El Congreso de los Diputados votará el próximo día 29 de diciembre los presupuestos generales del Estado. En torno al apoyo o rechazo a las cuentas del Estado, se ha conformado un bloque de alianzas que está definiendo el nuevo marco de confluencias políticas para el próximo curso político, tras la aprobación de los nuevos presupuestos que marcan la etapa política de la socialdemocracia política en el gobierno. Por un lado, encontramos el llamado Bloque de Apoyo a los presupuestos. Una amplia alianza que abarca todos los matices posibles de la socialdemocracia y el reformismo en la cámara. Este bloque se configura como una plataforma de apoyo al PSOE y su gestión política de sostenimiento al capitalismo en el Estado español.

La profundidad de la crisis económica unida a la sanitaria sitúa el capitalismo en el Estado español con una grave precariedad y enormes dificultades para sostener la tasa de acumulación de capitales y de beneficios. El recurso del capital es profundizar la explotación de la clase trabajadora a niveles que cuestionan su tasa de reposición de la fuerza de trabajo. Necesita el Estado para garantizar la supervivencia básica de dicha fuerza laboral y una mínima distribución social de políticas de subsistencia que permita un cierto colchón social de pauperismo estatal. Ahí, por tanto, la socialdemocracia juega su papel sustancial, máxime la nueva socialdemocracia de Podemos. El barniz social de articular una serie de medidas de sostenimiento de ayudas sociales es absolutamente necesario para que el capitalismo pueda continuar con su proceso de acumulación de beneficios. Una paz social, sustanciada en un pacto social de mantenimiento de ayudas imprescindibles para la supervivencia, hace de Podemos una herramienta esencial en el pacto de la oligarquía con el PSOE para remontar la crisis. Por ello este bloque de apoyo a los presupuestos es un marco de alianzas que permite la continuidad de las políticas que son esenciales para la oligarquía y los poderes burgueses: se incrementa con un 6.5 % el presupuesto de la monarquía (medio millón de euros más) y se refuerzan las partidas presupuestarias destinadas al Tribunal Constitucional, elemento importante del control político del estado burgués sobre las leyes y sus límites. Se incrementa en siete millones de euros las cuentas para el Ministerio del Interior y la policía, y diez millones más para el Ministerio de Defensa, para el ejército y para la vinculación de España en la OTAN.  Esto es solo la muestra de la continuidad de la política de Estado de la socialdemocracia y su papel de buen gestor del capitalismo en esta etapa crítica en el país. En frente, una derecha dividida en expresar de modo más claro posible una oposición ideológica al supuesto gobierno y confluencia de “izquierda”. Una competición entre PP, Vox y Ciudadanos para ver cuál es capaz de captar los votos y las expectativas de la extrema derecha. El recurso que guarda la burguesía para el momento en que la presión social de la crisis sobre los sectores populares sea insostenible es la conformación de una fuerza fascista o parafascista que ponga orden policial sobre los posibles conatos de organización popular que pueda producirse. El bloque de derechas se apresta a reforzar el mensaje conservador, reaccionario y ultraderechista para propiciar una ofensiva reaccionaria por parte de la oligarquía.

Mientras,  los fuegos artificiales de una izquierda atrapada en los despachos y pasillos del poder gubernamental permite a la derecha el empoderamiento social y político, dada la situación a la defensiva en que está colocada la izquierda reformista. Se hace, por tanto, imprescindible una articulación organizativa, política e ideológica del campo revolucionario para enfrentar esta situación de equilibrio precario en el campo de la burguesía.

Alexis Dorta

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