De las estadísticas de cualquier asesoría fiscal o laboral se puede deducir el número de trabajadores sometidos a embargos de distintos tipos. Más del 20% de la clase trabajadora no cualificada tiene embargos.

De entre los distintos tipos hay uno más sangrante que el resto: Los embargos por multas o sanciones administrativas (de tráfico, pequeñas sanciones por infracciones de otros tipos, etc.) que, además, suelen tener un apéndice que son los recargos por impagos dentro de plazo y/o por otras cuestiones.

La burguesía, a través de los gobiernos de turno, usa a una parte del funcionariado público para exprimir aún más a la clase obrera. Sólo hay que ver el distinto tratamiento que le da a los grandes defraudadores fiscales, a los que en algunos casos les dan amnistías o con quienes negocian las regularizaciones de sus situaciones.

Nada que ver con la clase obrera.  Aquí no hay negociaciones ni amnistías. “Solve et repete” (paga y recurre); pero a veces, la mayor parte de las veces, ni siquiera se reciben las notificaciones en tiempo y forma. La primera noticia que tiene la clase trabajadora es el día que la empresa le comunica que le retienen una parte del salario porque tiene una deuda con los organismos públicos (aunque también hay embargos de entidades privadas; bancos y financieras se ponen las botas, pero no es el objeto de este artículo).

La falta de escrúpulo de algunas administraciones, acuciadas por su falta de ingresos (la Iglesia no paga el IBI, los empresarios eluden el pago de licencias, las grandes fortunas juegan al despiste) les lleva a ser especialmente duros con la clase obrera. No solo somos quienes pagamos nuestros impuestos regularmente, sino que, además, en momentos de crisis, en casos de retrasos nos vemos castigados por numerosos recargos y, finalmente, con el famoso embargo. Si estás trabajando el embargo será salarial, pero si eres autónomo (ese falso empresario o falso trabajador, según los casos) o no tienes trabajo, el embargo llega directamente a la cuenta corriente.

Ante la falta de notificación, la forma de actuar es reclamar continuamente: la administración tiene la obligación de ser eficiente en su trabajo y no se puede permitir que tu “impago” acabe publicado en un diario tan leído en cafés y hogares como el Boletín Oficial de la Provincia, la Comunidad o el Estado.

Ante el ataque de la superestructura del estado solo cabe organizarse y luchar. Solo el pueblo organizado salva al pueblo.

Juan Luis Corbacho

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