Es un lugar común de nuestros debates preguntarnos cuál será la causa que puede llegar a provocar la crisis revolucionaria, ¿por dónde y por qué razón saltará la chispa que levante a las masas contra el sistema que las explota y oprime? Debate necesario, pero que si no les trasciende porque se hace con voluntad real de intervenir políticamente entre ellas, ejerciendo el papel de dirección revolucionaria que nos corresponde desarrollar como Partido de Vanguardia, acaba siendo un pasatiempo de mesa camilla para aliviar conciencias inquietas.

Esa última no es nuestra opción y, por ello, centramos todos nuestros esfuerzos en elevar el nivel de comprensión del carácter de la crisis entre quienes la padecen y, también, lograr convertir en conflicto político la gestión que hacen de la misma los diferentes gobiernos, incluidos los socialdemócratas.

Todas las medidas anti obreras y anti populares que se adopten a partir de ahora con la excusa de la crisis sanitaria del Covid19; cada una de las leyes regresivas que queden sin derogar del anterior ciclo de la crisis; así como la totalidad de las situaciones de exclusión social y pobreza en las que desgraciadamente ya están inmersas 1.100.000 familias que en España tienen a todos sus miembros en paro, de las que 600.000 no tienen ningún tipo de ingreso, son oportunidades para echarse a la calle y organizar la respuesta obrera y popular.

El momento es ahora, no hay otro, es el que nos ha tocado vivir y lo es en las condiciones que tenemos. No es peor, ni mejor, es el que existe y nuestra labor es organizar la lucha para hacerlo avanzar y conquistar victorias. Esa es la predisposición con la que tenemos que trabajar; con confianza en nuestra clase y en el convencimiento de su capacidad de lucha para armar la contraofensiva que enfrente los planes de hambre de la oligarquía monopolista para remontar su tasa de ganancias.

Echemos un vistazo a la situación para situar solo algunos de los datos que en lo concreto, más allá de las frías cifras, formarán parte ineludible de nuestra realidad y la de nuestra clase en los próximos meses:

  1. Pérdida del PIB superior al 15% con lo que ello supone de paralización económica generalizada.

  2. Tasa de desempleo en torno al 30%.

  3. Deuda soberana galopante que alcanzará el 133% del PIB.

  4. Empobrecimiento acelerado de las familias.

  5. Desvalorización creciente de la fuerza de trabajo (reducción de salarios, no pago de las horas extraordinarias, incumplimiento de convenios, horas no cotizadas…)

  6. Quiebra de la confianza en las principales instituciones del estado, con el prestigio de la Monarquía en caída libre.

  7. Crisis territorial que no solo no se cierra, sino que se consolida.

  8. Una socialdemocracia que ya no sabe qué hacer para mantener el colchón de protección social. La crisis le marca muy de cerca el alcance de sus medidas y reformas, y ya no puede mantener las medidas provisionales de protección social que había implementado al inicio de la crisis.

  9. Una derecha política sin más proyecto de país que las doctrinas ultraliberales, los crucifijos y una patria carlista y excluyente en la que solo caben ellos y el resto somos la anti España a eliminar.

  10. Europa ya no ilusiona a nadie, el mantra del progreso y la democracia de la UE ya no sirve para generar consensos sociales. Sectores de la oligarquía española, conscientes de perder la carrera frente a los monopolios de la UE, articulan un discurso nacionalista de marcado carácter proteccionista de lo que consideran “su” mercado y protofascista.

Y es, en medio de esta situación que hemos descrito - que no es otra que la que nos encontramos cada día al salir de casa-, donde aun hay quien, sin pisar la calle, sigue preguntándose por el alcance real de la Crisis, y, desde el salón de casa, continúa pronosticando cuándo y dónde llegará la Chispa que acabe mutando en revolucionaria. ¿Qué crisis podemos esperar más grande que ésta, para asumir con toda la responsabilidad que nos corresponde el papel de conducción revolucionaria que debemos asumir como Partido Comunista? ¿Para cuándo organizar la ofensiva obrera y popular que construya la alternativa y las estructuras de base del contrapoder?

Necesitamos nuestros soviets, tenemos que levantar muchas asambleas populares que progresivamente asuman un programa paraguas de mínimos en torno al cual se organicen los sectores más avanzados de la clase obrera y el pueblo para armar la contraofensiva que antes citábamos. Las menos de las veces, lo haremos desde una posición hegemónica compartida o no con otros compañeros y compañeras de lucha, pero la mayoría de las veces será desde posiciones minoritarias y diferentes a los planteamientos iniciales de las personas que ya han empezado a organizarse; y ahí será donde dé inicio nuestro aprendizaje, en la práctica concreta del día a día entre las masas organizadas para defender sus derechos.

Es lo que hay que hacer, no hay otra, y debemos realizarlo desde este mismo momento y de forma planificada desde las células y comités. No podemos ir ni a salto de mata, ni detrás de la primera liebre que nos salga; hay que analizar la realidad sobre la que intervenimos y, desde las categorías científicas del marxismo – leninismo, tomar las decisiones que correspondan para situar a nuestra militancia en una tarea que habrá de caracterizarse por la flexibilidad táctica, la honradez y la constancia.

POR ESO EL 23 DE MAYO INICIAMOS UN CICLO QUE SERÁ LARGO, PERO LO EMPRENDEMOS CON MORAL DE VICTORIA

El PCPE, la JCPE y los compañeros/as de lucha con los que compartiremos desde un inicio esta experiencia, salimos a la calle para tejer amplias alianzas sociales que respondan a las necesidades populares desde la defensa exclusiva de nuestros intereses y necesidades como clase y no a los intereses de nuestro enemigo de clase. Por eso hablamos de TRABAJO, DERECHOS Y UN URGENTE PLAN DE EMERGENCIA SOCIAL; ese es nuestro llamamiento en este paso que aspiramos llegue a convertirse en cauce de lucha organizada en la que sepamos unir todas nuestras fuerzas. No es momento de multiplicar luchas que vivan de espaldas unas de otras; no se trata de resolver “mi” parcelita, es la hora de acumular fuerzas para ganarle la guerra (de clases) a la burguesía. Es tanto lo que nos jugamos que necesitamos ganar todos y todas para que no pierda nadie.

La oligarquía no descarta la opción malthusiana para superar su crisis, sus teóricos más abyectos como fue Samuel Huntington a finales del siglo pasado ya lo planteaba con claridad. Lo repite el Vicegobernador de Texas, replicando a la actual Presidenta del BCE, pidiendo a las personas mayores que se mueran por el bien de la economía, pero lo defendió públicamente este 14 de Mayo, la Patronal de Valladolid desestimando las estadísticas de mortandad que tienen en cuenta a las personas no productivas, por considerarlas engañosas.

¿Con este escenario que se nos viene encima, podemos seguir esperando? Está claro que no.

Trabajemos en lo concreto para hacer madurar las condiciones subjetivas; es tarea de todos y todas, pero corresponde a los y las comunistas asumir desde el primer momento su responsabilidad en la dirección política revolucionaria del complejo proceso político y social que se nos ha abierto de repente con la aceleración de la crisis que ha provocado el Covid 19.

Julio Díaz

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