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Definitivamente, si algo caracteriza al remo de equipo es que todas y cada una de las integrantes de un barco forman parte de un todo inseparable que reman a un solo golpe. Todas las paladas han de ir juntas, lo que crea un sentimiento total de equipo y de unión. Si falla una, fallamos todas.

Efectivamente, hoy hablaremos del remo femenino. Otro deporte minoritario con grandes valores que no se publicita en los medios de desinformación y que se fue profesionalizando gracias a aquellos pescadores y marisqueras que cada madrugada salían a la mar en busca de su único sustento. Quien antes llegaba, mayor y mejor mercancía conseguía. Así, poco a poco y con piques entre embarcaciones fue naciendo este gran deporte.

Pero volviendo al remo femenino propiamente dicho... Ser remera requiere un alto nivel de compromiso. Es un deporte muy exigente a nivel físico y mental. 16, 8 o 4 mujeres se enfrentan al mar subidas a un bote, trainera, llaüt, falucho, yola… sin más medios que su barco y su remo. Cada golpe de remo al unísono permite avanzar el barco y eres un todo que no se puede separar nunca.

Obviamente, exige que haya una total sintonía entre la totalidad del equipo. ¿Y por qué es esto reseñable? Porque derrumba “de todas, todas” la idea de que las mujeres no pueden competir en equipo, que compiten entre ellas, que son destructivas… ¡Pues no! Y desde luego, este deporte es un ejemplo claro de ello. No podemos obviar que la inseguridad que se inculca a las mujeres desde bien pequeñas crea cierta competitividad entre nosotras, pero deportes como este derriban esas construcciones y te enseñan que juntas, unidas y enfocadas a un mismo fin, las mujeres somos capaces de surcar los mares o derribar barreras.

Otra barrera que derriba este gran deporte es el mito de que las mujeres no estamos hechas para hacer cosas físicamente duras, exigentes. Hasta hace no muchos años se entendía que el remo, como deporte altamente exigente, estaba reservado únicamente a los grandes y fortachones varones. Sin embargo, las mujeres una vez más hemos demostrado que no es así. Como muchos otros deportes la modalidad femenina hace años era inexistente o se le exigía mucho menos (menor recorrido en las regatas, menores tiempos, mayores facilidades). De hecho, la primera regata femenina que se conoce data del año 1935 y el recorrido femenino era el mismo que el de las categorías infantiles. Pero con el tiempo y a medida en que las mujeres tomamos el remo como forma de vida, hemos demostrado que no es necesario y que somos tan capaces como nuestros compañeros. Desde hace unos años se han igualado las modalidades y se exige lo mismo a hombres y mujeres. Porque sí, porque somos capaces de aguantar, de pelear, de tener callos en las manos y en otras zonas que no citaremos, porque tenemos garra, porque somos capaces de eso y mucho más.

Este deporte es sin duda, otro ejemplo más del poder de la mujer y que las limitaciones que se nos imponen, desde luego, son derribables y no adolecen a ninguna realidad genética ni mental. Porque mujeres, unidas somos invencibles, sea en un barco o sea en la calle levantando el puño, siempre a una.

Alba AK

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