Hemos estado resistiéndonos a traer a esta depravada columna al Papa Francisco por darle un merecido y justo reposo a Su Santidad, que lo de ser Papa no es moco de pavo, pensando que quizás pudiera incomodarle verse retratado en estas modestas páginas sin haber cumplido en la poltrona papal el primer año, pero el Santo Padre lleva a los marxistas en su corazoncito y eso nos ha animado a devolverle la merced.

Seguramente, por el atontamiento que provocan estas cristianas y santas fiestas,  nos ha estremecido saber que el Obispo de Roma ha hablado de nosotros, y nos ha llenado de dicha porque no es frecuente que un representante de Cristo en la tierra nos dedique tan afectuosas palabras.

Su Santidad ha dicho que él no es marxista, lo que nos ha descorazonado un poquito porque nosotros lo teníamos por rojo, rojo, más rojo que el azafrán, y no, según parece, rojo no es, pero en uno de sus amorosos sermones ha manifestado que ha conocido a marxistas buenos, refiriéndose al PCPE, como no puede ser de otra manera.

No me digan que no son de agradecer las certísimas palabras del sucesor de Pedro, del Santo Padre de Roma. Que el Papa se haya estrujado la mitra para lanzar urbi et orbe esa bendición en el 30 aniversario del Partido le hace merecedor de nuestra más abigarrada gratitud.

Por la cosa de la crisis, se nos hace algo embarazoso mandar una delegación a Roma que atraviese los umbrales de la Santa Sede para entregarle un detallito en mano y agradecerle sus palabras in situ como hacen sus adinerados y piadosos devotos pero déjenos a través de estas insignificantes líneas, gratificarle con este recadito.

Mire, Santidad, yo sé que usted es infalible con la boca pero, en esta ocasión, se equivoca. Estos del PCPE hacen maldades muy grandes, son los que andan pidiendo la salida de la UE, el Euro y la OTAN, organizan piquetes de huelguistas, escriben en las paredes Huelga General, quieren que la Iglesia pague impuestos, cantan en las manifestaciones espeluznantes consignas; “El hijo del obrero a la Universidad”, “Aquí están, estos son los que harán la revolución”..., dicen que Cuba es un ejemplo de dignidad, les da por hablar de Reforma Agraria y están empeñados en nacionalizarlo todo, hablan sin descanso de Lenin, del poder obrero y hasta de Dictadura del proletariado, bueno, bueno... ¡cosas horrendas!

Por eso, Ilustrísima Eminencia, sin ánimo de contradecirle, a mí se me ha metido en la cabeza que cuando usted decía conocer a marxistas buenos, sin poner en duda su infalibilidad, Dios me libre, se refería Su Santidad a los de Centella... Ésos sí que son como santos, ésos son más buenos que el pan, esa gente sí que tiene el cielo ganao...

Beatísimo Padre, yo puedo certificar que los de Centella son otra cosa, ellos son un partido abierto, son los impulsores del PIE, tienen idealizada a Europa, ellos no miran a nadie con recelo, además han hecho muy buenas migas con el 15M, a veces disputan entre ellos pero son democráticos y tienen corrientes de opinión (no como los otros que son monolíticos, graníticos, férreos)  son optimistas, ven en CCOO el embrión del sindicalismo de clase pero sobre todo, son acomodaticios, saben convivir pacíficamente en el capitalismo,  hasta el punto, Santidad, de haber logrado formular que la izquierda transformadora acoge a todas las clases sociales, sin importar su ideología...
¿Conoce su Santidad ejemplo de filantropía más magnánimo? ¿No me diga que éstos no merecen una canonización por vía de urgencia?

Eminentísimo Padre, nosotros también le queremos pero son testigos cuantos nos leen de que le hemos avisado...   

Telva Mieres

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