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Editorial Noviembre 2021

SIEMPRE OCTUBRE

La única reivindicación plena de Octubre que concebimos es el compromiso militante por construir un Partido identificado con la totalidad de sus valores y objetivos. Un Partido que, desde la realidad de la lucha de clases hoy, actualiza su programa de acción revolucionaria consciente de la responsabilidad histórica de conducir el proceso político hacia el poder de la clase obrera y el Socialismo. Sin dogmas y sin renuncias, simplemente marxista.

Un Partido de Nuevo tipo, que lejos de cualquier concepción metafísica de su existencia, es una herramienta útil para la Revolución por la efectiva capacidad de dirección de masas de su militancia y el certero liderazgo que convierte sus consignas en hitos para la lucha de clases. Sin dogmas y sin renuncias, simplemente leninista.

Cualquier otra reivindicación, ya sea por retórica, parcial, mitológica, determinista, academicista…., incluso caricaturesca, no nos vale. Si su fundamento es retórico y antidialéctico, simplemente no es revolucionaria.

Su actualidad, a la luz del conocimiento cierto de la lucha de clases y el Imperialismo hoy, está en la plena vigencia de la tarea universal emprendida en París en 1871. Si como afirmara Lenin, “en tiempo de revolución, en plena guerra imperialista mundial es imposible permanecer inmóvil” [1], en 2021 —como lo fue en 1917— la tarea es construir las bases políticas que hagan efectiva nuestra intervención en un momento que afirmamos es de Revolución y, por tanto, no permite la inmovilidad en ninguna de sus expresiones.

EL EPÍLOGO DEL EUROCOMUNISMO REMATA AL PCE EN SU CENTENARIO

Iniciada en junio de 1956 con la aprobación por el CC del PCE de la Declaración “Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español”, la tarea de liquidar las capacidades militantes de un Partido heroico, que interpretó como ninguno las directrices del VII Congreso de la Internacional y supo enfrentar con absoluta determinación el fascismo, tardó décadas en lograr su objetivo. No fue hasta el IX Congreso realizado en abril de 1978 cuando, con el simbólico abandono del marxismo-leninismo, se formalizó estatutariamente el giro eurocomunista del PCE y su renuncia definitiva al poder de la clase obrera y el Socialismo, en pro de una supuesta e idealista democracia social de carácter interclasista.

El PCE es un Partido desmantelado política y organizativamente que, desde hace muchas décadas, avanza sin rumbo al viento de los flujos electorales del sistema y que, en su búsqueda permanente de legitimidad y recursos institucionales, se suma fervorosamente al primer proyecto que le sirva para ese objetivo, en un ejercicio de puro oportunismo y sin ninguna concepción revolucionaria de la táctica y las alianzas. Da igual la coherencia, menos aún el análisis de la realidad de las clases sociales en el Estado español y, absolutamente nada, la valoración estratégica; nada de eso importa. Lo único que les vale a sus dirigentes es ponerse al servicio de los espacios políticos que aseguren su continuidad en la rueda de las instituciones. El PCE hoy es poco más que un grupo experimentado de presión al servicio de la constante redefinición del espacio socialdemócrata.

Por eso el PCE es un firme soporte del proyecto “reformista” de Yolanda Díaz fundamentado en el valor central del pacto social y las políticas de conciliación de clases [2]. Ningún límite ideológico o programático se lo impide.

La transubstanciación del espacio reformista con la liquidación de facto de todos sus integrantes (Podemos, IU, PCE…) en un nuevo proyecto electoral donde lo colectivo queda limitado al acuerdo de sus dirigentes (Yolanda Díaz, Ada Colau, Mónica Oltra, Mónica García, Enrique de Santiago, Pablo Iglesias…), abre y cierra a la vez puertas muy importantes.

