En los debates del XI Congreso se han aportado variados argumentos y acertadas sutilezas en torno al intricado problema sindical. Debates que han aconsejado la conveniencia de continuar la reflexión en torno a tan importante asunto. En ese sentido van lo que pretenden ser algunas aportaciones.

La plusvalía es elemento constituyente, sustento y fundamento del sistema del capital. Su perentorio impulso a conseguirla obliga al capital a realizar la máxima explotación de la clase obrera y la mayor opresión de toda la clase trabajadora.

El sindicalismo es la histórica y adecuada defensa de la clase ante esta situación. Es el instrumento conseguido, tras décadas de luchas históricas para defenderse de las atrocidades del capital impulsado a obtener la indispensable plusvalía y asegurar la subsistencia del sistema.

El sindicalismo surge, en el modo de producción capitalista, como instrumento de protección básico, que atendiendo a la defensa del salario y de las condiciones laborales y de vida de la clase trabajadora, trata de mejorar esas condiciones e impedir que se vea arrojada a la brutalidad mas cerril.

Por lo tanto, es un producto histórico y un instrumento.

Sindicalismo de clase/amarillismo

Sabemos que la ideología y organización de la clase se desenvuelve siempre, en un entorno ideológico y material dominado por la ideología y prácticas de la clase dominante, que para más inri dispone del estado para influir y asegurar esa concreta dominación. Por lo que el enemigo de clase procura que ese instrumento se utilice para otro fin completamente diferente, para salvaguardar el capitalismo mediante la (imposible) conciliación de intereses (un martillo puede servir tanto para clavar como para desenclavar).

El sindicalismo amarillo se ha fraguado para pervertir al sindicalismo de enfrentamiento de clases desde las primeras luchas obreras, pero es tras la Segunda Guerra Mundial, principalmente en la arrasada Europa, donde se estructura y arraiga el sindicalismo de conciliación de clases debido a las concretas condiciones que en aquel momento se entretejieron (entre otras, destrucción masiva de capital que consintió reanudar una fructífera acumulación de capital; su importante posición imperialista y colonial y, sobre todo, la fortaleza de la clase obrera y la presencia del campo socialista). Un capitalismo temeroso, obligado a aceptar determinados condicionamientos y que, no sin dificultades, introduciría en la ideología y en la práctica de la lucha de clases que la supervivencia del capital requería la conciliación de los intereses de las clases. Una muy buena manera de proteger los suyos. Y así hasta nuestros días.

La estructura o institución organizativa en la que la clase procura lograr sus intereses propios frente a patronos y patronal se plasma en el sindicato.

Dentro y en el entorno de los sindicatos transcurre la contienda, por un lado el sindicalismo de clase, que lucha por los intereses singulares de la clase y que esta no sea un despojo marginal y, por otro, enfrentado, el sindicalismo de conciliación de clases, cuyo principal éxito ha consistido en embotar la fortaleza de la clase trabajadora y alargar la vida del capital.

Los principales objetivos de una acción sindical característica de la defensa de los intereses de la clase atienden en su raíz a la defensa y mejora de las condiciones de vida y trabajo de la clase. En ese sentido su radio de acción principalmente ha de extenderse a los tipos de salario alcanzados como conquistas de la clase obrera. Salario nominal –expresión del salario real, la mayoría de veces sin correspondencia exacta- , salario diferido y salario indirecto. Tipos de salario que recogen casi en plenitud las condiciones de vida y trabajo de la clase, y cuyo logro y mantenimiento requieren condicionamientos ideológicos y organizativos adecuados.

La conciliación ya ha pasado.

La abrumadora etapa del sindicalismo de conciliación está alcanzando su estación terminal. La historia también es movimiento. La conciliación ha pasado su momento histórico. No ha muerto, pero se produce un proceso muy intenso hacia su extinción. Es imperativo para el sindicalismo de clase, sobre todo el “occidental” atender a esta situación tendencial.

