Ahora que se acerca el 104 Aniversario del triunfo de la Revolución de Octubre, no se nos ocurre mejor homenaje a la misma que compartir, con las organizaciones y militancia del campo revolucionario, análisis y propuestas orientadas a levantar el necesario entramado social y político capaz de propiciar y sostener, aquí y ahora, el complejo y radical conflicto de clases que conduzca a la derrota de la burguesía y su Estado.

Es la tarea del momento, el deber que, a nuestro entender, se expresa de la correcta interpretación de la realidad de la formación social española realizada desde la complejidad científica del materialismo histórico y el amplio conocimiento que nos da el acumulado de experiencias que fluye orgánicamente en un Partido de Nuevo Tipo, un Partido Leninista. 1

No hay vías diferentes para la superación de la contradicción principal que condiciona el resto de las existentes en esta sociedad dividida en clases que, además de estar instalada en una permanente y creciente crisis estructural, es incapaz de ofrecer alternativas favorables a las necesidades de la mayoría social. No hay atajos posibles a la necesidad ineludible de generar las imprescindibles estructuras del movimiento obrero y popular que, desde su propia experiencia, acaben sumando la voluntad de las masas al nuevo proyecto histórico fundamentado en el poder político de la clase obrera. Sin la voluntad y el compromiso de las masas no hay proyecto revolucionario posible.

Igualmente, y de forma profundamente dialéctica con el concepto anterior, sin la intervención decidida de la Vanguardia en un creciente proceso de dirección política de masas, ni hay manera de permeabilizar ese nuevo proyecto de sociedad, ni es posible naturalizar su superioridad entre esas mismas masas que habrán de protagonizar el cambio revolucionario. Tarea ineludible que solo concebimos como fruto de la acción política fecunda de células comunistas de empresa y/o territorio que, desarrollando la política del CC y sus directrices en un proceso profundamente unívoco, las aplican certera y creativamente en un espacio concreto, organizando a las masas y elevando su capacidad política e ideológica al objeto de generar crecientes conflictos políticos entre éstas y el Estado.

Nadie piense en la posibilidad de ningún liderazgo capaz de sustituir este doble e interdependiente proceso de intervención militante y organización de masas.

¿Acaso alguien puede imaginar los 10 días que estremecieron el mundo sin la existencia de los Soviets, sin esas estructuras de contrapoder obrero y campesino alternativas al estado burgués sobre las que centraron su acción política los y las bolcheviques? No.

Sin embargo, en el Estado español, pese a ser evidente la inexistencia de estructuras de contrapoder popular que puedan fiscalizar la acción de los diversos gobiernos y, mucho menos aun, que supongan una alternativa organizativa y política a estos, resulta curioso que desde hace ya varias décadas, las fuerzas del campo revolucionario pasemos de puntillas por esa carencia básica para cualquier proyecto de transformación radical de la sociedad y nos enzarcemos ciegamente en debates prácticamente intrascendentes para la acción concreta y el desarrollo de la lucha de clases. Igualmente, si hablamos del movimiento obrero la situación no cambia, pues en su seno es hegemónica una política cupular fundamentada en la desmovilización y la pérdida de protagonismo de los trabajadores y trabajadoras, que institucionaliza la acción sindical sometiéndola a los límites marcados por la lógica de desarrollo del capitalismo en cada momento.

Consecuentemente, y aceptando la realidad que nos demuestra que en absoluto somos un país en el que haya un pueblo movilizado y con alta conciencia política, si seguimos comprometidos con avanzar hacia un cambio revolucionario en la sociedad española, habremos de dar un golpe de timón que nos lleve por un derrotero diferente.

Miremos de interpretar certeramente la realidad de clases que nos rodea y, en función de ese análisis, definir colectivamente los pasos necesario para empezar a construir los cimientos del contra poder obrero y popular destinado a ser el embrión del nuevo estado proletario y la herramienta organizativa desde la que arrinconar la dominación política y hegemonía ideológica del poder burgués. No hay otra alternativa si aspiramos a cambiar el poder de las manos de la burguesía a las de la clase obrera; a tomar el Cielo por Asalto de verdad como en la Comuna y no como un mero recurso retórico2.

En este momento, en España.

¿Cuál es la realidad de las clases y que marco de alianzas nos permite? ¿Sobre qué bases se sustenta la hegemonía ideológica burguesa? ¿Qué papel juega el reformismo en el conflicto social? ¿Cuál ha de ser la táctica general? ¿Qué factores políticos son el eslabón más débil de la dominación burguesa?...

