El presente trabajo aborda el tema de la xenofobia y el racismo, específicamente cómo se manifiestan estos fenómenos en tiempos de la COVID-19. La realidad cada día se impone y demuestra cómo estas prácticas de segregación han influido directamente en la incapacidad de muchos gobiernos para manejar la lucha por evitar los contagios y salvar vidas.
Introducción
La Covid-19, ya se halla en más de 180 países indicador este que perfila como una pandemia letal, no todos los gobiernos asumen con objetividad el combate de este coronavirus, ni defienden la unidad internacional para vencerla.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha hecho un gran llamado a la unidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS), firmemente explicó que lo importante no es buscar el culpable del virus, de hecho, no considera que existan culpables como aseguran diversas teorías de la conspiración. De lo que se trata es de unirse para combatirlo, trabajar de forma solidaria y no dejar solo aquellos que no poseen ni los medios y el capital humano necesario.
Hay algo que es importante tener en cuenta, por cuanto se ha convertido en parte inalienable de la letalidad de esta pandemia: el desarrollo sin freno del racismo y la xenofobia, flagelos que llevan siglos destruyendo al ser humano. Racismo y xenofobia han constituido parte de la propagación de muchas pandemias. Su expresión más amplia se evidencia en la destrucción de muchos pueblos.
La xenofobia y el racismo no son flagelos modernos, sin embargo, no siempre se ha luchado contra ellos, las sociedades donde impera la actitud de unos seres humanos por encima de otros son sociedades enfermas también, porque resultan ser generadoras de desigualdades.
Hoy el mundo está cambiado, los gobiernos en su mayoría han perdido el azimut del camino, los problemas de miles de año se reproducen, los vicios de los poderosos se traducen cada vez más en posiciones xenofóbicas y racistas. La lucha contra un nuevo coronavirus no es ajena a este escenario.
La COVID-19 es nueva… el racismo y la xenofobia no
Desde que los seres humanos comenzaron a enfrentarse por lograr el poderío de unos sobre otros, afloraron los primeros vestigios del racismo y la xenofobia; existían otros nombres, pero la esencia era la misma. Se luchaba por poder, el ganador trataba al perdedor como un objeto, desaparecía el ser pensante y predominaba el vencedor que se sentía superior como especie.
En Grecia a.n.e. ya existían rasgos xenófobos, Platón en sus escritos daba sobrevaloración a la «polis», de la propia cultura en detrimento de las otras. A través de la historia se ha manifestado xenofobia entre las civilizaciones, así surge el antijudaismo, el racismo contra las etnias europeas, americanas, el racismo colonial y neocolonial europeo en África y la repulsa a los gitanos fundamentalmente; muchos ejemplos pudieran citarse.
El mundo no es una serie de sectores incomunicados, la migración es uno de los fenómenos sociales más destacados, lo cual ha posibilitado la evolución del hombre, así como el desarrollo de los sentimientos xenófobos y racista en todas las regiones del orbe. Se emigra por diferentes razones: hambre, guerra, pandemias, terrorismo, desarrollo personal o grupal. El racismo y la xenofobia en muchos casos se convierte en las consecuencias.
En nosotros han coexistido diferentes prototipos: negativo y positivo; desarrollándose en seres humanos la racionalización y contención del sentimiento xenófobo, el miedo al diferente, que podría ser innato o no, quizás como reminiscente de nuestra historia evolutiva o como resultado de los procesos de opresión de los vencedores y vencidos y explotadores y explotados.
Las diferentes formas del dominio de los imperios antes y después de nuestra era, el movimiento de las cruzadas, los enfrentamientos entre los diferentes grupos de nativos ancestrales, desarrollaron una especie de xenofobia y racismo que era justificado por los vencedores.
La primera mitad del siglo XX, fue especialmente trágica con el exterminio de millones de personas entre la primera y segunda guerra mundial, en muchos casos justificado por la xenofobia y el racismo. Se suponía que con la victoria sobre el fascismo se enterrarían estos dos fenómenos. La realidad es que los movimientos nazis, neonazis, racistas y xenófobos han persistido, y reaparecen con mayor fuerza en los momentos de crisis.
