El 30 de Marzo de 1976 el pueblo palestino llamó a la huelga general para protestar por el constante robo de su tierra. El gobierno sionista se apropiaba ilegalmente de 21 000 dunums de suelo (un dunam equivale a mil metros cuadrados) y el pueblo palestino, que había sido un pueblo agricultor, era despojado de la tierra que sembraba, obligado por la fuerza a abandonar sus casas y sus tierras, a exiliarse.

El pasado 20 de Febrero, el Consejo de Seguridad de la ONU, preocupado por una nueva condena contra los asentamientos ilegales en Palestina, ha cedido a la presión del gobierno de EE. UU. para que esa condena se convierta en una resolución que censura los asentamientos, dejando para el próximo agosto la revisión de la condena. Para el sionismo no vale la tibieza de la ONU y anuncia nuevos asentamientos, aplicando el reglamento jurídico dual para discriminar a los palestinos que deciden quedarse. Así, mientras la ONU mira para otro lado, el tiempo es utilizado por el sionismo para avanzar en el genocidio contra el pueblo palestino, ocupar sus tierras, arrancar sus olivos.

El 20 de Febrero se cifraban en 47 los asesinatos de palestinos, cometidos por el ejército sionista en lo que va de año, la violencia se ejerce sobre toda la población, numerosos niños detenidos, incluso en las escuelas, van a parar a las cárceles. Según un informe publicado por el Centro de Estudios de los Prisioneros Palestinos, en el año 2022 alrededor de 7 000 palestinos fueron detenidos, incluidas 164 mujeres y niñas, en total 865 menores de edad fueron arrestados.  

Entretanto, no faltan proyectos de empresas que ayudan a reconocer a un Estado que no existe. Recientemente dos empresas españolas, CAF y GMV, han sido reconocidas en un proyecto de construcción de un tren en Jerusalén, con paradas en colonias ilegales, incluso en territorio de Palestina reconocido por parte de España y otras instancias internacionales, proyecto que ha sido demandado por el Comité de Solidaridad con la Causa Árabe denunciando la normalización del robo de la tierra.

El paso del tiempo cumple su objetivo de alargar cualquier medida internacional contra un Estado ocupante, que cada día, marca nuevas fronteras con la sangre de los palestinos asesinados.

No faltan datos de organizaciones independientes que ratifican la violencia contra el pueblo palestino. Según el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UN-RWA), el 80 % de los refugiados palestinos sufren de pobreza,  casi la mitad de los niños palestinos no asisten a la escuela en Gaza,  con síntomas de trauma y consecuencias para toda su vida. Desde la ONU se han dictado cientos de resoluciones, que son desafiadas por los representantes sionistas. Son innumerables las personalidades que se han sumado a la condena del robo de la tierra mediante la expansión ilegal, avalando la posición de apartheid denunciada por el relator de la ONU, Ban Ki-Moon; el arzobispo sudafricano Desmond Tutu o la ministra de Asuntos Exteriores Sudafricana Naledi Pandor. Sin embargo, no hay decisión internacional para acabar con ese genocidio, al sionismo no se le aplican medidas que dañen su economía. Desde el año 1948 el sionismo se estableció en el 78 % de la tierra palestina y comenzó un genocidio que llega a la actualidad, sin rendir cuentas, sin consecuencias, todo lo contrario, el intercambio comercial y las inversiones mutuas garantizan los mercados que el sionismo utiliza para vender los frutos que producen las tierras palestinas.

El pueblo palestino lucha, desde 1948, cada día por recuperar su tierra. La derrota no forma parte de su proyecto, ha sobrevivido a décadas de sufrimiento. La victoria es la única salida, del río al mar Palestina será libre.

Teresa Pantoja

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