Larisa Mijáilovna Reisner nació en Lublin (Polonia rusa) y desde la cuna arrancan las versiones interesadas sobre la mujer que fue. Biografías estereotipadas, llenas de especulaciones y versionado libre sobre sus posiciones políticas. Por no hablar de los rumores sobre su vida sexual, que se extendieron fruto del puritanismo burgués que pervivía en la joven y nueva  sociedad.

Tuvo una infancia viajera y en 1905 regresa la familia a San Pesterburgo donde terminó sus estudios. En 1909 escribe Atlántida, su primera obra teatral y en 1910 publicó sus primeros poemas. Ya ha tomado partido y ni en sus obras ni en su vida dejará de embarrarse y mancharse con la causa de la clase obrera. “No era una artista contemplativa sino una artista combativa que ve las luchas desde dentro y sabe cómo comunicar su dinámica, la dinámica del destino de la humanidad” dijo de ella Karl Rádek.

En 1914 su padre edita la revista Rudin que expresa las posiciones del socialismo antibelicista y  Larisa escribe poemas, artículos, contesta la correspondencia, entra en debates con los socialdemócratas del patrioterismo guerrero, escribe sobre los clubes obreros, sobre la cultura fabril… Después colabora en Nóvaia Zhizn1 y en la revista Létopis de Gorki, con quien rompe  por un artículo contra Kerenski.

Se vincula a los grupos de los marinos de Kronstadt, establece un círculo de estudios. Descubre a los bolcheviques, se entusiasma con la revolución de Octubre, trabaja en el Departamento de Bienes Culturales,  en 1918 se incorpora al ejército rojo y se casa con su compañero de armas, Fiódor Raskólnikov,  al que tras la guerra civil acompañó a Afganistán en tareas diplomáticas.

La autora queda unida a su obra y nos deja en ella lo que hace y es. Podemos saber de su participación en la guerra revolucionaria por su libro En el frente, aunque no cuente sus incursiones tras las líneas enemigas, ni las misiones de reconocimiento, ni que combatió, que disparó, que vivió en la trinchera con un pedazo de pan por todo alimento al día. Narradora de  lo que ve y como lo ve, cuenta la guerra en su brutalidad y como la está viendo.

En 1923 pide ser enviada a Alemania, donde su estancia ilegal le hace llevar una vida clandestina. Retrata la miseria urbana, la brutal inflación, las muertes de hambre, el desempleo. Asiste a mítines y manifestaciones. De esa experiencia surge Berlín, octubre de 1923. Después irá a Hamburgo a la búsqueda de la revolución que dio a los obreros comunistas el control de la ciudad. Camina por las calles, visita a los obreros escondidos, asiste a los juicios, entrevista a las esposas de los detenidos. Surge Hamburgo en las barricadas, obra de gran valor histórico y literario es su libro más importante.  

Viaja a los Urales, a la cuenca carbonífera del Donetsk, a las minas de platino de Kytlym, a las textiles de Ivanovo experiencias que ven la luz en su libro Carbón, hierro y seres humanos. En el país de Hindenburg retrata el capitalismo salvaje del renacimiento alemán.

La mujer profundamente revolucionaria, precursora del nuevo tipo de persona que nace en medio de la revolución, murió de tifus en el sanatorio del Kremlin.

Ana Muñoz

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