“El nombre de Lenin es algo sumamente familiar para todos nosotros. No vamos a hacer un panegírico de Lenin. No nos atreveríamos a hacer un panegírico de Lenin, porque siempre nos quedaría la preocupación de que las ideas no fuesen capaces de expresar todo lo que realmente la admiración encierra.” Fidel Castro, conmemoración del Natalicio de Vladimir Ilich Lenin, 1970.

Este 22 de abril se cumplirán 150 años del nacimiento de Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, conmemoración en tiempos de Coronavirus, pandemia gestionada bajo los intereses y perspectiva del capitalismo global, que pone en riesgo la vida de miles de personas en el mundo.

En estos momentos cuan necesario sería que su herencia, de comunista honesto, de enorme inteligencia política, destacado por su inquebrantable lealtad con los trabajadores y trabajadoras del mundo, estuviera viva en el corazón de la clase obrera y sus organizaciones y cuan diferente afrontaríamos esta crisis sanitaria si se hiciera según los ideales por los que Lenin siempre luchó, la de una sociedad de iguales donde la defensa de la vida plena estaría en el centro de la organización social.

Su genialidad de análisis del momento concreto de ruptura revolucionaria, como su oposición frontal a la guerra imperialista europea en 1914 o las Tesis de Abril y su llamada a “Todo el poder a los Soviets”, convirtiéndoles en los futuros órganos de la revolución de octubre en 1917; debería contagiar  rápidamente nuestras conciencias, veríamos con claridad al enemigo: el sistema capitalista y que la pandemia más cruel es el imperialismo, que mata a miles de personas diarias a lo largo y ancho del mundo. El imperialismo, fase superior del capitalismo (1916), sistematiza la concepción marxista de la guerra, demostrando que únicamente una revolución que destruyera al capitalismo proporcionaría una paz duradera.

Lenin era un orador vivaz y enérgico, sincero, abierto, planteaba las cosas directas y sin ambages. Lo que exigía a los demás se lo exigía a sí mismo. Gran conversador y escrutador. Enemigo acérrimo del halago y elogio fácil. Excelente creador de equipos, sacaba de cada cual lo mejor de su capacidad. Comprometido con la causa de la revolución, su voluntad, la meta de su vida, se encaminaban en bloque a un solo fin: acelerar la revolución como obra de las masas, la revolución proletaria mundial, una e indivisible.

Asombra la amplitud de su obra y pensamiento, dedicando también gran atención a temas como la educación, el arte o el amor, escribe sobre ello Clara Zetkin en su libro “Recuerdos sobre Lenin”,  resaltando que: "Lenin atribuía una importancia muy grande al movimiento femenino, como parte esencial, en ocasiones incluso decisiva, del movimiento de las masas”(…) “Ante la necesidad inexorable, fallan todos los discursos. Sin tener a nuestro lado a millones de mujeres,…, no podremos edificar la sociedad comunista. A todo trance tenemos que encontrar el camino que nos lleve a ellas, estudiar, ensayar, para encontrar ese camino. Por eso estamos también en lo cierto cuando planteamos reivindicaciones a favor de la mujer. (…) Que odiamos y queremos suprimir todo lo que oprime y atormenta a la obrera, a la mujer del obrero, a la campesina, a la mujer del hombre humilde y, hasta en ciertos aspectos, a la mujer de las clases acomodadas. (…) Naturalmente que no como reformistas adormecedores y tutelares. No; nada de eso. Como revolucionarios, que llaman a la mujer a colaborar, como igual en derechos al hombre, en la transformación de la Economía y de la superestructura ideológica de la sociedad.”

Su legado es inmenso, pero está en riesgo no tanto por las campañas difamatorias y de silencio que imponen los medios y la ideología dominante sino por la tergiversación, vulgarización y utilización que de él y su obra han hecho infinidad de oportunistas y pequeños burgueses, falsos revolucionarios, “filisteos” que recitan sus palabras memorizadas porque nunca entenderán, "(…) al Lenin cuyo corazón era tan grande como su espíritu y su voluntad, y que por ello mismo se había convertido en el guía más descollante del proletariado. El Lenin que había marchado, fuerte e intrépido, hacia el triunfo, porque en él sólo vivía y palpitaba una cosa: el amor hacia las masas trabajadoras, con la confianza en la grandeza y en la bondad de la causa a la que había entregado su vida, la fe en su triunfo. Por eso pudo hacer el "milagro" histórico. Aquel hombre movía montañas”. Clara Zetkin.

Tatiana Delgado

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