Pilar Eyre Estrada es una reputada periodista barcelonesa que, hasta ahora, lleva 22 libros escritos. Entre otros asuntos, es especialista en indagaciones acerca de la saga de los borbones, más particularmente en torno al emérito afincado hoy en Dubái bajo la lujosa chilaba de su íntimo amigo el jaque Mohamed bin Rashechad Al Maktoum, dueño éste de un harén con 6 guapísimas mujeres. De esta morbosidad la escritora, con su talento escribidor, hace crecer fabulosamente su cuenta corriente.

Nada que decir de esta trabajadora literaria si no fuera porque en una de sus entrevistas, en el Periódico de Catalunya del 27 de marzo último, dejara caer la ponzoña, a pregunta de Elisenda Pons en “másPeriódico”: ¿Hasta intentar entrar en el PSUC? A lo que contestó: “-Hice un cursillo de cuatro horas, tres veces por semana, para entrar como militante. Creo que era la que lo hacía mejor. La gran humillación de mi vida fue que al final me dijeron: No, tú no, camarada Carlota -mi alias-, porque creemos que hay cierta frivolidad en tu comportamiento. Me dio mucha rabia porque ese mismo partido me hacía ir a recaudar dinero para pancartas y espráis con una minifalda muy corta, y al día siguiente que no recogía mucho, el responsable me decía: “Seguro que hoy ibas con pantalones”.

Si eso fuera así alguien de los responsables de ese partido debería disculparse; no obstante, de forma generalizada, categóricamente esta afirmación es absolutamente falsa. Desde 1959, hace de eso 63 años que llegué a Catalunya, soy militante comunista sin dejar ni un solo día de serlo, con responsabilidades políticas en el PSUC (miembro del Cté. Central de éste), en el PCC y en el PCPC al que desde su fundación pertenezco.

Y quisiera aclarar que los comunistas, de cualquier clase que mantenga estos principios, jamás han vejado ni a los hombres ni a las mujeres militantes de base, porque eso ni está en nuestra educación política ni en nuestra ética. Por tanto, esas declaraciones de la señora Eyre no pueden dar lugar a elucubraciones creíbles como condición comunista por más que los medios de comunicación burgueses apunten a ello. Patrañas y bulos de ese calibre, por higiene mental, tienen que ser arrojados al basurero de la historia.

¡Ojo! Esas declaraciones de la señora Eyre no corresponden a la cultura comunista de carácter marxista-leninista. Los comunistas ni creen ni actúan como una secta al son de las campanillas de esta; si lo hacen con conciencia de clase, con sacrificio, tesón y voluntariedad; no por lo que esperan obtener, sino por altruismo y solidaridad para la revolución social. Lo que expresa esta señora, es lo propio de un contexto burgués en tiempos pasados, de cuando sus amigas coetáneas “pijas progresistas”, soñaban románticamente por conocer el color del rabo que el franquismo había colocado a los comunistas

La realidad del mundo trabajador no era esa, la sobriedad de la militancia comunista imponía e impone el respecto mutuo a la igualdad de género, de manera que el hombre y la mujer estén en un mismo plano. Por otro lado, había donantes voluntarios y voluntarias pudientes por la recogida de fondos para el trabajo revolucionario del partido. Pero de donde realmente se nutrían esos fondos eran de las aportaciones de toda la militancia consciente; de la cuota, de las jornadas rojas, de los trabajos extras planteados en las células, en las fábricas con los trabajadores, en los barrios, en los centros de estudio, en las oficinas y en los despachos profesionales. Y la mujer trabajadora desde estos lugares y de sus hogares, que cantaban en primera fila: “Cuando querrá dios del cielo que la tortilla se cambie, que los pobres coman pan y los ricos otra cosa, cuya frase no la digo para no ensuciarme.

Miguel Guerrero Sánchez

uyl_logo40a.png