¡Por fin buenas noticias! Tras diversos intentos, nos anuncian a bombo y platillo que se deroga la Ley Mordaza. Bueno, no exactamente, se reforma la Ley Mordaza. Mejor dicho, se retoca un poquito la Ley Mordaza. Vaya, que el gobierno retoma el asunto de la Ley Mordaza. Quizás no lo hemos entendido bien, pero algo han hablado de la Ley Mordaza, porque nosotros lo hemos oído ¿No me digan que no es un formidable acontecimiento?

En tres ocasiones, por lo menos, amagaron con meterle mano; pero, por una cosa o por otra, siempre se retorcía el plan, a última hora. Tampoco el coronavirus ayudó y el proyecto se retrasó un año más.

En realidad, a la ley le habían puesto un nombre muy terrenal: Ley de Seguridad Ciudadana. Sonaba muy bien, aunque la gente, siempre tan lenguaraz, enseguida le buscó mote.

¡Hombre! Hay que reconocer que la ley ha sido útil mientras duró, de hecho,  se han recaudado millones de euros, gracias al más de un millón de sanciones. Eso, sin considerar las multas que fueron poniendo los cuerpos de seguridad autonómicos y que no computan en el Ministerio del Interior. Además, se ha registrado un larguísimo listado de infractores, que seguramente será muy provechoso.

Este gobierno tan progresista, tan alejado del autoritarismo, tan sensible con las libertades democráticas y tan diligente con las protestas populares,   ha atendido las súplicas ciudadanas y, en un arrebato de generosidad, dijo: Vamos a modificar un poquito la puta ley, más que nada, por no cercenar los derechos fundamentales y... ¡del dicho al hecho!

Para ser sinceros, no es que hayan innovado mucho. Digamos que le hicieron un lavadito de cara, lo único que no pasó el filtro del Tribunal Constitucional ha sido eso de fotografiar o grabar a los maderos mientras muelen a hostias; a fin de cuentas, eso forma parte de su trabajo. Pero se han quedado muy conformes con las devoluciones en caliente de los inmigrantes; también han visto con buenos ojos que se considere infracción grave las manifestaciones ante el Congreso o el Senado; y los cacheos en la calle, porque ya lo ha dicho el Ministro: que hay leyes que siempre tendrán que estar...

Otra que mola mucho es la Reforma Laboral. El Gobierno, empeñado en la modernización y la   recuperación económica, ya está convocando a los agentes sociales para ponerlos de acuerdo. No es tentativa vana, y los sindicatos, expertos en pactos sociales, tienen prisa por sentarse cuanto antes. Muy en su papel, ya se han ofrecido a negociar y proponen tímidamente, que si fuera posible no toquen mucho  los salarios. El “compañero”  Sordo, en su clarividencia,   advierte del riesgo de una bajada salarial en aras de la recuperación económica,  pero no sabemos si la patronal estará muy receptiva a esas amables insinuaciones.

La Ministra está muy optimista porque sabe que, aunque - los sindicatos-, de boquilla, mantendrán una postura férrea contra los despidos, la temporalidad, la brecha de género, la negociación colectiva y las pensiones; en el fondo confía en la extraordinaria disposición de los representantes de los trabajadores convocados y en el apasionado romance que mantienen con la patronal. Al menos, existe la certeza de que ningún insensato mencionará en la mesa de diálogo la Huelga General.

Ya Bruselas está al tanto, ¡Menos mal! Que en Europa sepan lo que se cuece, nos deja mucho más tranquilos...

¡Nuestro gozo en un pozo! La derogación prometida se ha quedado, finalmente, en un apañito, en un parche, en un retoque o en un remiendo.

Moraleja, el capitalismo y sus leyes tendrán el tiempo contao cuando la soga reviente, estimados leyentes....

Telva Mieres

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