Foto tomada de @academiaplay

La Historia no la hace Hollywood ni la redactan sus guionistas por muy ingeniosos que sean. Ejemplos hay y han habido. La Historia la hacen y la escriben los pueblos con su  lucha y con su sangre, y a ellos debieran revertir todos los vítores y honores. ¡Así de claro! Lo demás, las elucubraciones y masturbaciones intelectuales de la burguesía en sus estúpidos y embrutecedores medios de comunicación, es marear la perdiz hasta aturdirla para sembrar dudas en los pueblos del mundo capitalista e intentar hurtarles su potencial capacidad revolucionaria ocultando, negando o tergiversando lo que es incuestionable y evidente en los hechos. Y eso es lo que ha ocurrido hace unas semanas con la celebración en Moscú del 80 aniversario de la gloriosa victoria del pueblo soviético y de su Ejército Rojo sobre los invasores nazis y sus aliados del Eje en la heroica Batalla de Stalingrado (23 de agosto 1942 – 2 de febrero 1943). Aquel Stalingrado al que el inmortal poeta comunista (¡Sí, sí, comunista!) Pablo Neruda cantó conmocionado en su magistral y estremecedor poema “Nuevo canto de amor a Stalingrado”: “Los que España quemaron y rompieron / dejando el corazón encadenado / de esa madre de encinos y guerreros, / se pudren a tus pies, Stalingrado”.

Legendaria batalla

Una batalla que cambió radicalmente el curso de la cruenta Segunda Guerra Mundial (70 millones de víctimas mortales entre 1939 y 1945, 27 millones de ellas soviéticas) al demostrar,

convencidos de alcanzar la victoria, que quien pretende asediar o asaltar la inmensa patria del camarada Uliánov muerde el polvo inexorablemente; como así sucedió también durante la invasión del poderoso y temible ejército Napoleónico en 1812. Un ineludible aviso para navegantes respecto a lo que podría ocurrir en el aventurado conflicto bélico ucraniano. Sin embargo aquella legendaria batalla, considerada como la más sangrienta en la historia de la humanidad, con bajas estimadas en más de 2 millones de personas entre militares y civiles soviéticos, y que representó el principio del fin del nazismo en Europa (confirmado definitivamente con la desbandada de la vapuleada Wehrmacht en la batalla de Kursk entre julio y agosto de 1943 y con la ocupación del Reichstag berlinés por el Ejército Rojo el 2 de mayo de 1945) no ha merecido en estos días de honor y honra el homenaje de aquellos países (Estados Unidos y Reino Unido) que junto a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) el 2 de agosto de 1945 sellaron solemnemente en la ciudad alemana de Potsdam el fin de la barbarie nazi y el triunfo de la libertad para toda la humanidad. Para ellos y para sus perros falderos (entre estos últimos “el Gobierno más progresista de la historia de España”) el desprecio más rotundo e inequívoco en las páginas honorables de la Historia. Para nosotros/as, comunistas del PCPE, cuando de nuevo los tanques alemanes amenazan a Rusia en medio de una aguda crisis estructural del capitalismo, y el peligro de una hecatombe mundial de terribles consecuencias se hace cada vez más ostensible, reivindicar fieramente aquellos últimos versos del conmovedor poema del poeta y político de Isla Negra: “Guárdame un trozo de violenta espuma, / guárdame un rifle, guárdame un arado, / y que lo pongan en mi sepultura / con una espiga roja de tu estado, / para que sepan, si hay alguna duda, / que he muerto amándote y que me has amado, / y si no he combatido en tu cintura / dejo en tu honor esta granada oscura, / este canto de amor a Stalingrado”.

José L. Quirante 

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