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Editorial Mayo 2020

En el 150 aniversario del nacimiento de Lenin, la forma concreta que toma hoy el desarrollo de la lucha de clases internacional constituye la mejor demostración del acierto y el rigor de las elaboraciones teóricas que, sobre el desarrollo histórico de la formación capitalista, realizó el gran dirigente del proletariado mundial.

Decía Lenin que el imperialismo es capitalismo parasitario y en descomposición. Esto es, el imperialismo es un capitalismo en fase de agotamiento histórico. Hoy esto es particularmente evidente en la extrema agudización de la contradicción, irresoluble dentro de los límites del sistema, entre el capitalismo y los intereses de la mayoría social, explotada y sometida. Cuando en los hospitales de Madrid se selecciona a las personas enfermas a las que se les niega asistencia sanitaria, en función de su edad, mientras, al mismo tiempo, el Ministerio de Defensa gasta 20.000 millones de euros al año en una irracional compra de armamento, tenemos una demostración inmediata e incuestionable de que el capitalismo es un sistema económico y social insostenible. Y que la destrucción de este sistema es una necesidad urgente de la lucha del pueblo, organizado para la defensa de los intereses de la mayoría social.

Las sucesivas privatizaciones de los sistemas públicos de salud en nuestro país nos dejan, en estas semanas, decenas de miles de personas fallecidas. La mayoría de ellas en las privatizadas residencias de la tercera edad, un negocio de 5.000 millones de euros, que son auténticos almacenes de personas mayores ya inútiles para la extracción de la plusvalía, por tanto inútiles para el capitalismo. Agonizando en la soledad, y enterradas, sin la cercanía de sus familiares.

La dimensión de la actual crisis sistémica –gestada desde hace años y que, en pocos meses, la Covid-19 ha sacado a la superficie de forma incuestionable-, supera con mucho lo conocido hasta ahora, y nos coloca ante un escenario que aunque no deja de sorprender por su radical cuestionamiento de la totalidad del orden internacional capitalista vigente, era un desarrollo hace tiempo previsto pero difícil de concretar en sus formas.

El 1º de Mayo de 2020 se desarrollará sin la presencia masiva de la clase obrera en las calles reivindicando sus derechos clasistas. Esa clase obrera que en estas fechas está recluida en sus casas bajo amenaza de un Estado de Alarma que es un Estado de Sitio, y sale obligada a trabajar sin ningún tipo de garantías para su salud y su vida, sometida por el Gobierno a la prioridad de la acumulación capitalista de los grandes monopolios.

La clase obrera de nuestro país, y toda la clase obrera mundial, se enfrenta a un nuevo desarrollo concreto de la lucha de clases. El camino hacia la salida de esta situación pasa por impulsar un radical y profundo combate de las masas obreras y populares, con el objetivo principal de avanzar hacia el poder obrero y la construcción de la sociedad socialista. El escenario post-Covid en los países capitalistas será de más paro, bajada de salarios y mayor precarización del empleo, que, además, afectará de forma especial a la mujer trabajadora y a la juventud obrera. Agachar la cabeza, y asumir la paz social, como táctica para aliviar el sufrimiento, sería una decisión suicida para los intereses de la clase obrera, pues la patronal envalentonada se abalanzaría con toda su rabia a despojarnos hasta del último derecho, y a colocarnos los más duros grilletes para mantener la extracción de la plusvalía.

El gobierno de coalición socialdemócrata se mostrará como la cara más amable del sistema capitalista, con el encargo de evitar una reactivación del conflicto social de masas, desarrollando una pretendida gestión “social” de la crisis. Mano de hierro en guante de seda. Por ello el PCPE, y también la JCPE, tiene que enfrentar una compleja y dura lucha ideológica, en la que es necesario intervenir con la pedagogía necesaria para que nos permita, en primer lugar, sustraer a las masas de la influencia reformista, para después llevarlas hacia una elevación de su capacidad para independizarse de las estrategias del capital y, así, elevar su conciencia a instancias revolucionarias superiores, haciendo posible un escenario más favorable para el desarrollo de la lucha de clases.

