Determinada por la crisis estructural del capitalismo, la realidad viene marcada por crecientes cotas de explotación que se traducen en un incremento galopante de la pobreza. Paro, precariedad y desvalorización de la fuerza de trabajo, unidas a una desbocada inflación, hacen que crezca la exclusión social y que hasta a las familias con trabajo les sea cada vez más difícil llegar a final de mes.

Traducido a la realidad material de la clase trabajadora, esto supone un constante quebradero de cabeza en torno a: sueldos de miseria, incumplimiento de convenios, carestía de la vida (suministros, cesta de la compra), vivienda, movilidad…que objetivamente, y a pesar de la alienación derivada de la pérdida de conciencia en la que se encuentra instalada una gran parte del pueblo trabajador, hace que crezca el descontento de amplios sectores de la población.

En esta situación, el Capital engrasa al fascismo y acrecienta la explotación y la violencia para gestionar su única preocupación que es mantener el ciclo de reproducción ampliada del capital. Hace su tarea, defiende sus intereses de clase.

¿Y la clase trabajadora?

Consecuencia del Pacto Social en el que la sitúa el reformismo político y sindical, se halla inserta en un preocupante proceso de desorganización y desmovilización que afecta a su capacidad de respuesta.

Objetivamente la explotación y la pobreza se siente, tanto la absoluta como la relativa y en relación a los dos factores. Se conoce cuando no te cotizan las horas, no se cumplen los convenios o lo que te separa de la pobreza son 3 nóminas o un pequeño imprevisto que vacía la cuenta que nunca llega a fin de mes con saldo suficiente.

¿Entonces, qué hacer?

Corresponde a los sectores más conscientes de nuestra clase1, propiciar las dinámicas de participación necesaria para que, en un creciente proceso absolutamente dialéctico, la intervención genere un desarrollo de la conciencia de clase que permita objetivar correctamente las razones reales y los responsables inequívocos de la explotación y la pobreza.

En la sección sindical, en la asociación vecinal, en la juvenil o de mujeres, cualquier espacio es una oportunidad para ir propiciando movilización que se transforme en organización y consigna que se eleve a conciencia.

Ese es el proceso que ya venimos repitiendo hace tiempo y que, si analizamos lo que hace la burguesía, aplicando lo que le ha enseñado la Historia, es exactamente eso, pero haciéndolo a su favor, desorientando la dirección de la consigna y colocándola objetivamente en contra de quien la proclama. Es el caso de la pequeña burguesía del transporte o del campo que se moviliza por cientos de miles en contra del “gobierno” y los salarios y se olvida de los monopolios que les condenan a la desaparición. Es también la de los trabajadores que ven al enemigo en su compañera mujer o en el trabajador migrante .

Aprendamos pues a objetivar con claridad la causa y los responsables y, desde ahí, desde esa realidad difícilmente refutable, se abre un espacio de trabajo que si se realiza con constancia, honestidad, flexibilidad e inteligencia política, puede llegar a generar un espacio de masas desde el que empezar a avanzar y crear una experiencia de contrapoder obrero/popular.

La pobreza, la carestía de la vida, la corrupción sistémica, la decadente monarquía que lo roba todo, el gasto militar, los recortes sociales y las privatizaciones, el abandono de los barrios obreros, la desvalorización de la fuerza de trabajo, las pensiones, la doble esclavitud de las mujeres trabajadoras, el cambio climático, la destrucción del entorno natural…todo vale para empezar a analizar la realidad concreta sobre la que se interviene y trazar un proceso de generación de conciencia fundamentado en la propia experiencia de las masas.

Propiciar espacios de participación que dejen un poso de organización para seguir luchando y haciendo crecer la conciencia de clase. Ese es el objetivo y el plan de trabajo en el que cada militante comunista debiera estar encuadrado a través de su célula.



Julio Díaz

 

1 Fundamentalmente a su Vanguardía, el Partido Comunista

 
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