Seguramente recordaremos el lamentable episodio que se produjo el pasado septiembre a cuenta de la ruptura o no del contrato firmado entre el Estado Español y el gobierno terrorista de Arabia Saudí para la fabricación de cinco buques militares por encargo a la empresa pública Navantia (con sede entre otros en Cadiz y Ferrol).

En plena intervención de Arabia Saudí en la guerra en Yemen, el Gobierno socialdemócrata de Pedro Sanchez amagó con anular dicho contrato pero finalmente con el apoyo principal de CCOO y los alcaldes de Cadiz (“Por Cadiz si se puede”) y Ferrol (“Ferrol en común”) se mantuvo el contrato. Esta postura ya fue rechazada en su día de manera clara por el PCPE1.

Pues bien, no todo está perdido desde el punto de vista de la Solidaridad Obrera ya que hace unas pocas semanas conocíamos la noticia de la negativa del Comité de Empresa de la empresa Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF) con sede en Beasáin (Guipuzcoa) a participar en la construcción de la nueva línea de tranvía de Jerusalen.

En concreto el Comité de Empresa (en el que están representados LAB, ELA, CCOO y ESK y que adoptó por unanimidad la decisión), insta a la dirección de la empresa a renunciar al proceso de licitación de esta línea de tranvías. Entre los argumentos del Comité está el paso del recorrido por territorio palestino para conectar colonias judías en el este de la ciudad lo cual implica la expropiación de tierras generando una gran “polémica internacional”. El Comité considera que la empresa no tiene que participar en contra de la legalidad internacional2.

Estos dos episodios demuestran la pugna entre dos formas de entender el sindicalismo. La diferencia entre uno y otro caso es la practica o no del internacionalismo proletario y la solidaridad obrera.

En la historia reciente tenemos muchos más ejemplos que podemos repasar.

A modo ilustrativo, aunque es más una acción a título personal y no colectiva que es lo que da más fuerza a la clase trabajadora, tenemos el caso del bombero de Bilbao que se negó a colaborar con la carga de toneladas de granadas de mortero con destino a Arabia Saudí en 20173.

Otro ejemplo de dignidad y solidaridad obrera fue el caso de la plantilla de la empresa nacional Bazán, que en 1977 en Cádiz, en plena crisis económica de los astilleros y con una inflación del 40%, llevaron a cabo un boicot en protesta por la presencia del buque escuela chileno Esmeralda, en plena dictadura de Pinochet. Este barco llegaba a puerto para ser reparado, pero no era un buque cualquiera. El Esmeralda había sido utilizado como lugar de tortura por el dictador y en su interior hombres y mujeres en lucha por la libertad y la democracia habían sufrido torturas y muerte. En aquel momento CCOO, UGT y USO, y partidos políticos de izquierda llamaban también al boicot generalizado a todos los trabajadores y trabajadoras de Cadiz4.

Ejemplos hay muchos y conviene repasarlos, pero lo importante es tener en cuenta que solo hace falta conciencia y principios para explicar entre los compañeros y compañeras de nuestra plantilla que ante los abusos y la explotación en otras partes del mundo tenemos que intervenir como miembros de una misma clase. O lo que es lo mismo, que nativa o extranjera se trata de la misma clase obrera.

Javi Delgado


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