Asalarización.

Es así porque al capital le fallan ciertos parámetros importantes que han permitido su desarrollo. Citamos algunos.

Si bien el número de trabajadores ha crecido considerablemente en las últimas décadas, la introducción de elementos de producción y medios auxiliares ha aumentado en relación a la fuerza de trabajo empleada, se origina pues, una caída de la tasa de beneficio a la vez que aumenta la cada vez mayor riqueza y masa de dinero que no se convierte en capital productivo de valor. Además, la productividad ya no es la misma que en tiempos más gloriosos y la disminución salarial sostenida hace que el mundo esté desparramado en un pantano de deuda. El capital apremia para acrecentar su tasa de beneficio y los beneficios en general. Hay que explotar, que exprimir más a la masa trabajadora.

Marx ya nos enseñó que el capital en su desarrollo revoluciona continuamente las relaciones de producción, la incesante búsqueda de plusvalía, le obliga a descubrir nuevos métodos de exprimir a la masa trabajadora. En la actualidad su ralentizada capacidad de acumulación le arrastra a la irreversible tendencia de impedir la asalarización, procurar al máximo que sus explotados salgan de su nómina, que sus explotados no dispongan de contrato laboral con la empresa. En el informe de la OIT, de mayo de 2015, esta organización indica que el empleo asalariado afecta sólo a la mitad del empleo en el mundo y concierne nada más que al 20% de la población trabajadora en regiones como África subsahariana y Asia del Sur.

Esa creciente incapacidad obliga a aplicar todo tipo de métodos para la extracción de plusvalía. Relativa y absoluta.

La acción sindical de clase ha de extenderse, como se dijo, a los tres tipos de salario, que son los que definen las condiciones de trabajo y de vida de la clase. Un sindicalismo que debe denunciar, combatir e impedir todo tipo de merma que se pretenda. Por ej. la disminución o exención de cuotas empresariales a la Seguridad Social saquean el propio sistema y son gravemente perniciosas para el propio trabajador/a en activo, al verse reducidas en un futuro muy inmediato las prestaciones a percibir, reducción sufrida actualmente a través de los austeros recortes (seguro de desempleo, por enfermedad, etc.). O la disminución casi hasta la supresión de impuestos fiscales a empresas, con una criminal carrera entre estados y comunidades por reducirlos quién más y mejor, les exige, eso dicen, una subida de los impuestos indirectos tipo IVA, impuestos pagados principalmente por las clases populares, que somos muchos más.

ACTIVIDAD SINDICAL

Desde esa perspectiva, en esas coordenadas, el/la sindicalista de clase, ocupe la posición que ocupe en la estructura sindical –afiliado/a, delegado de personal o miembro de sección sindical, miembro de comité de empresa, ejecutiva sindical, etc. O incluso barrial- no puede restringir su actividad sindical a esperar que se manifieste por cualquier colectivo el desacuerdo, el disgusto o, peor, que estalle el conflicto. El día a día de la opresión y despotismo explotador del capital ofrece oportunidades múltiples que permiten y exigen una actividad ideológico-sindical cotidiana, sistemática, permanente. Una actividad que aprenda a relacionar la particular situación del colectivo con la estructura general de la explotación, en atención especial al salario en cualquiera de sus formas.

La actual situación de miserabilidad y debilidad ante el capital solo posibilita al colectivo aislado pensar en lo más inmediato, atendiendo a cómo impedir muy parcialmente que la sima en la que se encuentra no se profundice más. Por lo que abrir otros elementos de conocimiento de la realidad permite otros horizontes; permite apartar a la clase del estreñimiento ideológico-político proporcionado por la ideología dominante. ¿Por qué no se acude y explica en los centros de trabajo, en los tajos y en cualquier nivel de la estructura sindical, la situación del Sistema Público de Pensiones, por ejemplo?

