Los grandes medios de comunicación capitalistas son las cadenas que se utilizan para presentarnos los conflictos, según los intereses del gran capital, siendo no más que la “voz del amo” y plegando la opinión de sus “víctimas-consumidores” a los intereses de la oligarquía, aunque para ello tengan que ocultar sus intereses, manipular las noticias y poner en nómina a “reputados y reputadas” para-periodistas.

La guerra imperialista contra Yemen está prácticamente borrada de los noticiarios de las grandes cadenas de comunicación y también de buena parte del periodismo occidental llamado “alternativo”, fuera de las lacrimógenas noticias sobre los desastres de la guerra que buscan la ayuda económica dentro de la beneficencia, como si no hubieran una potencia agresora y un país agredido. Todo lo envuelven en una “cuestión humanitaria” , aunque para ello haya que justificar la dominación y la destrucción de Yemen. Nada nuevo bajo el sol, es la práctica habitual del para-periodismo, hay un golpe de estado en Honduras y lo dulcifican y no le dan ni un 0´01% en los medios de comunicación, porque los intereses de los ricos del país y del imperialismo están con el golpe de estado.

Es tan grande la mentira del mundo maravilloso en el capitalismo, que no tienen otra alternativa que mentir, eso sí, con muchos millones para hacerlo y con las técnicas más avanzadas de “psicología de masas”. No tienen más remedio, sus posiciones son reaccionarias, y la verdad es revolucionaria.

La elección de Obama o Trump es un ejemplo práctico de cómo se moldea la opinión pública para el cumplimiento de la voluntad de las grandes fortunas estadounidenses, entre las que destaca la industria armamentística. Tanto uno como otro, no confrontan con el imperialismo yankee y los fines que persigue. Si bien Obama era una cara amable, y solo una cara, y si no, que se lo pregunten a Libia y como fue derrocado Gadafi, o a Siria, y como se financió la guerra contra el gobierno legítimo de Bashar Al-Assad. Con Trump la táctica cambia, es una cara desagradable desde el principio, hace en la práctica lo mismo que Obama, pero sin endulzar las respuestas, buscando el conflicto directo, buscando la guerra imperialista, incendiando regiones directamente o apoyando gobiernos genocidas, como el sionista en su guerra contra Palestina. Los dos obedecen a la estrategia de dominio de Oriente Medio y el Golfo Pérsico, y no dudan en ejercer toda su violencia para la consecución de sus intereses, totalmente ajenos a los intereses de los pueblos, también del estadounidense.

En resumidas cuentas, los dos obedecen a la estrategia de dominio de Oriente Medio y el Golfo Pérsico, pero los pueblos se les oponen y provocan la GUERRA, directamente con tropas o directamente subvencionada por ellos y sus aliados.

En Yemen no hay un conflicto religioso, lo que hay es una agresión imperialista liderada por Arabia Saudita, que busca además de las reservas de petróleo, controlar el paso de mercancías desde el Mar Mediterráneo hacia el Océano Índico. Agresión que aplaude Estados Unidos, que con el punto de mira puesto en Irán, no duda en apoyar a su gran aliado saudí, metiéndose en el conflicto tras “detectar” la administración Obama, grupos de Al-qaeda (organización no ajena a la CIA). Hoy es Trump el que mantiene el apoyo a las fuerzas invasoras, lideradas por Arabia Saudita con fundamentadas “democracias” como la de Omán o Emiratos Árabes y el apoyo bélico, mediante la venta de armas y/o el apoyo logístico en bombardeos por países de la vieja y podrida Europa, tales como Reino Unido o Reino de España.

Carlos Torres

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