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Supongo que a muchos les ocurrirá como a mí. La primera vez que oí esto de la King’s League, me imaginé al Campechano con una liga de la Corina en la frente a modo de trofeo, pero no, es aún peor. Incluso dudé si hacer el artículo por no darle una publicidad que no merece.

Viejas glorias del fútbol, que dan muestras de no haber sufrido para llegar a estrellas, se inventan otro espectáculo (nada espectacular) con la excusa del fútbol. Algo así como la final de la Supercopa (sigo pensando en la liga de la Corina) en Arabia Saudita.

En fin, se ve que al Piqué (al que recuerdo respetar cuando fue una revelación como central) los matrimonios y los videojuegos no le van bien para el cebollo. Se ve que el señorito no piensa en todos los niños que no tienen campos de fútbol donde jugar, en los desahuciados de los barrios pobres de las grandes ciudades o de ese continente africano que se muere por jugar o se muere por vivir, porque se está despertando y esperemos que el contrapeso de China y Rusia acabe expulsando a mamarrachos colonialistas tales.

Fruto de ese engendro mental, que tampoco es que varíe mucho de la FIFA y sus organizaciones, pero al menos esos tienen tradición, sería esa Liga de Reyes, que la debe haber puesto en inglés para que no se confunda con la de la dichosa Corina…

El engendro no hay por dónde cogerlo: una serie de clubs creados por antiguos futbolistas juegan una liga en formato fútbol 7, pero sin ninguna atadura social o moral, desde publicidad de cerveza hasta engañosa, pasando por infojobs y otros patrocinadores, bien seguros del triunfo de esa competición de entretenimiento digital. Así lo definen, porque realmente fútbol hay poco. Resulta grotesco ver a jugadores haciendo el paripé y de repente se para el partido porque el entrenador (vaya conjunto de amigotes y amiguetes) pide la carta del penalti. Como lo oyen, no es que hayan consultado el VAR, es que se puede pedir una carta de penalti.

No he sido capaz de ver más de 10 minutos, entre los comentaristas, la publicidad y la estupidez continua, uno solo espera ver si se desnuda algún/-a futbolista, porque no se llega a entender nada. No parece que quieran sustituir la liga de fútbol, sino crear un entretenimiento digital que ahí se genera mucho dinero y es más fácil de escaquearlo de la hacienda pública. ¡Qué daño ha hecho la PlayStation!

En resumen, los dueños de los 12 equipos, que supongo que habrán llegado ahí por méritos propios (Emérito, la liga de Corina, oiga que es mucho más divertido que esta basura), vienen del periodismo, streamers y exjugadores de futbol, en una ligazón cuyo único objetivo es generar dinero a través de la publicidad en internet y suponemos que la evasión y elusión de impuestos. De hecho los partidos se retransmiten por una plataforma digital en la que hay millones de seguidores… dicen… porque creado el mundo digital, ese metaverso en el que nos quieren a todos, estos “personajillos están entre los más influyentes del mundo”, según la Revista Forbes.

Qué lejos queda la idea del fútbol como deporte de colaboración (es verdad que también el espectáculo de la FIFA está lejos), de esfuerzo físico, de táctica y estrategia, de superación y aglutinador de físicos de todo tipo. Qué lejos aquellos futbolistas que haciendo gala de visión de juego y habilidad no tenían que mostrar los abdominales para demostrar que sabían jugar.

Y esto, da asco, mucho asco. Ver a esos personajes tan influyentes y pensar que hay millones que lo siguen, hunden la palabra deporte y hunden la salud unida al deporte, porque salvando a los ex futbolistas, el resto se ha pasado la vida comentando video juegos y con pocas o ninguna luz mental. Ese es el mundo que el neocapital está creando, el mundo virtual donde todo es posible, desde anuncios de alcohol, hasta interacción en vivo.

Esto no es fútbol, no es deporte, es el Gran Hermano o si lo prefieren por hacerlo virtual, el Facebook de los payasos.

Mejor recordar las palabras de Fidel sobre el fútbol: “El fútbol me ayudó a tener voluntad, a ejercer mi capacidad de resistencia física, me produjo placer, satisfacción, espíritu de lucha y competencia”

Métanse por donde les quepa el comodín del público.

Juan Luis Corbacho

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