En reconocimiento a las comunistas de la Secretaría Feminista del CC.

Son estas unas líneas que, de tan esperadas para algunos, se hacen imprescindibles para todas y todos los que hacemos de la verdad un principio inalienable al ser revolucionario. Ahora solo proclamo en negrita mi alegría por leer en UyL el texto dedicado a esta heroica defensora de los Derechos Humanos que sufrió la tortura de la Gestapo y vivió como una ciudadana anónima más, en la Polonia socialista, mientras liquidacionistas, soberbios y aburguesados, minaban desde dentro la heroica obra de la clase obrera polaca hasta derrotarla cuatro décadas después. Quienes infiltrados en el PCPE, en su día maniobraron para censurar esta columna en UyL, eran también sujetos de esa misma calaña. Es necesario aprender de los errores pasados, y nunca bajar la guardia frente a los enemigos del Partido y de la clase obrera.

Por fin Irena…

Irena Sendlerowa nació el 15 de febrero de 1910, en Otwock. Quedó huérfana de padre cuando sólo tenía 7 años.

Irena curso estudios de enfermería, costeado por la comunidad judía en agradecimiento a la labor de su padre, y desde muy joven mostró su defensa hacia esa comunidad, lo que le costó tres años de suspensión en la Universidad de Varsovia.

En 1939, cuando Alemania invade Polonia, ella trabajaba como administradora superior en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia a cargo de los comedores comunitarios de la ciudad. A través de ellos proporcionaba comida, asistencia financiera y otros servicios para huérfanos, ancianos y personas empobrecidas, y además, ocultaba la entrega de ropa, medicinas y dinero a las familias judías facilitándoles nombres católicos ficticios y anotándolas como pacientes de enfermedades muy contagiosas como el tifus o la tuberculosis.

Cuando se crea el Gueto de Varsovia, Irena se une al Consejo para la Ayuda de Judíos, “Zegota”, organizado por la resistencia polaca y se encarga de organizar el rescate de niños y niñas judías.

Estableció una red de ayuda contando al menos con una persona de cada uno de los diez centros del Departamento de Bienestar Social, lo que le sirvió para poder elaborar documentación falsa para las indefensas criaturas.

Consiguió sacar a 2500 niños y niñas cuyas identidades reales conservaba codificadas en un registro que introdujo en tarros que escondió en el jardín de un vecino.

Fue descubierta y, el 20 de octubre de 1943, fue detenida y encarcelada por la Gestapo, soportó la tortura sin traicionar a sus colaboradores ni a las personas que había ayudado y fue condenada a muerte. Pudo escapar gracias a que la organización Zegota sobornó a un soldado que la dejó huir e incluyó su nombre en la lista de los ejecutados. A partir de ese momento continuó trabajando en la clandestinidad bajo el nombre de Jolanta.

Al finalizar la guerra rescató los tarros y utilizó los datos anotados para intentar la reunificación de niños y niñas con sus familiares, aunque en la mayoría de los casos fue imposible.

Después de la guerra continuó trabajando para bienestar social, sin embargo sus acciones durante la dominación nazi apenas se conocían hasta que en 1999 un grupo de estudiantes de Kansas (EEUU) sacó a la luz su historia.

En al año 2007 fue nominada al premio Nobel de la Paz, galardón que recayó en Al Gore. Casi un año después, la llamada “Schindler de Varsovia” murió en la capital polaca a los 98 años de edad.

La historia de Irena fue silenciada durante décadas, nunca se difundió su hazaña, Hollywood no hizo una película basada en sus hechos como La lista de Schindler, el patriarcado le puso una mordaza a su vida y a aquellas que intentamos difundirla.

Secretaría Feminista

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