De aquellos polvos...

El viraje eurocomunista del PCE supuso un verdadero drama, transformando la principal fuerza de oposición al franquismo en una fuerza electoral de segunda, que se vio fácilmente desplazada por el PSOE. Carrillo y su equipo quisieron convertir al PCE en una opción de gobierno “moderada”, aceptable por el capitalismo patrio. No solo fracasaron en este propósito, sino que se demostró que Roma no paga traidores, y el capital no estuvo dispuesto a ir más allá de la presencia de concejales y alcaldes comunistas en algunos gobiernos locales.

El comunismo español aún no se ha recuperado de este traumático tránsito, y aunque quienes sucedieron a Carrillo renegaron de algunos de sus planteamientos, no han dejado de reproducir los elementos fundamentales del carrillismo.

Domados, doblados, domesticados.

Estamos en un momento político peculiar: por primera vez desde los años treinta del siglo pasado, varias personas “a la izquierda” del PSOE, forman parte del Consejo de Ministras. Hay que desearles suerte, porque van a necesitarla a raudales; esta no es una afirmación gratuita, sino el resultado de analizar experiencias similares. Por ejemplo, el gobierno PSOE-IU en Andalucía hace unos años, con varias carteras en manos de la coalición de izquierdas, pudo ir poco más allá de algunos gestos, teniendo que acometer la gestión de los terribles recortes que se sufrieron en aquellos años. La presencia de IU en el gobierno autonómico no significó más que unas pinceladas de izquierda dentro de un modelo netamente capitalista en su versión neoliberal. Recientemente, un asesor de dicho gobierno me dijo que intentaron hacer cosas, pero que estaba todo muy coartado por el gobierno central y Europa, además de por la situación económica; es decir, estas compañeras/os se toparon con la veracidad de la teoría marxista del estado, de la que reniegan, comprobando que no es lo mismo gobierno que poder. Dentro de un estado capitalista, con estructuras y economía capitalista, el poder estaba lejos de las carteras que gestionaban. No lograron frenar los recortes, ni desenmascarar al PSOE, ni reforzar estructuras de contrapoder…

Además, tocando moqueta en el gobierno de turno, se agudiza la separación cada vez mayor entre las bases y la estructura del Partido, y las personas que se encargan del trabajo institucional, convirtiéndose estas últimas en quienes detentan realmente el poder de decisión en la organización. Repasen los documentos congresuales del PCE desde hace décadas, o los de las Asambleas de Vistalegre de Podemos, y verán que es una constante la referencia a este problema. Es lo normal cuando conviertes el principal instrumento de lucha de la clase obrera en un partido electoralista y “respetable” al uso.

Gestionar la decepción, mantener la reivindicación.

Ojalá nos equivoquemos, pero todo indica que el próximo gobierno “de progreso” va a decepcionar a quienes confían en él desde el campo obrero y popular. Probablemente, la tarea del momento sea gestionar la decepción, para que ésta no alimente a la extrema derecha, que históricamente ha sabido rentabilizar muy bien la decepción popular con la socialdemocracia. El movimiento obrero y popular es consciente de este riesgo, que lleva a la benevolencia con el nuevo gobierno, atrapado en la dicotomía “o sostenemos a estos, o lo que viene es la derecha salvaje”. Sin embargo, la pasividad ante lo que consideran “su gobierno”, es lo que puede abrir efectivamente la puerta a la extrema derecha. Solo la articulación de un proyecto autónomo de la clase obrera, en pos de sus intereses como clase social, puede reforzar la unidad obrera y popular y logar avances significativos en nuestra situación. Para iniciar esta senda, es fundamental que las organizaciones sindicales y sociales presionen y exijan, como mínimo, que se hagan reformas profundas en puntos clave: pensiones, reformas laborales (las dos), leyes mordaza…, tratando, en estas luchas, de articular un proceso de acumulación de fuerzas que lleve a un punto de partida mejor desde el que acometer la lucha contra los futuros ataques del capital y por la conquista de nuestros derechos.

J.P.

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