Se ha hablado mucho en el último par de meses de Mare of Easttown, la serie que protagoniza Kate Winslet. Casi todo lo que se ha dicho se ocupaba del tratamiento del cuerpo de la mujer en series y películas. Sorprendía que una serie de alto presupuesto eligiera una actriz que transparentara en su mirada, en su piel y en sus gestos el paso del tiempo. La serie hace, y esto es lo singular, un trato honesto del cuerpo de una mujer de mediana edad contra los estiramientos de piel y las caras femeninas embalsamadas que se suelen ver en las pantallas. Pero, creo que limitarse a eso es coger el rábano por las hojas y no ver qué estructura lo permite. Mare of Easttown elabora una muy compleja defensa de la ideología comunitarista –que puede presentar una carga más progresista u otra más reaccionaria– que exigía, para que fuese creíble, que la protagonista no contradijera con su imagen el mensaje político que sustenta la serie.

La ideología comunitarista se sustenta en la creencia de que hay relaciones sociales naturales basadas en un nexo común (religión, etnia, nación…). Aquí las relaciones familiares. Todas las relaciones sobre las que se articula la trama tienen como eje a una mujer que es madre o hermana que se aúna al resto de la familia, centradas particularmente en las relaciones de cuidados. Son las conservadoras del clan frente a unos hombres que tienen otros espacios de actuación privados y públicos, aunque regresan siempre, como el soldado ante el frío, al cuartel de invierno del hogar.

La identificación de relación natural y relación materno-filial comporta dos aspectos, uno positivo y otro negativo. El aspecto positivo es la abnegación, la imposibilidad absoluta de que una madre te abandone. Así, las relaciones comunitaristas son ante todo relaciones de amor incondicional. Pero esto implica un aspecto negativo que es el que desencadena toda la trama: si el amor es incondicional, el objeto de amor queda eximido de responsabilidad por sus actos. Es irresponsable en el mismo sentido que el rey. Luego, si soy completamente impune en mis actos, qué me impide cometer cualquier atrocidad. Pase lo que pase retornaré al refugio materno.

Para contrarrestar el lado oscuro de la protección comunitarista se hace necesaria la aparición del Estado. El Estado no es aquí un ente político, sino represivo. El Estado es la policía. Se encarga de que el cobijo que provee las relaciones comunitaristas no destruya la comunidad. En este sentido, el Estado actúa como un juez no ya imparcial, sino insensible a las circunstancias del crimen. Es precisamente que en la protagonista se conciten ambas funciones lo que llena de vida y matices al personaje que interpreta Kate Winslet. Por un lado, es madre y cuida de la comunidad como una madre comprensiva que reprende con amor, pero, por otro, es el Estado que no se inmuta cuando deja caer con fuerza su brazo ejecutor.

No obstante, la intervención impasible del Estado acarrea otro peligro de disolución de la comunidad. Como todos los hombres son pecaminosos, yerran y, de algún modo, merecen algún tipo de castigo, si el Estado no encuentra un elemento suplementario que lo contenga desharía, por el motivo contrario al amor, la comunidad estable. El elemento ideológico suplementario que encuentra Mare of Easttown para preservar la comunidad es la religión. No porque dios sea el gran castigador contra los que pecan contra la comunidad, sino porque instaura el perdón que restaura el equilibrio de la comunidad. Así, el modelo político de Mare of Easttown es: el hombre yerra, el Estado castiga y el cuerpo comunitario, unido en dios, perdona.

Jesús Ruiz

uyl_logo40a.png