A pesar de la crisis estructural del capitalismo, el poder de los monopolios - expresión de la creciente dominación oligárquica del Estado-, aun genera amplios consensos sociales fruto de la hegemonía ideológica de que dispone. Las masas, por ausencia de su propia experiencia emancipatoria y por desconocimiento de la ideología revolucionaria, aun no son capaces de concebir la existencia de una sociedad diferente al capitalismo. La sociedad dividida en clases se sitúa como el único paradigma social viable.

De esta dominación burguesa, se deriva la dependencia del campesinado y los sectores sociales intermedios de ésta ( fundamentalmente pequeña burguesía, aristocracia obrera) y la incapacidad de la clase obrera - objetivamente explotada y capacitada para liderar el cambio social revolucionario- a la hora de intervenir organizadamente en defensa exclusiva de sus intereses y necesidades. Igualmente, las contradicciones derivadas de la existencia de diferentes burguesías nacionales en un mismo estado, pese a su complejidad, en absoluto son irreconciliables. El dominio del bloque oligárquico-burgués centralista y profundamente reaccionario, que se referencia como el enemigo principal de los intereses de la clase obrera y el pueblo, solo abre espacio para alianzas muy puntuales y en torno, exclusivamente, a reivindicaciones democráticas –como son el derecho a la autodeterminación o la amnistía - con las distintas burguesías nacionales existentes.

El campesinado y el resto de sectores sociales, por su carácter vacilante, seguirán en disputa en todo momento. Dependiendo del avance soberano de la clase obrera, podrán balancearse hacia ella o no, quebrando la hegemonía actual y la tendencia natural a posicionarse con la clase dominante.

En definitiva, podemos concluir que la necesaria flexibilidad táctica que requiere cualquier proyecto revolucionario, ha de venir determinada siempre por la significación a favor o en contra del objetivo prioritario de la clase obrera en ese momento y sus intereses estratégicos. Si empuja a favor de ellos; adelante.

Pero, ¿cuáles son esos objetivos y cómo llegamos a intervenir eficazmente en pro de su desarrollo?

Necesitamos quebrar progresivamente la hegemonía ideológica que impide hacer avanzar entre las masas las condiciones subjetivas favorables al Socialismo, pues las objetivas ya están creadas desde hace tiempo por el propio desarrollo del capitalismo en su última fase de desarrollo, el imperialismo. Consecuentemente, el pacto social y las políticas de conciliación de clase se muestran como el principal baluarte de la sumisión y subsidiariedad de la clase obrera respecto a la burguesía. Si en la incapacidad de entender la dominación política de ésta como una dictadura de clase y al Estado como un instrumento a su servicio, se fundamentan las políticas de consenso social, es evidente que éstas son el principal escollo para la progresiva adquisición de conciencia de clase. Igualmente, todos los sujetos políticos y sociales situados activa y conscientemente en ese lado de la barricada desde el que se defiende el pacto social, objetivamente se sitúan enfrente de las necesidades e intereses de la clase obrera.3

Pero para avanzar hacia ese objetivo, necesitamos partir de la realidad material y de las inquietudes más inmediatas de las masas. Conectar con sus aspiraciones interviniendo directamente con ellas y, desde ahí, articular la referencialidad política capaz de introducir el discurso de clase que, paso a paso, eleve a conflicto político con el Estado4 cualquiera de las colisiones sociales que, incluida la lucha sindical, se expresan en esta sociedad, es la tarea que nos corresponde desarrollar. Una intervención sostenida y caracterizada por una táctica orientada a potenciar una creciente confrontación ideológica y la radicalización del conflicto político protagonizado por las masas.

Una vez más, para ese proceso de construcción de organización y conciencia, el pacto social y la conciliación de clases vuelve a mostrase como el principal escollo con el que confrontar. Por ello, en oposición a las crecientes prácticas sindicales burocratizadas, el desarrollo de una acción sindical de clase fundamentada en la necesaria participación y unidad de la clase obrera, se constituye en el objetivo prioritario de este cambio de rumbo en el que queremos situar la lucha de clase en nuestro país.

Una sociedad incapaz de taponar las muchas hemorragias que la desangran.

La realidad en la que vive la clase trabajadora de este país, sin que el Estado sea capaz de ofrecer ninguna alternativa real más allá de enredos burocráticos para acceder a un complemento insuficiente y casi inaccesible, es la de trabajadores pobres, especialmente mujeres y jóvenes, que forzados a la temporalidad y la precariedad, les es imposible llegar a fin de mes con todas las facturas pagadas.

Pero a una parte importante del pueblo trabajador, no solo le preocupa la creciente pobreza vinculada a una imparable carestía de la vida y a la constante desvalorización de la fuerza de trabajo ligada al progresivo desmantelamiento del marco de relaciones laborales colectivas. También hay otras causas, todas ellas con un importante potencial para la organización y movilización social, en torno a las que es posible levantar banderas de lucha y avanzar en su desarrollo como acicate para el conflicto político, si hay capacidad de estructurarlas desde la base con una proyección real de masas.