En Europa una vez más, los brotes de xenofobia y racismo empezaron en los años 80, bajo la sombrilla de los partidos de ultraderecha y de la prensa sensacionalista. Con la caída del campo socialista la mayoría de los países que lo conformaban pasaron a ser ciudadanos de segunda o tercera clase cuestión que se extendió hasta el siglo XXI.
La creación en 2007 del Grupo Identidad, Tradición, Soberanía (ITS) en el Parlamento Europeo permitió que se asociaran los partidos ultraderechistas y racistas de Austria, Bélgica, Francia e Italia, así como los de Bulgaria y Rumania.
Los partidos fascistas tradicionales de derecha han optado por moderar su mensaje y el perfil de sus simpatizantes y crear un fascismo edulcorado. Los que antes eran partidos puramente fascistas son ahora partidos populistas de derecha cuyos adeptos constituyen un arcoíris que engloba desde personas de ideología fascista, racista, xenófobas y los blancos alienados de clase trabajadora.
El pueblo africano lleva sobre sus espaldas más de medio milenio de racismo y xenofobia. Grandes cantidades de individuos fueron arrancados de sus hogares por las grandes potencias para que sirvieran de esclavos en otros países, principalmente hacia América.
Entre los albores del siglo XVI hasta el siglo XIX, las potencias de entonces: Inglaterra, Francia, España, Portugal, Holanda, transportaron de África fundamentalmente de Angola, Senegal, Gambia, y Sierra Leona, alrededor de 15 millones de negros esclavos para las Américas.1 ,2
No hay cifras exactas sobre las víctimas de las atrocidades cometidas. Expertos estiman que entre los siglos XVI y XIX un total de cien millones de personas fueron deportados o murieron durante la deportación. Esta cifra se refiere al tráfico total (occidental y oriental), contando también los muertos de las guerras de esclavización.3
Pero una vez alcanzada la independencia, los países africanos en su mayoría han continuado bajo la influencia de sus antiguas metrópolis, influyendo con diferentes manifestaciones en su desarrollo económico político y social. Hoy de forma diferente, pero con una explotación despiadada, con hambruna en muchos países y la presencia de múltiples enfermedades entre ellas el SIDA, que es ya endémica y ha ocasionado millones de muertes.
Después de la segunda guerra mundial, la segregación racial, más conocida como el apartheid, fue un acto vergonzoso para la humanidad en pleno siglo XX, a pesar de las acusaciones permanentes en la mayoría de los foros de organismos multilaterales a la oligarquía blanca y rica y al imperialismo norteamericano.
Gracias a la lucha de su pueblo y solidaridad internacional de varios países, se logró la victoria en la última década del siglo XX. Sudáfrica pudo convertirse en un país libre y se cumplió la Resolución 435 que posibilitaba la independencia de Namibia, Sin embargo, los procesos racistas y xenófobos todavía se desarrollan en el continente bajo el apoyo y financiamiento de las potencias imperialistas fundamentales.
El Medio Oriente ha sido una zona permanente de conflicto. Esta región permanentemente es un volcán de violencia , donde la xenofobia y el racismo es una práctica normal y se caracteriza por las guerras, las sanciones, el terrorismo, la falta de gobernabilidad, el financiamiento de “ revoluciones” por oligarquías, países de la región y el apoyo incondicional de los EUA a Israel como garante regional.
En la región de Asia y Oceanía, desde que muchos países lograron la independencia, el desarrollo de la xenofobia y el racismo ha avanzado de diferentes formas, desde la proyección de los polos de poder hacia los más vulnerables, la diferencias entre regiones y la existencia de diferentes etnias y religiones.
América Latina y el Caribe es una región que ha sufrido y sufre los golpes de la xenofobia y el racismo. Los inicios se remontan al siglo XV con la llegada de los europeos a nuestras costas, primero las víctimas fueron los aborígenes, después los negros esclavos que de África fueron arrancados, dando lugar a la explotación más despiadada que ha sufrido el continente.
El logro de la independencia de los países Latinoamericanos y caribeños no disminuyo las manifestaciones de del racismo y la xenofobia. La existencia de una región de un arcoíris social, donde existen grandes cantidades de pueblos originarios, negros, mestizos y blancos con herencia europea, asiática, ha conllevado también a que los más vulnerables en los estratos sociales sufran la segregación social.
