Entre el 16 y el 18 de Septiembre de 1982 se perpetró la masacre de los campos de Sabra y Shatila. El ejército de Israel había invadido el Líbano y ocupaba Beirut, las tropas de la OLP fueron evacuadas y los campos de refugiados, compuestos en su mayoría por mujeres, niños y ancianos, pasaban a ser de las Naciones Unidas y se quedaban bajo la responsabilidad de Israel.
Los campamentos se iluminaron por la noche con las bengalas que lanzaba el ejército sionista facilitando la incursión de bandas criminales que llevaron a cabo la matanza. Tres mil palestinos fueron asesinados en dos días. Después de asesinar, derrumbaban las viviendas para esconder los cadáveres. Este crimen fue reconocido como un acto de genocidio por parte de la Asamblea de Naciones Unidas en su resolución 37/123, y a pesar de eso , nunca se ha dictado un embargo ni ninguna medida económica o política contra el gobierno de Israel.
Después de 40 años, el genocidio continúa, ya sea a través de operaciones militares en las que asesinan a decenas o centenas de palestinos, o de forma individual en un constante goteo de sangre derramada en la tierra Palestina.
En este mes de septiembre, el día 7, en la región de Tubas, al noroeste de la Cisjordania ocupada, Younis Ghasan de 21 años fue asesinado con una bala en el corazón, convirtiéndose en la sexta víctima en solo una semana. Días después, el pasado 15 de septiembre, en el norte de Jenin, el ejército sionista asesinó de un disparo en la cabeza a Odai Salah de 17 años. Los jóvenes palestinos son el objetivo prioritario del sionismo. El gobierno de Israel utiliza diferentes formas para cumplir su misión de eliminar al pueblo palestino. Este mes también han fallecido dos personas, un niño de 10 años y una mujer de 37, que no fueron autorizadas para recibir tratamiento fuera de la cárcel más grande del mundo, llamada Cisjordania.
En los últimos cinco meses más de 90 palestinos han sido asesinados, el año 2022 camina a convertirse en el más letal de los últimos años.
A pesar de que la alta comisionada interina de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha denunciado el alarmante aumento de víctimas palestinas en asaltos militares de Israel en territorios ocupados, incluidos niños, solicitando se abra una investigación, ninguna instancia internacional ha tomado medidas para proteger a civiles. El gobierno sionista nunca ha respondido por sus crímenes, el imperialismo americano y sus aliados silencian el genocidio de un pueblo que resiste con su convicción moral de victoria.
Shireen Abu Akleh tenía ciudadanía estadounidense y, con el objetivo de callar voces internas que reclamaban explicaciones, el gobierno estadounidense presionó a Israel para que emitiese un informe de los hechos. Para constatar lo que todo el mundo pudo ver en directo, el gobierno de Biden pidió a los palestinos la bala que causó la muerte de Shireen, para luego argumentar que podía ser de un arma israelí, pero que estaba tan dañada que no podían asegurar su procedencia. A pesar de esquivar responsabilidades, una investigación hecha pública sobre el asesinato de la periodista ha obligado a Washington a pedir un informe al gobierno sionista. El primer ministro israelí Naftali Bennett declaró que “las instrucciones para disparar a nuestros soldados serán determinadas por los jefes del ejército israelí, independientemente de cualquier presión interna o externa”, agregando que no van a recibir sermones morales de sus amigos.
Israel además ha afirmado, para que no quepa duda de sus intenciones, que actuará de la misma manera si vuelve a producirse un hecho semejante, una amenaza en toda regla a periodistas que tengan intenciones de informar sobre la verdad en Palestina.
El imperialismo no tiene a Palestina en sus medios de comunicación, los crímenes del ejército israelí no son noticia, nunca un genocidio duró tantos años y fue tan silenciado, pero tiene enfrente a un pueblo desarmado, heroico, que está dispuesto a dar hasta su última gota de sangre por recuperar su tierra ocupada, invadida por el poderoso ejército sionista.
Teresa Pantoja