Un breve repaso:

Comprometerse con la lucha de las mujeres obreras contra el patriarcado y la discriminación y violencia que padecen.

Denunciar la falacia del capitalismo verde y vincular la defensa del medio ambiente a la lucha por el poder obrero y el Socialismo. Si no es rojo, no es verde.

No a la monarquía. Desde la consigna de “Fuera Borbones” avanzar en la capilarización social de la necesidad de avanzar hacia la República Socialista de carácter confederal. Por una verdadera Ley de Memoria Histórica. Verdad, Justicia, reparación.

Organizar la ira de la juventud obrera para que exija sus derechos y rompa la espiral de conformismo y derrota en la que la instala el sistema.

Frente al nacionalismo español y su chovinismo estrecho e ignorante, articular una amplia unidad popular en torno a un nuevo proyecto histórico para el conjunto de los pueblos y naciones de España fundamentado en su unión libre y soberana.

No al fascismo en ninguna de sus expresiones. Por la depuración de la elementos fascistas en las diversas estructuras del Estado, muy especialmente en los cuerpos armados y la judicatura.

Ninguna persona es ilegal. No al Tratado de Schengen.

No a la Ley Mordaza. Amnistía de los presos y presas políticos/as comunistas, sindicalistas y demás militantes de izquierdas encarcelados. Amplio proceso de revisión de penas a los hijos e hijas de la clase obrera condenados por delitos menores

Defensa internacionalista de la soberanía nacional. Ni OTAN, ni Bases. Por una política activa de Paz, no a las misiones militares en el extranjero.

No a la Europa del Capital. Por la salida de la UE y el €.

No al pago de la deuda externa.

Derecho a la vivienda y a suministros básicos de calidad. No a la creciente segregación urbanística en nuestras ciudades.

Por unos servicios sociales de calidad, reversión de todas las privatizaciones.

Nacionalización de la banca y los sectores estratégicos (energía, telecomunicaciones…)

¿Acaso es posible seguir argumentando la inexistencia de espacios para empezar a compartir la experiencia de levantar la lucha de masas y hacerla avanzar políticamente?

Sin duda, NO

¿Es defendible continuar instalados en debates que nos sitúan de espaldas de la realidad y alejados de las masas?

Sin duda, NO

¿Las experiencias positivas de lucha del movimiento revolucionario y comunista internacional se han desarrollado sin una táctica y una política de alianzas que, al servicio de los objetivos estratégicos, ha servido para aumentar la conciencia política de las masas?

Sin duda, NO

En consecuencia, cuanto antes nos pongámonos manos a la masa en lo que de verdad importa, más pronto celebraremos la Victoria5.

Julio Díaz - Secretario General del PCPE


1“El marxismo exige de nosotros que tengamos en cuenta con la mayor precisión y comprobemos con toda objetividad la correlación de clases y las peculiaridades concretas de cada momento histórico. Nosotros, los bolcheviques, siempre nos hemos esforzado por ser fieles a este principio, incondicionalmente obligatorio si se quiere dar un fundamento científico a la política. <Nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la acción> decían siempre Marx y Engels” Las Tesis de Abril. Carta primera. Apreciación del momento. VI Lenin

2 Si solo se busca aplicar reformas sociales al capitalismo nos basta con un proyecto socialdemócrata como UP o el nuevo que lidera la eurocomunista Yolanda Díaz. De todas formas es importante recordarle a estos “reformistas”, como a ellos mismos les gusta llamarse, que en tiempos de crisis la capacidad para distribuir migajas del botín burgués entre la clase obrera es muy limitada y, consecuentemente la posibilidad de desarrollar sus planes pronto se muestran falsas. Solo basta recordar en que ha quedado el Ingreso Mínimo Vital

3 La campaña mediática a favor del Diálogo Social como esencia del modelo constitucional es un claro ejemplo de ello. El papel activo en este sentido de los dirigentes de CCOO y UGT y el de la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, definen con meridiana claridad el papel de la socialdemocracia a favor del sistema. De la frase dicha en la Cadena Ser el pasado 1 de octubre por Yolanda Díaz, “en materia laboral, los empresarios tiene que entender…” solo se puede desprender una negación absoluta de la lucha de clases.

4 Con cualquiera de sus instituciones, pues ninguna de ellas tiene un carácter neutral en la lucha de clases

5 Arribarà el de matí que el plor serà d’alegria. No més per eixe dia, jo la vida donaria. Ovidi Montllor

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