Frente a los imponentes medios de adoctrinamiento del capital, uno de los medios más eficaces disponibles es dirigirnos sin tregua al grupo de trabajadores del centro o tajo con el que estemos en contacto o del radio de acción sindical al que estemos adscritos. Es decir, ejercer allí sindicalismo de clase.

Por tanto, no esperar el estallido del conflicto. Cuando hay un conflicto serio como despidos, aplicación de ERTE o ERE, cierres de centros de trabajo o empresas, es tal la indignación y enclaustramiento en la tragedia del caso particular que en la mayoría de los casos no permite al trabajador/a sobrepasar el problema. Y en general, el conflicto particular se consume en el mar de la indiferencia, sin solidaridad. No la encuentra en otros centros, tajos o empresas porque se ha impedido ver que el conflicto no es exclusivamente entre patrono/colectivo trabajador, se pretende que no aparezca el conflicto entre intereses de clase patronales/intereses de clase trabajadora y, menos, la fundamental contradicción capital/trabajo.

Ceguera producto dela ideología dominante que sí trabaja sin descanso la parálisis del conocimiento y de la no-conciencia del conflicto de clases. Esta situación exige al sindicalismo que se proclama de clase a intensificar su actividad ante los colectivos de trabajadores/as y aplicarse a la lucha ideológica también en la propia estructura sindical a la que pertenezca. Intensificar en lo cotidiano el despliegue del conocimiento de clase y la conciencia de clase. Contra la pasividad y la indiferencia. La comparecencia ante los colectivos de trabajadores y la explicación de las siniestras formas de opresión del capitalismo se constituye en fundamental para realizar un sindicalismo que de clase no solo tenga el nombre y sea fundamental para superar la indiferencia, pasividad e insolidaridad actuales.

Realizar un ejemplar sindicalismo de clase demanda explicar incesantemente, sin tregua, con confianza, cuáles son sus intereses y la convicción de que solo su accionar como clase posibilita vencer. Por supuesto, explicar y actuar desde las circunstancias concretas existentes y atendiendo obligadamente a todas las mediaciones necesarias exigidas por las particulares circunstancias del colectivo de la clase al que nos dirijamos: nivel de conciencia, de organización, estado de ánimo, consistencia de la reivindicación, etc.

Añadir a lo anterior que prioritario es también suministrar a la clase conciencia de que solo su poderío es el que soluciona los problemas, pero su poder como clase, no como desesperados, apartados solo de su pasividad e indiferencia por el estallido de la atrocidad perpetrada por su empresarioparticular.

ACTIVIDAD COMUNISTA COMO SINDICALISTA DE CLASE

Señalar algo que se da por supuesto y es obligado: la actividad se realiza, en general, con el análisis, elaboración y dirección de la célula respectiva.

El objetivo de la intervención puede ser resumido por “ideología socialista o ideología burguesa”.

Premisa que ha de guiar la actividad de la militancia comunista ejerciendo la práctica del sindicalismo de clase. Asentados en dicha práctica (expresadas anteriormente alguna de sus características), la actividad comunista parte del análisis concienzudo de las circunstancias que se dan en el colectivo o estructura en el que esté participando con el fin de… cambiar las circunstancias actuales. (… son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias…. ) T.III de “Tesis sobre Feuerbach” - Carlos Marx.

Cualquier tipo de actividad de la clase, por muy combativa y unánime que sea, no es de por sí una actividad que se enmarque en actividad hacia el socialismo. La militancia comunista ha de desarrollar su actividad hacia la comprensión por el grupo de trabajadores u organización a los que debe dirigirse de que el socialismo es imprescindible e ineludible. Para ello no se comienza por el final, por la proclama de “Socialismo o ahí te las compongas”. Desde las circunstancias existentes han de desplegarse todas las mediaciones precisas, tanto ideológicas como prácticas y aprovechar todas las fisuras y posibilidades.

Sin olvidar, nunca, que “o ideología socialista o burguesa”.

Julio Mínguez

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