El servicio postal nace en el año 1716, ya como servicio público para vertebrar el territorio. Han pasado más de 300 años, muchos cambios sociales desde entonces, pero la necesidad de unir a las personas sigue siendo vital para un estado. Ese es el motivo por el que la gran mayoría de países mantienen y cuidan su correo.
El correo debe servir para evitar esa sensación que tienen los habitantes de lo que hoy llamamos “España vaciada” de abandono, al ser un punto de acercar la administración a todos los lugares, por pequeños que sean. Correos tiene más de 8.300 centros de atención y alrededor de 6.500 carteros y carteras rurales.
Es cierto que el cartero de “Crónicas de un pueblo” tiene los días contados; vivimos en la sociedad de la inmediatez (algunas veces de la estupidez, por ejemplo que te llegue tu pedido de Amazon un domingo por la mañana), y esa rapidez está reñida con precios razonables, regularidad, cercanía, que da y debe seguir dando el Correo Público.
Desde la llegada de la democracia, el Correo Público ha sido objeto de deseo del sector privado: hay una posibilidad de negocio si deja de ser rentable socialmente para serlo económicamente. En este tiempo, la plantilla de Correos ha sido capaz de pelear por su futuro, adaptándose a las necesidades del mercado sin dejar de atender a las personas. Se han realizado cambios en su marco jurídico, pasando de Administración a Organismo Autónomo, Entidad Pública Empresarial hasta Sociedad Mercantil con titularidad 100% pública a través de la SEPI.
Pero ha tenido que llegar “el Gobierno más progresista de la historia de España” para poner en serio peligro más de 300 años de Correo Público, para ir desmembrando, desmantelando Correos y sufrir las consecuencias las trabajadoras y trabajadores, el servicio y la ciudadanía en general. Y es que parece que Pedro Sánchez no deja de lado a los suyos, a los que le apoyaron en sus malos momentos, cuando se quedó sólo y tuvo que recorrer el país con un militante que le hacía de conductor. Juan Manuel Serrano es su amigo, ese militante que dice que lo llevó a la Moncloa, y Pedro Sánchez se lo ha recompensado nombrándolo presidente de la mayor empresa pública del País.
El Partido Socialista asume tener una persona con nulos conocimientos para gestionar un servicio público, una persona a la que no le interesa lo público, pero gestiona la mayor empresa pública de España. El Gobierno progresista asume que este señor, incapaz de dirigir o, lo que sería peor, cumpliendo órdenes, esté desmantelando el Servicio Público, traspasando el negocio al correo privado, vendiendo el patrimonio de todos para cuadrar las cuentas, que no son cuentas sino cuentos. Este equipo directivo está cesando a profesionales del correo para colocar amiguitos del alma sin conocimientos y, sobre todo, ha roto la negociación colectiva que ha permitido durante años realizar cambios de gestión sin perjudicar ni a la ciudadanía ni a los trabajadores y trabajadoras.
Para los sindicatos en la empresa pública, este señor que no cree en lo público, está destrozando Correos con el beneplácito del Gobierno, que se dice progresista pero que actúa como el más liberal. No hay un problema sindical en Correos, hay un problema de gestión; a lo que tratan de hacer con Correos no se atrevió ni el PP de Aznar.
Denuncian que no hay plan estratégico, mientras la SEPI dice que no se está privatizando nada. También dicen que Correos es un grupo de Sociedades y hay que dar estabilidad a todas ellas. Recordemos: el Grupo Correos está formado por Correo Público (50.822 empleados/as), Correos Express (1.271 empleados), Nexea (189 empleados) y Correos Telecom (38 puestos). Se desmantela el Correo Público, de todos y para todos, para potenciar el Correos Express, solo para quien lo pueda pagar.
Por estos motivos, las trabajadoras y trabajadores del Correo Público están de movilizaciones y desde el PCPE los apoyamos. Nos dijeron que su filosofía es: “lo imposible cuesta un poco más, derrotados son aquellos que bajan los brazos” y eso no está en el ADN de los carteros y carteras.
Vicent Alcaraz