El anuncio de unos nuevos Pactos de la Moncloa expresa la gravedad de la crisis para la clase dominante. En esa estrategia contra la clase obrera coincidirán las fuerzas políticas y sociales que son funcionales al sistema de dominación. Tanto los partidos del Gobierno, PSOE-UP, como los de la llamada oposición, PP-Cs-Vox, como los dos sindicatos mayoritarios, CCOO-UGT, acompañados de otros actores más, se aprestan a concertar una estrategia cuya divisa no es otra que hacer pagar a la clase obrera esta nueva expresión de la crisis general del capitalismo español. Puede que alguno de los actores invitados adopte una posición algo diferenciada. Eso no cuestiona la estrategia, sino que es sencillamente un reparto de papeles para dar mayor credibilidad al engaño.

Después del confinamiento las iniciales promesas sociales del recién formado gobierno desaparecerán: no se derogarán las contrarreformas laborales, no se incrementará el SMI, no se revalorizarán las pensiones, etc. Todo ello se justificará con la Covid-19. Las ayudas sociales que se implementen serán escuálidas, y tendrán tan solo la duración imprescindible para mantener el engaño, luego la miseria se extenderá por los barrios populares. La sobreexplotación se incrementará, al igual que la represión de los derechos sindicales y la pobreza de una buena parte del pueblo.

El bloque oligárquico-burgués aprovechará la ocasión para reforzar el carácter autoritario del Estado y su orientación policial-militar. La vida del pueblo se desarrollará en un espacio panóptico, donde se implanta una vigilancia universal continua de nuestras vidas, pero el vigilante se mantiene invisible, impidiendo que la persona vigilada sepa si ese vigilante está o no está presente. La geolocalización, legalizada durante el confinamiento, se quedará como un nuevo control diario de toda nuestra actividad personal, y como una prueba de cargo en cualquier proceso judicial represivo.

Y, ante esta nueva situación, la consigna central del PCPE para la nueva etapa de la lucha de clases es tajante: SOLO EL PUEBLO ORGANIZADO SALVA AL PUEBLO.

El descontento social se transformará en movilización de masas, y es necesario que esas masas adquieran la conciencia clara de que solo realizando un enorme esfuerzo organizativo la respuesta social el pueblo podrá avanzar en la solución a sus justas demandas.

La conducción revolucionaria será la cuestión central. Conducción revolucionaria en la que el PCPE, y la JCPE, tienen que ganarse el reconocimiento de las masas obreras y populares en la lucha diaria. Y eso se dará en un escenario de fuerte disputa ideológica, no solo con la socialdemocracia gobernante, sino con las posiciones más derechistas y con todo tipo de oportunismos de derechas y de izquierdas, que aparecerán como flores en primavera. El PCPE, que trabaja para ser la fuerza determinante en la lucha de clases en nuestro país, enfrenta ahora el reto de desarrollar un intensísimo trabajo de masas que le permita ganar ese lugar de conducción revolucionaria, para elevar la conciencia revolucionaria de esas masas. En ese trabajo de masas es necesario articular un amplio bloque de alianzas sociales, que vaya dando forma a las estructuras del poder obrero y popular. Asambleas, Plataformas, Comités, y todo tipo de formas organizativas de base que hagan posible organizar a los distintos sectores afectados por las políticas que la clase dominante implementará para, de nuevo, resolver esta profunda crisis a favor de sus antisociales intereses clasistas.

La coordinación de todas esas instancias de democracia de base irá elevando la capacidad del bloque obrero-popular para dar la batalla en defensa de sus intereses, e imponer una línea política favorable a los mismos. Las redes de apoyo mutuo jugarán un especial papel vertebrador del movimiento. Nuevas formas de solidaridad clasistas se irán forjando.

Con el ascenso de las luchas de masas la respuesta del poder será violentamente represiva. Planificar la defensa del pueblo organizado será un factor fundamental. Los movimientos antirrepresivos y de defensa de las libertades se han de organizar por todos los barrios y centros de trabajo, para plantar cara al nuevo Estado policial-militar.

Solo la lucha organizada del pueblo nos dará la victoria. Es necesario organizar la lucha para destruir el sistema capitalista. La sociedad socialista es una urgencia. Por la República Socialista de carácter Confederal. SOLO EL PUEBLO ORGANIZADO DEFIENDE AL PUEBLO.

En la LUCHA INTERNACIONAL el PCPE EXIGE el inmediato levantamiento de todos los bloqueos, la liberación de todos los presos/as políticos, y un alto el fuego inmediato en todos los conflictos armados.

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