Preocupa fuertemente el ascenso de posiciones de extrema derecha o evidentemente neonazis o fascistas. Masas significativas de población en países importantes de esta Europa -Francia, Alemania, Austria, por ejemplo. Sin olvidar el facherío cutre evidenciado por la "cuestión catalana" estos días en España- conceden un gran soporte a partidos claramente neonazis y fascistas. A la vez, proliferan los grupos ultras bien subvencionados.
Hay distintas versiones que explican este desarrollo casi vertiginoso. Se alude a la capacidad de los medios de desinformación y adoctrinamiento. Es verdad. También a las generosas aportaciones económicas para el ascenso de grupos fascistas y neonazis. También es cierto.
Más en penumbra encontramos un elemento muy material que posibilita la extensión a una gran masa de población de sentimientos y actitudes claramente ultraderechistas y fascistas. No prestamos la atención imprescindible a la materialidad que posibilita y fundamenta la posición ideológico-política de una gran masa poblacional. Un segmento de población amplio, ocupado por aristocracia obrera, asalariados muy diversos y también una amplia representación de pequeña burguesía.
Repasando muy brevemente la historia europea, encontramos que la actual Europa es la del imperialismo forjado por los monopolios desde hace más de un siglo; y, más atrás, la del saqueo y expolio de continentes enteros. Unos monopolios imperialistas que se preocuparon de fomentar, gracias a ese expolio, unas capas de población con ciertos privilegios. Lenin llamó aristocracia obrera y lugartenientes de la burguesía a los que pululaban dentro de la clase obrera.
Tras la derrota del nazismo, fundamental la intervención soviética, y del fascismo en la IIª G. M., la instauración de repúblicas democráticas y populares en gran parte del territorio europeo y la propia fortaleza y lucha del movimiento obrero, la burguesía monopolista se vio obligada a acceder contra su propia naturaleza a la extensión de determinadas aspiraciones exigidas por la clase obrera. Para simplificar, se instauró "el Estado del Bienestar".
Así fue gestándose una capa significativa de población acomodada a las condiciones "naturales" de vida e indiferente y despreocupada por la procedencia de esas condiciones.
En la actualidad la dictadura del consumismo compulsivo - nos hacen creer que ese consumismo es lo más importante para el "crecimiento económico, para el desarrollo", cuando en realidad es una manera por parte de los monopolios de que los beneficios, tasa de ganancia, no decaigan- intenta crear un individuo autista en una sociedad teledirigida y maleable, para lo que cuentan con la ingeniería de control y manipulación de masas, con sus correspondientes instrumentos.
Los segmentos de población partícipes y proclives a ese consumo desaforado perciben el ataque sin tregua al trabajo y a sus condiciones de vida. Con mayor o menor conciencia sufren la sensación de precariedad, de debilidad, de fragilidad y desaparición de las condiciones de vida actuales que de forma "natural" les pertenecen.
Sin embargo, los salarios retroceden y el empleo es un milagro; mucha pequeña burguesía propietaria echa el cierre y las explotaciones campesinas sucumben; las pensiones peligran e incluso se extinguen, por lo que hay que acudir a planes de pensiones; la sanidad y la enseñanza son bocado prioritario para los monopolios, por lo que se necesita Sanitas o similar y las universidades privadas, convierten la salud y la enseñanza en un asunto de más y más dinero. Y sienten miedo.
Hay más. El consumismo, también de innumerables superfluidades, ha de continuar ilimitado y sin ninguna consideración ética o solidaria. Se requiere la movilidad extrema por medio del vehículo privado o por el Inserso y exigen ser turistas saltimbanquis. Para mayor gloria del sector turístico. En las neuronas habita la adquisición de vivienda; si no, hay fracaso. La adquisición de artilugios electrónicos, también otros, es una afición favorita. O cambiar de ropa en cualquier ocasión.
Para desarrollar este tipo de vida acorde al desenvolvimiento de los monopolios y el consumismo compulsivo el imperialismo europeo necesita elementos materiales, materias primas y fuentes abundantes de energía de las que carece. Citamos sólo tres: petróleo, gas, uranio.
Pero hay más materiales, cuya carencia harían la actual vida sencillamente impracticable: Coltán, potasio, fosfato, cobre, etc, Por no hablar de las "tierras raras" y del erbio, iterbio, europio o el samario imprescindibles para gran cantidad de instrumentos de todo tipo (muy entre paréntesis, parece que la RPDC -Corea del norte- posee en su subsuelo una considerable cantidad de estas tierras raras, evaluadas en unos cinco billones de dólares. Es posible que esto explique en parte las ganas de quitar este país del medio).
Nada de esto hay en Europa.
La dependencia, precariedad y fragilidad de esa situación está asimilada más o menos conscientemente, está ahí. Y lo que se cree que se tiene, no olvidemos que de forma natural, por derecho propio, pues han hecho creer que nada se debe a la lucha y a la organización, no se quiere perder.
Por tanto, percibe n indiferentes e insensibles a que el gas y el petróleo amontonan muertos. También que la guerra imperialista por el coltán y el uranio destroza a gran parte de África y que es suficiente con participar en una campaña en la que el Bisbal pide comprar un boli. Se compra la vestimenta en las tiendas del filántropo hiperexplotador A. Ortega , sin solidaridad alguna hacia la inclemente y criminal explotación hasta el (des)fallecimiento de miles y miles de trabajadoras en países sólo conocidos para pasar vacaciones. Indiferentes al contaminador transporte.
Por el contrario, se lamenta rabiosamente la llegada de cientos de miles de fugitivos, (trasportados por oportunas mafias) que arriban con la malsana intención de quitarnos el pan y el trabajo.
De manera más o menos asimilada y consciente la dependencia, precariedad y que todo se disuelva en el aire se percibe; y de manera "natural" esta masa se aproxima a aquellas opciones políticas, incluso no coincidiendo en aspectos ideológicos concretos , que prometen que sus condiciones de vida están por encima de cualesquiera intereses ajenos. Las proclamas del Frente Nacional en Francia o de AfD en Alemania, por ejemplo, no dejan de vocear que Francia o Alemania y sus ventajas son para franceses y alemanes exclusivamente.
La situación requiere prestar atención a las condiciones materiales que explican en gran medida este ascenso a la superficie de los neofascismos y neonazismos. Para poder más eficazmente luchar contra esta peste social.
Una manera eficaz de combate exige activar toda nuestra capacidad para desarrollar, establecer, todo tipo de colectivos, comités, círculos o como se quieran llamar, que partiendo de las inquietudes e intereses colectivos y de las resistencias sociales - en un horizonte de lucha hacia el FOPS- ejerzan acción e ideología y enfrenten esa amenazadora plaga para la humanidad. .
El movimiento obrero, los barrios en ciudades y pueblos tienen mucho que decir y hacer en el combate contra esta amenaza.
Necesitamos extender, consolidar, fortalecer la herramienta imprescindible para la transformación social: el partido comunista fundamentado en el marxismo-leninismo y en el más acendrado internacionalismo proletario.