Los elementos esenciales que definen a cada clase social son el papel que ocupa en el proceso de producción, en las relaciones de producción, y en la distribución de la riqueza producida. Cada clase está constituida por el conjunto de personas que juegan un rol similar en una sociedad concreta, independientemente del nivel de conciencia que cada uno pueda tener o no de pertenecer a tal o cual clase social. 

Son miembros de la clase trabajadora todos los hombres y mujeres que, desprovistos de la propiedad de medios de producción de cierta importancia, están obligados a vender por un salario su fuerza de trabajo tanto manual como intelectual a los dueños de esos medios de producción, quienes son a su vez los integrantes de la clase de los capitalistas, o burguesía.

El movimiento obrero, creado espontáneamente con precaria organización y sin conexión con otras luchas, con el objetivo de arrancar a los capitalistas mejores condiciones de trabajo, no sólo es legítimo, sino que es necesario. Si la clase trabajadora abandonara la lucha reivindicativa por mejorar sus salarios u horarios, o para conseguir beneficios sociales, o para lograr condiciones de trabajo más saludables y seguras, no sólo quedaría desarmada ante los capitalistas, sino que se privaría además de la posibilidad de emprender movimientos de más envergadura contra el capital.

En el terreno donde nos movemos a diario, en el centro de trabajo, en la fábrica, en la obra o en el campo, vivimos primero y comprendemos después nuestra condición de explotados. Es esta experiencia, vivida día a día y analizada a la luz de la ciencia revolucionaria, la que nos lleva a adquirir conciencia de clase y a comprender la misión histórica que nos corresponde.

De la reivindicación a la revolución

La lucha reivindicativa tiene un carácter limitado; es la forma inferior de la lucha de clases, aunque tiene gran importancia en el desarrollo del movimiento obrero. No es aún la lucha de toda la clase trabajadora contra toda la burguesía, es apenas una colisión entre grupos más o menos amplios de trabajadores, y uno o varios capitalistas. Pero sobre todo, y esto es lo principal, no afecta a la base del capitalismo, a la propiedad privada, ni se propone el objetivo de derrocar y sustituir las estructuras del poder estatal burgués. La lucha reivindicativa no busca suprimir la explotación, sino apenas suavizarla.

La burguesía trata de alienar, desarmar ideológicamente, a la clase trabajadora a través de sus medios de comunicación, y en general de todos los aparatos ideológicos que controla, como el sistema de educación. A esto se deben oponer los sectores más avanzados de la clase trabajadora con los argumentos científicos de su propia visión de clase: deben plantear con claridad que sólo la supresión de la sociedad capitalista puede resolver de manera definitiva la cuestión social.

El movimiento obrero, para ser objetivamente revolucionario, tiene que resumir la experiencia de todos los conflictos reivindicativos, para hacer que los trabajadores lleguen a la conclusión de que es necesario suprimir la dominación capitalista, y de que sólo el socialismo puede solucionar de manera global sus problemas. En definitiva, a toda lucha reivindicativa es necesario darle una perspectiva de clase.

MARIANO VIVANCOS. Especial para TP

Militante del PCV en Mérida


Publicado en Tribuna Popular el 26/12/2018

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