El 28 de septiembre es el día de acción global por el acceso al aborto legal y seguro. Y es que en pleno 2022, si bien son muchos los avances conseguidos gracias a la lucha de las mujeres, aun queda mucho por luchar.

Y es que mientras en España estamos a la expectativa de como se aplicará la última reforma de ley que afirma garantizar la realización del aborto en centros públicos, la situación en el resto del mundo es bien distinta.

Hemos presenciado los avances en países como Argentina tras muchos años de lucha, mientras en otros como EEUU se retrocede en derechos y se elimina de la constitución el derecho al aborto dejando en manos de los estados la decisión de prohibirlo.

Son muchos los países que a día de hoy prohíben el aborto bajo cualquier circunstancia, desde nuestra vecina Andorra hasta Madagascar, pasando por países como Honduras, el Salvador o República Dominicana. Y muchos más donde la única opción de poder abortar es que la vida de la mujer corra peligro como Palestina, Paraguay o Senegal.

Polonia, la cual ya contaba con una legislación realmente restrictiva en materia de aborto, decretó en 2020 que las malformaciones graves en el feto no eran causa justificada de aborto, dejando como únicas opciones el riesgo de vida de la madre o que el embarazo sea producto de una violación. Y aún en estos casos la realidad es que en la práctica en casi imposible abortar, las únicas mujeres que logran son aquellas con medios económicos para viajar al extranjero o las pocas a las que diferentes asociaciones consiguen costearle el viaje.

Más escandaloso aún el caso de Malta, el único país miembro de la Unión Europea que prohíbe sin excepción el aborto, forzando a miles de mujeres cada año a intentar comprar por internet píldoras abortivas sin ninguna vigilancia médica o forzando a las mujeres a pasar por embarazos no deseados y vivir el resto de su vida con las consecuencias.

Según datos publicados por amnistía internacional el 22 % de las mujeres en edad reproductiva vienen un país que solo contempla el aborto si la vida de la mujer corre peligro y el 23 % en el que solo está permitido por cuestiones sociales o económicas.

Como se viene demostrando año tras año, la prohibición el aborto o no garantizarlo en entidades públicas no reduce el número de abortos, solo aumenta las muertes por abortos clandestinos ya que fuerza a las mujeres obreras sin recursos económicos suficientes a abortar en clínicas clandestinas jugándose la vida.

Según un estudio realizado por Guttmacher Institute casi el 50 % de los abortos realizados en el mundo se dan en condiciones inseguras, constituyendo las complicaciones en estas prácticas las responsables del 13 % de las muertes maternas.

Además de estos casos extremos, en los mejores de los casos, la mujer se sigue enfrentando a un proceso largo y que la cuestiona a cada momento cuando toma la decisión de abortar, se la sigue derivando a clínicas privadas dejándola en situación de vulnerabilidad.

Sin ir más lejos, en Hungría este mes se firmó un nuevo decreto que obligará a toda mujer que quiera abortar, a escuchar el latido del feto antes de tomar la decisión. A pesar de que su ley actual sobre el aborto la mujer puede acceder libremente a este derecho entre las semanas 12 y 24 de gestación se impone esta tutorización por parte del Estado que busca manipular a la mujer y acosarla durante su toma de decisión.

Pero, ¿qué hay detrás de está situación?, ¿qué hay detrás del retroceso de este derecho después de lo conseguido hace décadas?.

El lobby antiabortista internacional conformado por una gran cantidad de entidades antiabortistas de todo el mundo con un gran respaldo económico que llevan por bandera el extremo catolicismo y la ultraderecha.

Niegan a la mujer el derecho más básico, decidir sobre su propio cuerpo y su propia vida, este machismo paternalista que campa y legisla a sus anchas ejerciendo su poder sobre las mujeres del mundo.

En España, bajo los nombres de Hazte oír, Más futuro o el Foro de la familia, se dedican a perseguir acosar a mujeres a las puertas de los centros médicos de abortos, a escrachear esos centros, financiar campañas y presionar al gobierno cómplice para impedir los avances en la garantización de este derecho.

El caso de EEUU es solo un aviso de lo que se viene si el fascismo y sus ideales machistas siguen avanzando, cada vez veremos más reducidos nuestros derechos, cada vez más mujeres obreras jugándose la vida para abortar o criando niños que ni querían ni podían permitirse tener con sus condiciones económicas.

No podemos cerrar los ojos porque parezca que en nuestro entorno cercano se garantiza este derecho, la solidaridad internacionalista entre mujeres es vital para la defensa de nuestras vidas y de nuestros derechos.

Inés

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