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Editorial Noviembre 2013

En los últimos tiempos las cifras de los despidos en las grandes empresas del Estado Español se acumulan hasta formar un monto de varios cientos de miles de trabajadoras y trabajadores, que pierden sus empleos como consecuencia de las necesidades del capital monopolista para tratar de recomponer la tasa de ganancia.

Si tomamos el ejemplo de tres grandes empresas que están de actualidad -Pescanova, Panrico y Fagor-, vemos que las mismas han presentado planes de despidos que se acercan a veinte mil puestos de trabajo. Al tiempo que anuncian reducciones brutales de salarios (hasta del -45% en el caso de Panrico) para quienes continúen trabajando en la empresa.

Anteriormente han sido muchas otras empresas las que han seguido este camino: Telefónica, Bankia, Iberia, y un largo etcétera; todas ellas han protagonizado despidos masivos, y han aplicado importantes bajadas de salarios en los últimos años.

Las reducciones de plantilla siempre significan una mayor carga de trabajo para quienes continúan en la empresa, a quienes se aumentan los ritmos de trabajo y las horas extras -frecuentemente no pagadas-, se les reducen las vacaciones, ….. El efecto último perseguido por el capital es el incremento de la tasa de explotación, en el intento desesperado de obtener una plusvalía relativa que permita contrarrestar los más radicales efectos de la crisis capitalista.

La convergencia de la crisis capitalista, por un lado, y de las pugnas interimperialistas por el control de los mercados, por otro, dejan al capitalismo español sin margen de maniobra. Esto es lo que hay.

Las clases dominantes tratan de ocultar esta realidad, y esta tendencia inexorable dentro del capitalismo. Así, quienes entre la clase obrera han sido llevados a la creencia de que podían eludir esta realidad buscando trabajo -por ejemplo en Alemania-, han podido constatar que la situación es la misma en todo el mundo capitalista, y que la utilización que el capital hace de la clase obrera en la cabeza del polo imperialista europeo es la misma que en nuestro país, cuando no peor.

En paralelo con este proceso de destrucción de fuerzas productivas entra el capital monopolista internacional a aprovechar la situación. A precio de saldo el capital transnacional se adueña de importantes empresas del país. Algo que por los medios de comunicación de la burguesía se propaga como un síntoma de recuperación de la economía del país, y cuya realidad no es otra que una consecuencia directa del proceso de desvalorización de capital que azota a la economía española y que impulsa un nuevo salto en el proceso de concentración y centralización del capital.

Al mismo tiempo el Estado aprueba un plan de puesta en venta de una gran cantidad de bienes públicos, que pueden representar una cantidad del orden del 25% de su patrimonio. El objetivo principal de esta operación es el de maquillar las cifras del déficit. Hacer caja para tratar de cuadrar las cuentas. Así, se venden piezas del patrimonio histórico y cultural, y espacios naturales protegidos, entre otros. Una auténtica liquidación a precio de saldo, como única salida ante la imposibilidad de resolver los problemas estructurales del quebrado capitalismo español.

Las administraciones públicas del Estado han procedido a despedir una gran cantidad de trabajadores y trabajadoras. Son muchas decenas de miles de puestos de trabajo los que se han cancelado en ayuntamientos, diputaciones, sanidad, servicios sociales, educación, etc.

Sólo aumentan las plantillas de los cuerpos represivos. El Estado queda configurado como una estructura cada vez más centrada en el ejercicio de la violencia contra la mayoría social, reduciéndose -hasta su progresiva desaparición- la articulación de mecanismos sociales de legitimación y consenso social.

El futuro del capitalismo español -como formación sociohistórica agotada- evoluciona hacia un modelo progresivamente más injusto y más desigual en lo social, con la mayoría del pueblo cada vez más explotada y empobrecida, y con altos grados de violencia contra toda disidencia. Toda crisis capitalista -siempre que no se resuelva en un proceso revolucionario-, significa un nuevo paso en el proceso de concentración y centralización del capital, un crecimiento del poder absoluto de la oligarquía y los monopolios. Esto es lo que estamos viendo.

Una agudización extrema de la lucha de clases, donde la intervención del Partido Comunista será determinante como vanguardia en el proceso de acumulación de fuerzas para la destrucción de las bases materiales de la sociedad capitalista.

Sin lucha obrera revolucionaria el futuro será la continuidad del capitalismo español más agresivo: menos salarios, menos derechos, menos salud, menos educación, menos pensiones y penetración de otras fracciones del imperialismo.

La lucha revolucionaria, organizada por el Partido Comunista al frente del proletariado, avanzará hacia el poder obrero, la justicia social y el final de la explotación, hacia el socialismo-comunismo. Ese es el futuro que la clase obrera necesita con apremio, ese es el futuro por el que luchamos de forma continuada, hasta la victoria.

FIESTA UNIDAD Y LUCHA

La celebración en Madrid, el pasado día 2 de noviembre, de la primera Fiesta de Unidad y Lucha puso de manifiesto algunos elementos muy importantes del desarrollo de la lucha revolucionaria en nuestro país.

La Fiesta dejó constancia del compromiso internacionalista del PCPE, de su voluntad de avanzar en la coordinación comunista internacional, y por ello el acto central de la misma fue el mitin con la presencia de cinco partidos comunistas que, respondiendo a realidades sociales y políticas muy diversas, coincidieron en su presencia y en sus posicionamientos políticos. Los dos debates realizados también fueron expresión de las prioridades del Partido y contaron con una acogida extraordinaria.

La Fiesta también dejó constancia del crecimiento de las capacidades políticas y organizativas del PCPE y de los CJC, y de su progresiva implantación de masas, con la presencia de sectores del movimiento obrero más allá de las propias filas de la organización y que son hoy destacamentos activos de la primera fila de la lucha obrera en este país.

El desarrollo de toda la actividad estuvo marcado por un estilo de militancia, que el PCPE ha ido construyendo a base de esfuerzo y de rigor, y que sitúa a la organización en un nivel superior de su compromiso con la construcción de la nueva cultura revolucionaria que caracteriza al Partido y a la Juventud. Por un lado herencia de la IIIª Internacional, y por otro producto de nuestras propias experiencias y aprendizajes.

Un importante punto de apoyo para continuar mejorando y ganando capacidad de lucha y de liderazgo en el proceso hacia la revolución socialista en este país. Con la prensa comunista como herramienta fundamental del combate ideológico y del avance organizativo.

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