las mujeres pasan por nuevas humillaciones y desprecios, cuando tienen el valor de denunciarlos. Pero Leonor tampoco tiene ningún riesgo de verse envuelta en una situación similar, pues es la hija del Rey, y dentro del cuartel tendrá sus refinadas cuidadoras que le garantizarán su seguridad personal.

Entonces, que se tenga el descaro de hacer la comedia de que la Borbón Ortíz se va a formar como un soldado cualquiera, resulta indignante, porque esa comedia se monta sobre las muertes y sobre los sufrimientos de los hijos e hijas de la clase obrera a quienes se incorpora al ejército como carne de cañón, para mantener la acumulación capitalista y su dictadura de clase, colocando como clave de bóveda de ese sistema bárbaro a la monarquía de los Borbones.

Así Leonor sigue la estela de su regia familia, y con esta operación, y siempre a costa de los sufrimientos del pueblo, solo busca legitimarse como la futura reina de España, que fue al cuartel como cualquier otra persona de este país.

La monarquía siempre bebe de la sangre del pueblo para perpetuarse en el poder. Ayer con los asesinatos de Francisco Franco, y hoy con la monarquía parlamentaria gestionada por sus capataces socialdemócratas que mantienen a este país en las filas sanguinarias de la OTAN.

C. Suárez

 

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