No ha sido suficiente la derrota que el imperialismo cosechó hace dos meses con las maniobras orquestadas para intentar subvertir el orden revolucionario en la Cuba de Fidel, el Ché, Raúl y, ahora, Miguel Díaz-Canel. El Parlamento europeo también ha lanzado una farsante resolución contra Cuba acusando sin pruebas, sin fundamento y sin vergüenza, por no respetar los Derechos Humanos en los episodios mencionados que tuvieron lugar en julio.
Pero la ofensiva no cesa y han tenido que expresarla en la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) que se ha celebrado en México con la participación de 33 países. Liderada por los voceros uruguayo y paraguayo, que no pueden impedir que esta organización sustituya a la corrupta OEA que preside el incalificable Luis Almagro (también uruguayo) como espacio alternativo donde los pueblos latinoamericanos y del Caribe encuentran mejores atmósferas para buscar alternativas al salvaje neoliberalismo patrocinado por el imperialismo norteamericano y secundado por algunos provisionales presidentes que actúan como representación de su amo del norte.
A pesar de la insistencia yanqui, la Doctrina Monroe no encuentra los adeptos necesarios para imponerla en el continente americano. El amparo de los golpes de estado que se han dado en este marco territorial, ha pasado a mejor vida. Los militares que protagonizaron o respaldaron esos golpes de estado, se encuentran con respuestas populares llenas de coraje y heroicidad. Hombres, jóvenes, mujeres, se enfrentan a las represiones que se desatan en distintos países. Chile, Perú, Colombia, entre otros pueblos, afrontan una lucha continuada contra las políticas neoliberales de sus respectivos gobiernos que utilizan a los cuerpos represivos, provocando muertes, desapariciones, mutilados, etc, como método de terror. El último de estos casos sucedió en Bolivia en 2019 protagonizado por la inepta Jeanine Añez, que ocupó la plaza que la Administración norteamericana había conformado mediante la amenaza que el ejército impuso al candidato Evo Morales. Nuevamente la OEA apuesta por este golpe al manifestar públicamente que “el proceso de votación estuvo reñido con las buenas prácticas y no se han respetado los estándares de seguridad”.
Están desapareciendo los instrumentos de dominación del imperialismo norteamericano de agresión contra los pueblos. Desde la prístina Unión Panamericana, hasta la Alianza para el Progreso, el ALCA y, finalmente, la OEA. Confrontando con ellos, ya Bolívar intentó crear un organismo de cooperación y desarrollo que ha desembocado en la CELAC.
Para sabotear este proyecto (que no es comunista), Luis Lacalle (¡o lacayo!) Pau, presidente de Uruguay, y Mario Abdo Benítez, presidente de Paraguay, distraen con sus discursos provocativos contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, los objetivos previstos en la cumbre.
La “Declaración de Ciudad de México” en que concluye esta VI Cumbre, establece 44 puntos. Hay unos puntos que ratifican a América Latina y el Caribe como “Zona de Paz” y, por tanto, se sobreentiende la denuncia contra el criminal bloqueo financiero, económico y comercial que se aplica contra el pueblo cubano y su Revolución, denunciando de paso, la existencia de más de 60 bases militares en la región que desempeñan el papel de amenaza y de posible intervención e injerencia.
Otro punto, establece el respeto al Derecho Internacional y los principios de la Carta de Naciones Unidas sobre la soberanía de los estados, la solución pacífica y dialogada de los conflictos, la cooperación internacional, la integridad territorial (la base naval de Guantánamo), y demás aspectos relacionados con elementos que promueven la coordinación en la lucha contra las injusticias, la pandemia, el consumo de drogas, el racismo y la discriminación.
Es sencillo interpretar la vileza del imperialismo contra la Revolución cubana. Ayudarla con la solidaridad internacionalista es una obligación incontestable. Su existencia justifica un fuerte compromiso militante.
Secretaría de Internacional del CC