El crimen atroz perpetrado contra más de mil mujeres y niñas en la factoría textil de Bangladesh tiene responsables. Los asesinos, Corte Inglés, Zara, Mango y Bershka. Los monopolios de la moda y el glamour tratan de simular ignorancia sobre las condiciones de sobreexplotación, precariedad, siniestralidad, insalubridad, edificios que se vienen abajo, calderas averiadas, sistemas obsoletos, hacinamiento, miseria, jornadas y ritmos de trabajo insoportables, y de descargar la responsabilidad de esta terrible masacre en los subcontratistas que son sus proveedores habituales.

Como si no fueran precisamente las condiciones de esclavitud señaladas antes las que hacen rentable la deslocalización y la exportación de capitales y convierten a esos grupos monopolísticos en los reyes indiscutidos de la moda y de los beneficios empresariales. Como si no fuera ésa la clave de su éxito en el proceso de concentración de capital. Las multimillonarias ganancias de estos asesinos y la marca España chorrean sangre obrera.

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