Cierra la posibilidad de su participación en un frente político y social de ruptura con la agenda política y económica del poder burgués, fundamentado en la intervención protagónica de las masas y la movilización popular. Cualquier ensoñación con una deriva en ese sentido del espacio reformista queda definitivamente liquidada. Lo único importante son las instituciones y su compromiso con una gestión responsable.3

Despeja el camino a la Casa Común de la socialdemocracia en un proceso de integración progresiva determinado por la subsidiariedad y perfecta complementariedad de lo “nuevo” con el PSOE.

Abre la puerta a la clarificación del papel de cada cual en el escenario político español y sitúa referencias ideológicas y prácticas muy claras. Por un lado, volverán a frustrarse las esperanzas de millones de votantes confiados en una gestión social del sistema ¡¡¡porque en tiempos de crisis no es posible realizarlo!!!, y seguirá perdiendo fuerza y alcance el proyecto reformista. Por otro, pone el colofón del proyecto eurocomunista y convierte al PCE en un proyecto que ya nada tiene que ver con los motivos y razones que hicieron nacer al PC en España como una necesidad de su clase obrera hace ahora 100 años.

LA FACTURA DE LA LUZ SOLO ES LA PUNTA DEL ICEBERG

La creciente carestía de la vida y la incapacidad de millones de familias para pagar todas sus facturas se fundamenta en una creciente desvalorización de la fuerza de trabajo y en la temporalidad de los empleos. Cada día son más los trabajadores, especialmente emigrantes, mujeres y jóvenes, que son pobres4, sin que la gestión del gobierno socialdemócrata tenga la más mínima capacidad de paliar esta realidad5 determinada por las necesidades de la burguesía para mantener la tasa de ganancia. El incremento de la plusvalía absoluta y relativa empobrece al pueblo trabajador e incrementa la porción del pastel que se reparte la oligarquía. Su dominio del Estado lo convierte en una satrapía indisimulada en la que solo importa la cuenta de resultado de los monopolios.

En este escenario es imprescindible levantar un amplio proyecto de organización y movilización de masas que, partiendo de sus necesidades materiales y reivindicaciones más inmediatas, evidencie progresivamente la naturaleza política de esta explotación de clase cuyo único límite son las cadenas. Desde lo particular a lo general, de lo material a lo político… hay que implicarse en un continuado proceso de dirección política de masas en el que sean ellas las que, desde su propia experiencia protagónica, incrementen progresivamente su conciencia de clase y el nivel político de sus análisis.

El Plan de Emergencia Social que ya hemos señalado en anteriores Editoriales debe ser una referencia constante de nuestra intervención de masas, una palanca para generar conflicto político desde la necesidad material y, a la vez, una oportunidad para disputarle el espacio de la indignación popular a las ratas fascistas que con su discurso chovinista buscan bloquear cualquier capacidad de respuesta obrera y criminalizarla.


1 Lenin. Las Tareas del Proletariado en nuestra Revolución. En Obras Escogidas, Tomo II, Progreso, p. 75.

2 En declaraciones al programa Hoy por Hoy de la Ser, Yolanda Díaz, afirmó: “soy una mujer de reformismo fuerte; nada más...en materia laboral los empresarios tienen que entender…”.

3 Enrique de Santiago, SG del PCE, en relación a la Cumbre de la OTAN: “si formamos parte de una organización internacional y tenemos obligaciones, es obvio que mientras formemos parte hay que cumplirlas”.

4 Ver el informe de la Fundación FOESSA y Cáritas de 2021. Los datos de la pobreza son crecientes y abrumadores y sitúa como primer reto social “devolver su dignidad al trabajo para crear empleo decente”. Algún dato: 11 millones de personas viven en riesgo de exclusión social y solo un 42 % de hogares españoles no expresa ningún rasgo indicativo de exclusión.

5 Según el informe FOESSA, solo el 32 % de los hogares en pobreza extrema han podido solicitar el Ingreso Mínimo Vital y de ellos solo lo está cobrando en este momento el 18.6 %. Al 49 % de solicitantes en pobreza extrema ya se les ha denegado.

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