“Los obreros que resisten tales calamidades para quebrar la oposición de un burgués, sabrán quebrar también la oposición de toda la burguesía”
F. Engels
Hoy se cumplen 25 años de la Huelga General del 14 de Diciembre de 1988. Aquel día, ocho millones de trabajadoras y trabajadores paralizaron el país consiguiendo derrotar el antiobrero Plan de Empleo Juvenil y parar la contrarreforma laboral del gobierno de la socialdemocracia que abarataba el despido y profundizaba en la precarización de los contratos y en la flexibilización del mercado laboral. Conmemoramos esta importante victoria de la clase obrera llamando a defender y a ejercitar la huelga, una herramienta fundamental de lucha, más necesaria hoy que nunca y que 25 años después quieren arrebatarnos los monopolios y su Estado como parte de la guerra general contra nuestra clase.
La huelga: de delito a derecho, gracias a la lucha de la clase obrera organizada.
La huelga es un instrumento de lucha fundamental en la historia del movimiento obrero desde los inicios de la Revolución Industrial hasta nuestros días. Considerada hasta el S. XX como un acto conspirativo de violencia criminal contra los Derechos del "Hombre" (burgués) y las "libertades" de comercio, trabajo e industria, no aparece recogida en constituciones burguesas como la francesa hasta después de la Segunda Guerra Mundial . El Estado burgués se ve obligado, ante la presión del movimiento obrero organizado, capaz de infligir importantes derrotas al capitalismo y al fascismo en escala internacional, a reconocer la paralización de la producción como un derecho colectivo de la clase obrera. Desde ese mismo momento, los legisladores de la patronal comienzan a intentar asfixiarlo con una apretada faja legal en la que el preaviso, la obligación de publicidad previa, los servicios "mínimos", "esenciales para la comunidad", los plazos fijos (que sustituyen a la consecución de las justas reivindicaciones de los trabajadores como momento oportuno para la reanudación del trabajo), la consideración de "ilegales" y "salvajes" las huelgas políticas y de solidaridad por no "fundarse en el interés profesional de los trabajadores convocantes", una camisa de fuerza que busca yugular el único instrumento de autodefensa colectiva de la clase obrera frente a la explotación y el abuso patronal.
La huelga: un resultado necesario de las relaciones de producción capitalistas y una escuela de unidad
La huelga económica, la lucha obrera por el salario, emana de la propia naturaleza de las relaciones de producción capitalistas, es la contraparte natural y necesaria de la lucha burguesa por la ganancia. La impotencia y la debilidad de cada trabajador/a para negociar individualmente con el patrón sus condiciones de trabajo, agravadas por el ejército de reserva que aguarda en la calle la oportunidad de trabajar aunque sea por un salario de miseria, está en el origen de las Uniones obreras, de los Sindicatos y del uso de la huelga como respuesta unitaria y arma colectiva de lucha de los trabajadores. Durante una huelga, nadie lucha solo/a, ni solamente por su propio salario, sino por todos/as sus compañeros/as, que han dejado también la herramienta y que defienden la causa común superando el miedo a las privaciones y a las represalias.
La huelga enseña, en la práctica, el valor de la unidad y la solidaridad obrera.
La huelga: pesadilla del patrón, porque demuestra que el obrero es necesario para crear y distribuir riqueza, pero el capitalista, no.
La huelga demuestra que los medios de producción no valen nada si nadie los mueve. Paralizando la producción, la huelga frena el proceso de valorización del capital. De nada le vale la mina al amo si nadie extrae el mineral, la tierra si nadie la cultiva, las máquinas si nadie las maneja. Cuando los/as trabajadores/as se niegan a trabajar, los medios de producción no se mueven solos, no reportan beneficio a los capitalistas ni generan nuevas riquezas. Cada huelga recuerda a los obreros que ellos y ellas son los legítimos dueños de lo que producen con sus manos y con su inteligencia, y les recuerda además que no están solos.
La huelga: una escuela de conciencia de clase
La huelga enseña a pensar en la naturaleza misma de la sociedad capitalista, enseña a pensar en términos de clase, a pensar no sólo en el propio patrono y en los compañeros inmediatos, sino en todos los patronos, en toda la clase capitalista y en toda la clase obrera y en su antagonismo objetivo e irreconciliable. Destruye el mito del patrono bienhechor y protector, la falsa armonía de la empresa como unidad interclasista, los falsos objetivos comunes entre explotadores y explotados.
El patrón se muestra en su verdadera naturaleza de enemigo de clase cuando se le hace frente.
La huelga desenmascara la naturaleza de clase del Estado
La reacción del Estado, sus fuerzas represivas actuando como piquetes patronales y su aparato judicial contra el movimiento huelguístico no deja la menor duda de a quién sirve el Estado, que finge ser un ente neutral por encima de las clases y encargado de conciliar sus intereses y mediar entre ellas.
Durante cada huelga crece y se desarrolla en los huelguistas la conciencia de la unidad de intereses entre la patronal y su gobierno, la necesidad de combatirlos y de constituirse como clase en el Poder. Y por consiguiente, la necesidad de organizarse en su propio Partido independiente.
Es necesario extraer de cada huelga todas las enseñanzas que le permitan a la clase obrera aumentar y fortalecer su lucha, trabajar para generalizar las experiencias, unir y politizar las luchas, hacer que cristalicen en un avance organizativo, que coloquen a la clase obrera en mejores condiciones para afrontar el siguiente asalto. La huelga libera fuerza y tiempo que habitualmente dedicamos a engordar la cuenta corriente del empresario, crea la posibilidad a la clase trabajadora de readueñarse de su propia fuerza y tiempo de trabajo y de ponerla al servicio de las tareas revolucionarias de la clase, incorpora a nuevos sectores de la clase obrera a las tareas de su propia educación política y de su preparación para la lucha por el poder.
La huelga: así se templa el acero.
Para ir a la huelga cada trabajador/a tiene que conquistar una victoria sobre sí mismo/a , romper con la sumisión, la pasividad y el miedo a las privaciones y las represalias.
"¡Nos levantamos! Nadie nos puede doblegar. Los empresarios de las otras fábricas estaban esperando que nos cansáramos, que volviésemos al trabajo con la cabeza gacha... Demostramos que los trabajadores tenemos un poder infinito: sin nosotros no se mueve una sola máquina, no se genera un solo euro de ganancia para nuestros explotadores. Los trabajadores del acero les dimos la respuesta correcta. Superamos el miedo, los chantajes y la amenaza del hambre. Fuimos a la huelga. ¡Ya vencimos!
Esta huelga se recordará siempre. Nuestra lucha es ya un gran legado. Nuestros hijos caminarán con la cabeza en alto. De nuestra lucha hablarán las generaciones futuras, será una fuente de inspiración. Nuestro puño alzado por nueve meses es la fuerza para las luchas que vienen."
Obreros de la Acería Griega, Hellenika Hallivourgia, 9 meses en huelga, 2012
Marina Quintillán