La clase obrera, en su lucha contra la patronal por mejorar sus condiciones salariales o derechos laborales, cuando no para mantenerlos, ha de recurrir a formas de presión para, dentro del marco de la negociación colectiva o fuera de él, alcanzar sus objetivos de mejoras. Indudablemente, la mejor forma de presión, aunque no la única, es el recurso de la huelga. La huelga es el momento en que el proletariado toma en sus manos el control de la producción, parándola bien de forma intermitente o de forma indefinida. Durante el tiempo que dura la acción huelguista, es necesario que los trabajadores y trabajadoras se doten de los medios económicos necesarios  para poder mantenerse en la lucha. Y para ello, desde casi el mismo instante en que empiezan a surgir las huelgas, nacieron también las cajas de resistencia; basadas en el apoyo mutuo y en la solidaridad, de modo que venían a servir para mitigar la situación económica de aquellos trabajadores y trabajadoras que se veían perjudicados por su lucha reivindicativa, sobre todo si ésta era de larga duración.

Como hemos dicho, la huelga es uno de los pilares del poder sindical junto a otros repertorios de presión. Las huelgas nos han demostrado una y otra vez que, cuando se hacen de forma indefinida, provocan una fuerte presión sobre la patronal que la obliga a sentarse y negociar las reivindicaciones planeadas por obreros y obreras. Sin presión no hay negociación, y sin una presión potente no hay negociación eficaz que sirva para avanzar en logros sociales y laborales para la clase obrera.

Aunque en la actualidad estamos presenciando un incremento de las huelgas indefinidas, provocadas por el contexto de crisis continuada del sistema capitalista, lo normal es que sean paros parciales o totales de pocos días, que en realidad son más avisos de conflictividad a las empresas que auténticas medidas de presión económica; dado que los trabajadores y trabajadoras han de sopesar muy mucho el aventurarse a una huelga indefinida si no cuentan con un apoyo económico que les ayude a cubrir los salarios que dejan de percibir por estar en huelga.

Como solución, uno de los instrumentos esenciales para poder prolongar en el tiempo las huelgas son las Cajas de Resistencia.

En el estado español, existen organizaciones sindicales que cuentan con cajas de resistencia permanentes, sobre todo en el País Vasco, que aportan de sus propios recursos internos, conforme a reglamentos internos, subsidios de huelga que llegan a cubrir, al menos, el SMI para cada huelguista. Dado que no siempre se está ante huelgas, la aportación continuada supone una capacidad de ahorro que permite afrontar situaciones de lucha puntuales que permiten al colectivo obrero lograr sus reivindicaciones. Por otro lado, también surgen cajas de resistencia ante conflictos que, desbordando el marco de la paz social, se deciden por la huelga indefinida. Estas cajas de resistencia tienen un periodo de actividad igual al del conflicto, desarticulándose cuanto éste concluye o manteniéndose aún por un cierto tiempo, para hacer frente a posibles represalias policiales o judiciales; sirviendo como ejemplo, la caja de resistencia que se creó en Cádiz a raíz de la huelga del metal del mes de noviembre del pasado año.

Para tomar conciencia de la importancia de que la clase obrera cuente con un instrumento financiero, como lo son las cajas de resistencia, que le permita subsistir durante una huelga de carácter indefinido, tomemos en consideración un dato: La gran mayoría de empresas en el estado español son Pymes (un 97%), de las cuales, un 94%, son micro-empresas de menos de 10 trabajadores (las grandes empresas solo ostentan el 0,18% del total de empresas). Pues bien: ¿qué empresa, mediana o pequeña – ya hemos señalado que, en su inmensa mayoría, son empresas con no más de 10 trabajadores –- puede resistir económica y financieramente una huelga total indefinida sin sentarse a negociar y ceder ante las reivindicaciones planteadas por las plantillas?

La experiencia nos demuestra que prácticamente ninguna empresa puede resistir huelgas en las que la clase obrera cuenta con cajas de resistencia adecuadas. Por ello, es fundamental que, desde las distintas organizaciones obreras, sindicatos de clase combativos, CUO, etc., se doten de estos instrumentos de apoyo financiero, con el objetivo de quebrar la resistencia patronal ante las legítimas reivindicaciones que el proletariado plantea para mejorar sus condiciones de vida.

F.J. Ferrer

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