Debemos librarnos de los siguientes defectos:

a) Espíritu de capilla.

Nos preocupamos sólo por los intereses de la localidad sin tomar en consideración el conjunto del país.

b) Sectarismo.

Se escucha de buena gana a los amigos del grupo aun cuando estén equivocados, se los emplea lo mismo aunque se confiesen incapaces. Por el contrario, cualquiera que no tenga la suerte de gustar es sistemáticamente rebajado, no importa su valor. Sus observaciones, por justas que sean, jamás se toman en cuenta.

Este es un defecto muy grave. Hace perder cuadros a nuestra organización, debilita su unidad de miras y de acción. A menudo es causa de fracasos.

c) Burocracia.

Responsables de una región se conducen como reyezuelos, dan libre curso a su arrogancia y a su tiesura. Se hace poco caso de los superiores y se abusa de los poderes para molestar a los niveles inferiores. Esta mentalidad de “gran señor” suscita antipatías y siembra la división, abre un abismo entre los diversos niveles, entre nuestra organización y el pueblo.

d) Estrechez de espíritu.

Recordemos que todo hombre tiene sus cualidades y sus defectos. Aprovechemos las cualidades de la gente ayudándolos a corregir sus defectos.

e) Manía de las formas y del decoro.

En lugar de pensar en los imperativos de la hora y en los resultados positivos, sólo nos preocupamos por la apariencia, sólo se busca el decoro.

f) Papelerío.

Nos hundimos con placer en el papelerío. Sentados detrás del escritorio se contentan con dar órdenes de lejos, sin tomarse la molestia de ir al lugar para controlar e indicar concretamente cómo aplicar las directivas.

g) Indisciplina y relajo de la disciplina.

Por favoritismo, camaradas que merecían sanciones han sido objeto de advertencias y críticas solo formales. En algunos casos, hasta se han entendido para pasarse mutuamente la esponja, disimular mutuamente los errores, engañar a las instancias superiores y ocultar la verdad a la organización.

Tales prácticas no sólo hace incapaces de enmendarse a los camaradas en falta sino que les inspiran desprecio por la disciplina. Algo más grave todavía, tal debilitamiento de la disciplina de la organización puede proporcionar a los elementos reaccionarios la ocasión de infiltrarse en nuestras filas para entregarse en ellas a trabajo de zapa.

h) Egoísmo y corrupción.

Cada camarada debe mostrarse modesto. Cuanta más antigüedad tenga en la lucha revolucionaria y más capaz es, menos debe valorarse. Hay que aspirar a actuar mejor y tener siempre presente el espíritu de las palabras de nuestro maestro: “Aprender, seguir aprendiendo, aprender siempre”.

Camaradas, deben hacer lo imposible para concretar los puntos siguientes:

a) Militarizar nuestra organización, llegar a una unidad de objetivos y de acción absoluta. Somos el ejército de vanguardia.

b) Elegir convenientemente los cuadros para los órganos de dirección, delimitar con claridad las atribuciones, organizar un contacto y una colaboración estrecha entre los servicios, evitar absolutamente tanto los abusos de poder y la pretensión de acumular todo como la tirantez, el trabajo atascado y el huir ante las responsabilidades.[“A los camaradas de Bac Bo”, 1 de marzo de 1947].

Tenemos tareas urgentes para cumplir en el partido:

a) Nos faltan muchos cuadros. Hay que formarlos, educarlos para obtener progresivamente un efectivo suficiente. El partido debe ayudar a los cuadros a estudiar por sí mismos. Muchos de nuestros camaradas tienen bastante y rica experiencia práctica, sin embargo, en cultura están en el abc. Los camaradas intelectuales han leído mucho pero les falta experiencia práctica y no están acostumbrados a los métodos de trabajo del partido.

Hay que elevar el nivel teórico de los viejos cuadros y ejercitar los cuadros intelectuales en el trabajo de masas.

b) En este momento los métodos de trabajo en el partido tienen dos lagunas: los viejos cuadros trabajan de manera “artesanal” y los nuevos cuadros trabajan de una manera científica, pero exagerada y no se adaptan a la situación en la resistencia. Hay que corregir nuestro método de trabajo de manera de hacerlo racional, de adaptarlo a nuestras condiciones, de no caer en el formalismo ni en el mecanicismo.

c) Frente a las masas no será simplemente inscribiéndonos la palabra “comunista” en la frente como nos haremos amar. Los camaradas deben adquirir las cuatro virtudes revolucionarias: trabajo, economía, integridad, rectitud.

d) Disponemos de dos medios para realizar la unidad de pensamiento y la cohesión en el seno del partido: la crítica y la autocrítica. Es necesario, de arriba hacia abajo, que todo el mundo las aplique para unirse y progresar cada día más.

e) Observar la disciplina: aunque en el partido seamos muchos, vamos al combate como un solo hombre. Esta cohesión se debe a la disciplina. Nuestra disciplina es una disciplina de hierro, es decir severa y consciente. Nuestros camaradas deben esforzarse por seguirla rigurosamente.[“En ocasión de la clausura de la 6ª Conferencia de los cuadros del Partido”, 18 de enero de 1949]

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