Otro problema que se presenta con los países Latinoamericanos y caribeños, es que hemos sufrido el comportamiento imperial de los EUA hacia nuestros pueblos, usados como traspatio de los gobiernos estadounidenses y las diferentes políticas del imperio, dígase, política de las cañoneras, la política del buen vecino, la doctrina Monroe y otras que están llenas de odio hacia nuestros pueblos, viéndonos inferiores en todos los sentidos. América Latina y el Caribe son ejemplos perennes de la práctica de la xenofobia y el racismo, ya sea por las dictaduras que han pasado y de forma directa y de los gobiernos de los EUA a través de su historia de relaciones.
En el 1790, el Congreso de Estados Unidos de América, decretó la primera Ley de Naturalización, donde establecía la ciudadanía estadounidense solo para las “personas blancas libres”, lo cual fue ratificado por la Corte Suprema en el 1857.
Pero no fueron los negros los únicos que fueron víctimas de la xenofobia del naciente Estado, muchos inmigrantes europeos blancos en diversas etapas fueron víctimas de la xenofobia como resultado de su origen nacional, irlandeses, franceses y alemanes, judíos, italianos, eslavos, fueron despreciados por no ser anglosajones.
Desde los orígenes de la colonización estuvo presente la discriminación a las poblaciones indígenas, llevada al punto del exterminio masivo, los supervivientes fueron concentrados en reservaciones hasta el día de hoy. Al igual que los de origen asiático, hasta el 1940 no podían optar por la ciudadanía estadounidense.
También desde el siglo XVI con la conquista por los españoles territorios norteños comenzó el desarrollo del racismo en los futuros Estados Unidos de América los cuales llegaron al país como fruto de la inmigración forzada en condición de esclavos desde África, la cual llegó a ser la más nutrida del mundo.
El racismo y la xenofobia tienen su causa fundamental en la necesidad de los grupos dominantes de segmentar la sociedad y estimular diferencias que limiten las posibilidades de articulación política de las clases subalternas, algo particularmente funcional en Estados Unidos, debido a su extraordinaria heterogeneidad social.
No hay nada novedoso en las políticas contra los inmigrantes de Donald Trump, sino una reversión a la más primitiva xenofobia para justificarlas, asumiendo como propios los presupuestos más groseros de los ideólogos de la supremacía blanca. El Ku Klux Klan es un ejemplo de esto.4
En los países europeos y en los EUA, tradicionalmente han sido, y son, las formaciones de extrema derecha las que alimentan y promueven el sentimiento de xenofobia, debido al creciente fenómeno migratorio, los conflictos interculturales derivados de su mala gestión y la crisis económicas.
Sin embargo, la «Convención sobre racismo y xenofobia de la ONU, define estos fenómenos como:
“Toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública”. (Artículo 1º de CER)5
Numerosos Estados tienen tipificadas como delito las conductas racistas y xenófobas. Por ejemplo, la Unión Europea aprobó, en septiembre de 2008, una ley contra el racismo y la xenofobia, teniendo los países miembros un plazo de dos años para adaptar sus legislaciones a esta ley.
Mario Antonio Padilla Torres (Dr. en Ciencias Filosóficas, Universidad de la Habana. Profesor e Investigador Titular del Centro de Investigaciones de Política Internacional de la República de Cuba. (CIPI). Alainet.
Notas
1 Consultar w.w.w.cervantevirtual.com Los comienzos de la esclavitud en América. Conrado Habler (PDF), consultado el 2 de julio 2020
2 Consultar Esponera Cerdán, Alfonso. «Bartolomé de las Casas y la esclavización de los negros según aportaciones de I. Pérez Fernández, OP (+2001)». Universidad de Valencia. Archivado desde el original el 28 de noviembre de 2015. Consultado el 3 de julio de 2020.
3 Consultar w.w.w.monografia.com pasado y presente de la esclavitud. Consultado el 3 de julio de 2020.
4 Ku Klux Klan (KKK) es el nombre adoptado por varias organizaciones de extrema derecha en Estados Unidos, creadas en el siglo XIX, inmediatamente después de la Guerra de Secesión, y que promueven principalmente la xenofobia, así como la supremacía de la raza blanca, homofobia, el antisemitismo, racismo y el anticomunismo. Con frecuencia, estas organizaciones han recurrido al terrorismo, la violencia y actos intimidatorios como la quema de cruces, para oprimir a sus víctimas.
5 Esta fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1965.