El Tribunal de Cuentas alerta de la falta de fondos para desmantelar las centrales nucleares y que alargar su vida solo pospone su problema. Pero, ¿de cuánto dinero estamos hablando y cómo se justifica esta elevada suma?
¿Por qué cerrar las centrales nucleares?
El Tribunal de Cuentas ha advertido de que no hay suficientes fondos para sufragar el coste por el desmantelamiento de las centrales nucleares, y que el acuerdo entre el Gobierno y las tres grandes empresas eléctricas, Naturgy, Endesa e Iberdrola sobre un cierre progresivo de las centrales ayudará a mitigar el duro golpe, pero no conseguirá hacer desaparecer el estratosférico déficit que se producirá con el desmantelamiento. Pero, si nos produce tantos problemas, ¿por qué cerrar las centrales nucleares?
Para comprender esta cuestión, hay que entender que la mayoría de las centrales nucleares del mundo fueron construidas entre las décadas de 1960 y 1970, con la tecnología de la época.
Central de Almaraz
Por ejemplo, la central nuclear de Almaraz se empezó a construir en 1973. Tal y como explican las predicciones del Gobierno alemán, el riesgo de fusión de núcleo en las centrales nucleares de Europa es del 16% y del 40% en las del resto del mundo.
Por otra parte, tal y como denuncian los grupos antinucleares, a día de hoy no existe una solución a la proliferación de residuos nucleares, que siguen radiactivos durante miles de años y representan el problema más importante de la energía nuclear. Las plantas de reprocesado que extraen el plutonio de la barras de combustible vierten después toneladas de desechos radioactivos al mar.
Además, las plantas de energía nuclear emiten material radiactivo al medioambiente en su funcionamiento diario a través de las chimeneas construidas para esta este uso, por donde se expulsan emisiones gaseosas radiactivas con niveles bajos de dosis debidos al tratamiento previo al vertido, pero que siguen siendo nocivos para la salud, según diversos estudios. Y por último, pero no menos grave, las centrales nucleares son un blanco fácil para el terrorismo, ya que la mayoría de las plantas no se construyeron pensando en el impacto voluntario de un avión actual, como un Jumbo o Airbus, con dimensiones mucho mayores que los de la flota de hace 40 años.
Accidente de Chernobyl
Como consecuencia del accidente de Chernobyl en 1986 y la creciente oposición popular a este tipo de fuente de energía, los sucesivos Gobiernos de España fueron promulgando leyes de no proliferación de energía nuclear hasta llegar a la promesa electoral para su desmantelamiento.
Este compromiso con el electorado se postergó como consecuencia del elevado coste que supone cerrar las centrales nucleares y el Gobierno convino con las grandes empresas postergar este cierre para reducir el impacto del coste. Sin embargo, el Tribunal de Cuentas advierte que no es suficiente para poder asumir los costes. Pero, de ¿cuánto estamos hablando? La factura asciende a 14.300 millones de euros, lo que supondrá, pese al plan para la financiación de este proceso, un déficit de 2.354 millones de euros.
¿Por qué es tan caro desmantelar las centrales?
Para desmantelar una sola central nuclear es necesario realizar un proceso costoso, el cual vamos a explicar con más detalle:
- Gestión del combustible gastado, es decir, el residuo de alta actividad y el acondicionamiento de los residuos de operación.
- Realización del plan de desmantelamiento, donde se explicita cómo llevar a cabo del desmontaje de componentes radiológicos, descontaminación y restauración ambiental del emplazamiento donde se ubicaba la central.
- Adecuación de las instalaciones auxiliares de la planta para su funcionalidad durante el proceso de desmantelamiento.
- Desmantelamiento de las instalaciones convencionales, tales como las torres de refrigeración o la sala de control.
- Desmantelamiento de elementos radiológicos y almacenamiento de todo el combustible nuclear gastado.
- Descontaminación de paredes y suelos de edificios radiológicos y demolición posterior cuando se certifique la ausencia de cualquier traza residual.
- Optimización del volumen de residuos como parte de la gestión de materiales que deberá realizarse durante todas las fases de mantenimiento.
- Restauración del emplazamiento mediante el saneamiento de los terrenos, una vez está garantizado que los suelos están libres de cualquier radiactividad residual.
- El cierre definitivo tiene un plazo “modelo” que indica el desmantelamiento total se puede iniciar tres años después del cese de actividad. Sin embargo, esta indicación general no es válida sin tener en cuenta las condiciones concretas de cada central.
¿Realmente es viable para España desmantelar sus centrales?
El mundo entero está prescindiendo de la energía nuclear y enterrando los residuos en grandes sarcófagos, utilizando una parte importante de sus recursos. Ahora parece que Enresa, la empresa pública creada para el tratamiento de residuos como parte del plan para el desmantelamiento de las plantas de energía nuclear en España, no tendrá suficientes fondos para llevar su misión a cabo. ¿Será capaz el Estado español de seguir la tendencia internacional o se quedará a la cola en plena era de transición ecológica global?
Parte de la respuesta se resume en el siguiente dato: en el año 2018 la energía nuclear aportó más del 20% del suministro de electricidad total del país. ¿Está la sociedad española preparada para asumir el reto del desmantelamiento?