¿Se puede ser de “izquierdas” y “pacifista”, y defender la venta de armas para masacrar a pueblos indefensos? ¡Sí se puede! Lea y compruebe.
“La construcción de barcos en la Bahía de Cádiz no va a solucionar el problema de la guerra. Nosotros si no hacemos los barcos, ¿se va a acabar la guerra de Yemen? Esto no es pragmatismo, es agarrar el toro por los cuernos, es hablar de verdad, porque gobernar es esto”. Con este cinismo se manifestaba hace poco tiempo el alcalde de Cádiz, José María González “Kichi”, militante de Podemos, en el programa de televisión “Salvados” de Jordi Évole a propósito de la venta de 5 corbetas por más de 1800 millones de euros a Arabia Saudí. Declaraciones a las que se unieron las de los dos Pablos de la “formación morada”, Iglesias y Echenique, considerando con igual desfachatez, el primero, que “entiende que “Kichi” ponga por delante los contratos de sus trabajadores”, y estimando el segundo, que “el dilema (entre fabricar armas o comer) es imposible”. Unas afirmaciones que han sacudido la marmita política en la que nos encontramos, hasta el punto de casi hacerla estallar con la desautorización de Pedro Sánchez a la Ministra de Defensa, Margarita Robles, por ocurrírsele el pasado mes de septiembre paralizar una venta de 400 “bombas de precisión laser” al genocida régimen saudí en su guerra en Yemen, y para masacrar a su población civil.
Gestores del capital
Pero volviendo al personaje protagonista de nuestra historia, me gustaría resaltar lo particularmente patético y despreciable que resulta este individuo cuando, en la mencionada emisión de televisión, el periodista le pregunta si podría ganar unas elecciones oponiéndose a un contrato militar de Navantia (empresa pública de construcción naval) con Arabia Saudí. A lo que el alcalde gaditano y convencido “pacifista” responde con singular descaro que no cree “que nadie que se oponga a contratos como el de Navantia y Arabia Saudí pueda ganar las elecciones en Cádiz”. Respuesta que junto a la de que si hay que elegir entre la paz o el pan, “yo elijo el pan porque eso significa trabajo en Cádiz”, demuestra el talante oportunista de quienes hace apenas unos años embaucaron a media España con aquellos lemas revolucionarios de llevar “la imaginación al poder” y “asaltar los cielos”. Menudos farsantes. ¿Qué diferencia existe entre el comportamiento político de este cínico y belicista “Kichi” y el del exministro del interior, el franquista Jorge Fernández Díaz, cuando refiriéndose a las relaciones con la tiranía saudí afirma que “no vivimos en la arcadia de la felicidad y que hay que defender los intereses generales”? Evidentemente, ninguna diferencia. En el fondo los dos taimados politicastros gestionan el capital de la misma manera, aún a costa de vidas humanas inocentes si es necesario. Porque “lo que queremos – dice también sin remilgos un trabajador de Navantia - es llevar un sueldo a casa todos los meses, y nos da igual la utilidad que después se haga de las corbetas”.
Por supuesto que necesitamos trabajo para poder subsistir, sobre todo en el capitalismo que nos expolia. Pero no a cualquier precio. Meditemos sobre aquella frase de Che Guevara: “Seamos realistas y hagamos lo imposible”. Y lo imposible aquí, ahora, está en saber conjugar trabajo con dignidad. Exijamos trabajo, defendamos la industria naval, luchemos para que se invierta en ella y se asegure la carga de trabajo, defendamos la fabricación de buques civiles. Los trabajadores y trabajadoras no podemos permitir que con nuestro trabajo se mate - se aniquile - a nuestros hermanos y hermanas de clase en Yemen, pero tampoco en Siria, Palestina, Libia y en tantos y tantos países donde las armas fabricadas por el capitalismo asesinan a diario a miles de personas inocentes. Pero eso sí se puede, señor alcalde.
José L. Quirante