El Día del Inventor en Austria se celebra el 9 de noviembre en  honor a Hedwig Eva Maria Kiesler;  seguramente ese nombre no les dice nada, porque es conocida mundialmente como Hedy Lamarr, una actriz que llenó las salas de cine en los años treinta y cuarenta con su belleza y glamour, pero su papel más  importante fue el de inventora. 

Considerada superdotada por sus  profesores, abandonó sus estudios de ingeniería, para dedicarse al arte dramático. Después de varios papeles, en 1932 su valentía al protagonizar la película  del director checo Gustav Machatý, Éxtasis, la llevó al estrellato, fue el primer film en mostrar el rostro de una actriz, completamente desnuda, durante un orgasmo.

Le llovieron censuras y condenas, incluida la del Vaticano. Sus padres, horrorizados, aceptaron que se casara con Fritz Mandl, magnate de la empresa armamentística,  que la sometió a un infierno de celos y control, no podía hacer nada sin su autorización. Retomó la carrera de ingeniería y en las reuniones de trabajo de Mandl, aprovechó para aprender y recopilar información sobre las características de la última tecnología armamentística. Su marido era uno de los hombres más influyentes antes de la Segunda Guerra Mundial, se dedicó a surtir el arsenal de Hitler y Mussolini.

La vigilancia continua llegó a resultarle tan insoportable que decidió huir, llegar a Londres y embarcarse en el trasatlántico Normandie, donde coincidió con el productor Louis B. Mayer que le ofreció trabajo antes de llegar a puerto, durante  ese trayecto cambió su nombre a Hedy Lamarr, en memoria de la actriz del cine mudo Bárbara La Marr.

Afincada en Hollywood, se interesó por los temas de defensa tras el trágico hundimiento de un barco lleno de refugiados torpedeado por los alemanes en 1940, ofreció sus servicios al Gobierno de Estados Unidos, disponía de información privilegiada acerca del armamento alemán.

Ubicada en el departamento de tecnología militar, Hedy se dio cuenta de que las señales de radio que guiaban los torpedos de la armada norteamericana eran muy fáciles de interceptar. Fue entonces cuando elaboró junto con su amigo el compositor George Antheil un sistema de detección de torpedos teledirigidos. Inspirado en un principio musical, este funcionaba con 88 frecuencias,  equivalentes a las teclas del piano. El sistema partía de una idea tan simple como eficaz. Se trataba de transmitir los mensajes u órdenes de mando fraccionándolos en pequeñas partes, cada una de las cuales se transmitiría secuencialmente cambiando de frecuencia cada vez, siguiendo un patrón pseudoaleatorio. De este modo, los tiempos de transmisión en cada frecuencia eran tan cortos y además estaban espaciados de forma tan irregular, que era prácticamente imposible recomponer el mensaje si no se conocía el código de cambio de canales.

Patentaron el “SECRET COMMUNICATION SYSTEM” en 1942, cuando USA ya estaba en guerra. Los militares no supieron apreciar entonces la utilidad del invento que les estaban ofreciendo, hasta que muchos años después,  en 1962, la tecnología de Lamarr se utilizó para interceptar las comunicaciones y el control de los torpedos en  la crisis de los misiles.

Actualmente este método se emplea para los sistemas de posicionamiento por satélite, como el GPS,  muchos sistemas orientados a voz y datos, tanto civiles como militares emplean sistemas de espectro ensanchado (entre ellos todas las tecnologías inalámbricas, como el Wifi o el BlueTooth, se basan en el cambio aleatorio de canal).

Aunque no ingresaron ni un solo centavo por la patente, que caducó sin ser utilizada, no puede discutirse que fue la pionera en esta técnica. Los honores y el reconocimiento tardaron en llegar,  cuando le comunicaron la concesión del Pioner Award en 1997 se quedó imperturbable y comentó escuetamente. “Ya era hora” (it’s about time). Junto a Antheil, recibió el Bulbie Gnass Spirit of Achievement Award, así como una distinción honorífica concedida por el proyecto Milstar. En 1998, la Asociación Austriaca de Inventores y Titulares de Patentes le concedió la medalla Viktor Kaplan y en 1999, el Kunsthalle de Viena organizó un proyecto multimediático de homenaje a la actriz e inventora más singular del siglo XX.

"Cualquier chica puede ser glamurosa. Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida", apuntó irónicamente esta mujer que supo sortear el estereotipo con sofisticación e inteligencia.

Tatiana Delgado

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