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Cuando se nombra lo primero que evoca es un juego de personas mayores, por  ello con el encargo me digo ¡vaya, menuda indirecta! Pero tras indagar un poco descubro que detrás de estas bolas hay bastantes más cosas. Entre juego y deporte, sus requerimientos tanto físicos como económicos hacen que sea muy practicada entre las capas populares de diversas partes del mundo.

Parece que la costumbre de jugar con bolas viene de lejos, sus incondicionales señalan como origen remoto la antigua Grecia donde empezaron jugando con cantos, que cambiaron por piedras de río planas para terminar reemplazándolas por piedras redondeadas más adaptadas al juego y parece ser que ahí codificaron el deporte de tirar bolas y finalmente Galeno, mito o realidad, elogió los méritos de su práctica para la salud.

Entre un juego de fuerza consistente en tirar las bolas lo más lejos posible y uno de habilidad de aproximar la bola a un objetivo, fueron pasando siglos, precisando sus normas y cambiando los materiales de las que estaban hechas. Las bolas de piedra, poco a poco, dieron paso a las de madera claveteada para hacerlas más pesadas, antes de llegar a las bolas modernas de bronce o acero. Igualmente, va diferenciándose de otros juegos similares de inspiración análoga, que conducirán a los bolos, al palet bretón, al bowling, a las bochas o a la petanca sobre hielo (el curling).

La eclosión de su práctica y mayor desarrollo fue en Francia a partir del S. XVIII. A finales del siglo XIX y principios del XX, el entonces llamado juego provenzal se practicaba en todo el Midi y en todas las plazas de pueblos. Sólo en el país que acabó con la monarquía a golpe de guillotina y que vio desarrollarse la experiencia obrera de La Comuna, podía expandirse una práctica deportiva tan poco elitista. Al alcance de todas las personas, con poco equipamiento y sin necesidad de grandes dispendios económicos. 

Esa cualidad, que sea un deporte barato y que no precise de grandes infraestructuras, hace que siga siendo hoy muy practicado. En la mayoría de barrios populares hay un espacio donde podrás encontrar a gente jugando a la petanca. Esos barrios que no tienen ninguna dotación deportiva municipal, rodeados de escombreras ilegales como el mío, y con calles que vieron el asfaltado hace muchos años, tienen un espacio ganado a la especulación y donde se ha habilitado un campo de petanca. Sólo se necesita un terrero liso, unas bolas metálicas, un boliche y ganas de pasar un rato entretenido al aire libre.

La PETANCA actual y su nombre viene de la expresión “Pieds Tanquees” (pies juntos) pues originalmente se jugaba tomando carrerilla para tirar las bolas con  impulso. Pero fuera a causa del reuma o por algún jugador con dificultades físicas, empezó a jugarse sin impulso y en un terreno más corto. De esa leyenda sobre el cambio de reglas tal vez la fama de que se trata de algo propio de personas ancianas y con dificultades físicas. Sin embargo, el que se pueda practicar sin tener que ser atleta olímpico le da un valor añadido, pues permite conformar equipos mixtos entre hombres, mujeres, tercera edad o criaturas de preescolar, todo el mundo puede tirar bolas.

La Petanca no conoce discriminación por razón de sexo, ni edad y está al alcance de las capacidades físicas más diversas. Se puede practicar como entretenimiento ocasional, como distracción, o en competición deportiva.

Aparentemente es muy simple, pero hay que manejar algunas reglas. Se trata de tirar una bola lo más cerca posible de un objetivo que suele llamarse boliche o bolín. Se puede jugar en modalidad individual (una persona contra otra) o por equipos de dos contra dos (dupletas) o tres contra tres (tripletas). Las partidas suelen jugarse a 13 puntos en terreno libre o bien dentro de una pista delimitada (la oficial tiene una medida de 15×4 metros). El punto pertenece a la bola más próxima al boliche. El adversario debe continuar jugando sus bolas hasta que recupere el punto, es decir, coloque su bola más cerca del boliche. Cada bola de un mismo equipo, si ninguna bola del equipo contrario está más cerca del objetivo, cuenta como un punto, y estos puntos se cuentan al final de cada tirada, es decir, cuando se han jugado o tirado todas las bolas.

 A veces las partidas son interminables y por ello la concentración, habilidad,  paciencia y estrategia son cualidades que se desarrollan con su práctica, lo que unido con el gasto de energía para agacharse y levantarse centenares de veces hacen de la petanca un ejercicio muy recomendable.

María Luna.

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