¿Qué son las ligas populares?

El ocio en los barrios y pueblos es una gran carencia, a nadie debería de sorprender esta afirmación, especialmente agudizada cuando las pocas opciones que encontramos se presentan o bien altamente mercantilizadas (gimnasios, salas de cine, salas de baile o bares -como espacios de encuentro-) o se encuentran secuestradas en manos de federaciones privadas, como es el caso de las ligas deportivas autonómicas o municipales que pese a recibir financiación pública, cuestan a las deportistas cientos o miles de euros al año solo la inscripción anual para participar. Al margen del concepto de ocio dejamos las casas de apuestas y similares, pues no son ocio, son una estafa -cuestión que nunca está de más recordar-.

Ante esto, en algunas ciudades han surgido las ligas populares o ligas cooperativas, algunas con volúmenes de participación muy elevados, como es el caso de la Liga Cooperativa de Baloncesto de Madrid que en algunas ediciones ha agrupado a cerca de 60 equipos o, lo que es lo mismo, cerca de mil jugadores y jugadoras.

Estas ligas se caracterizan por una cualidad fundamental: son ligas autogestionadas por los propios equipos que en ella compiten. Por tanto son ligas libres de instituciones estatales, de la especulación y de la gestión inhumana de las federaciones. Por si esto fuera poco son completamente gratuitas y libres de participación a quien quiera unirse a ellas.

¿Cómo se organizan las ligas cooperativas?

En nuestra sociedad en la que vivimos, la capitalista, en la que casi la totalidad de cosas que se quieran disfrutar han de estar mediadas por el dinero, resulta difícil de imaginar un contexto en el que algo pueda ser gratuito. Pues bien, estas ligas son posibles gracias a un principio bien sencillo: las cosas son posibles con organización, trabajo y responsabilidad conjunta para llevarlas a cabo.

Son diferentes las formas posibles de organización que estas ligas tienen, pero todas suelen oscilar entorno a puntos comunes. En primer lugar, las ligas populares son asamblearias, esto quiere decir que las decisiones sobre el funcionamiento de la misma son decididas colectivamente.

Las asambleas ocurren con una regularidad acordada al inicio de la liga. En ellas se debate y  aprueba el sistema de competición, el calendario de juego -los equipos acuerdan la fecha y hora de sus partidos, no lo decide un gestor de la federación que no conoce las particularidades de los equipos-, las reglas de juego, las normas de participación en la liga para los equipos participantes -normalmente se pide acudir una representación del equipo a las asambleas y cumplir con las tareas que se encargan al equipo-. Por último las asambleas también reparten unas tareas entre los equipos que deben de ser cumplidas.

El terreno de juego también se elige, generalmente, pactado entre ambos equipos, siendo en la amplia mayoría de casos, el terreno de juego usado, las múltiples canchas que hay en los parques de nuestras ciudades. Así, es que en muchas ocasiones son las propias comisiones de trabajo de las ligas quienes se encargan de mantener estas instalaciones en un estado adecuado para su uso cuando el ayuntamiento correspondiente no lo hace.

Con esto funcionando, solo queda jugar y disfrutar de una manera popular del deporte.

¿Qué podemos aprender de esto la militancia comunista?

Una de los principios fundamentales por el que las y los comunistas nos movemos, es el defender que es posible una sociedad que supere la dictadura de la voluntad del capital para que las cosas existan y sea posible acceder a ellas (lo que se suele traducir popularmente como si algo no da dinero no existe).

Bien, pues estas ligas demuestran que la organización y el trabajo sirve para construir realidades alternativas en nuestras calles. Si somos capaces de construir una liga plenamente funcional donde, sin la mediación del capital privado ni en manos estatales, podemos practicar un deporte, es fácil que personas al margen de la política entiendan que otro mundo es posible. Un mundo donde la sanidad, las telecomunicaciones o el abastecimiento de materias primas en los supermercados no dependa de que un pequeño puñado de accionistas y ejecutivos, por el simple hecho de tener el dinero, decidan por nosotras qué y cómo tenemos que consumir o qué servicios podemos disfrutar.

Estas ligas demuestran que la organización sirve y transforma, así como ayuda a transmitir ese mensaje entre las masas populares.

Este mismo principio puede aplicarse para organizar eventos deportivos, culturales o de cualquier tipo que nos queramos imaginar. Al margen del deporte, encontramos ejemplos vivos en la actualidad tremendamente interesantes, como las batallas de improvisación de rap en las que se agrupan cientos de jóvenes los fines de semana, en algunos parques de nuestras ciudades y de donde han salido estrellas internacionales de la música como Sara Socas.

Las posibilidades de crear espacios populares, organizados y creados por y para quienes los usan son numerosas. Así por ejemplo, editoriales literarias de personas que quieran escribir al margen de los caprichos y el elitismo de las revistas privadas. Giras de recitales y conciertos o pequeñas exposiciones de arte, son algunos ejemplos adicionales de necesidades de ocio reales entre las capas populares, en las que hoy podríamos demostrar que con organización podemos crear lo que el sistema no nos proporciona.

Estos son espacios en los que conseguir implicar a parte de los sectores populares en la lucha política. Si somos capaces de organizar una liga con nuestras propias herramientas, somos también capaces de parar el desahucio de nuestra vecina, de crear las estructuras sindicales en el puesto de trabajo que confronten los ataques de la empresa. O yendo a un nivel de la lucha revolucionaria, de tomar los medios de producción y expulsar de ellos a los parásitos que los controlan y rigen nuestras vidas.

Si queremos llegar a que la clase trabajadora entienda que el socialismo, como sociedad en la que la clase obrera toma en sus propias manos el destino de sus vidas, antes es necesario hacer avanzar la conciencia poco a poco de que esto es posible. Estas pequeñas acciones son una muestra excelente de ello.

La implicación en la vida política empieza por entender que esta es, en primer lugar útil, y luego, necesaria.

Julio Hernández

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