Le oí decir recientemente a un camarada que el complejo proceso de construcción del Partido es mucho más que estar respondiendo a quienes incapaces de mirarse en el espejo de su propia realidad y en el de la lucha de clases, sin sentirse avergonzados de su miserable existencia, se limitan a hacerlo en la estrecha pantalla de su iphone de última generación confundiendo su lista de contactos con la clase obrera y los comentarios de sus amigos con el Marxismo-Leninismo. No pude más que compartir su opinión y, a la vez, felicitarme por la sabia decisión que, tras la eclosión de la crisis fraccional que padecimos el pasado Abril, adoptamos de no entrar en la dinámica de acción/reacción con quienes pretendieron usurpar la legitimidad partidaria. No merecía la pena alimentar el motor de quienes sólo son capaces de nutrirlo con mentiras, líos de trilero y polémicas de charlatán y por eso, desde la primera denuncia pública de lo que ocurría, nuestra absoluta prioridad siempre fue la reorganización del Partido y el mantenimiento de su normal actividad.
La edición puntual del Unidad y Lucha, la realización de diversas campañas agitativas, la puesta en marcha de nuestra Juventud, la activación de la campaña para comprar una Sede para el CC, la realización de la Escuela Central de Formación, el accionar las medidas jurídicas contra la fracción, la conmemoración del Centenario de la Gran Revolución de Octubre con un acto central y decenas de actividades locales o la participación en múltiples eventos internacionales, son solo algunas de las más destacadas intervenciones que hemos hecho en estos poco más de seis meses y que culminarán con la realización de la III Conferencia de Organización en el mes de Febrero para dar carpetazo definitivo a este lamentable episodio de nuestra historia que nos ha tocado vivir y poner rumbo decidido hacia el fortalecimiento del Partido y su Juventud sobre la base de un reforzado trabajo de masas de la militancia comunista.
Ese es nuestro plan de trabajo, con él estamos comprometidos porque sabemos por experiencia que, a la vez que damos respuesta a la cambiante coyuntura de un capitalismo en profunda crisis estructural, su cumplimiento es la mejor garantía del avance del Partido.
Sin embargo hay circunstancias que merecen respuestas puntuales y claras; hechos que no pueden quedar sin respuesta porque no debe dejar de quedar por escrito - en negro sobre blanco y sin posibilidad de mal interpretarse- lo que es la opinión de quienes asistiendo perplejos a la más descarada farsa que se ha escenificado en el comunismo español durante las últimas décadas, vemos por las redes sociales como esta gente convoca para este próximo fin de semana un supuesto XI Congreso extraordinario del PCPE bajo el lema “por un país para la clase obrera”.
Es sorprendente pero a la vez es coherente. Sorprendente por hasta donde han llegado en su retroalimentada fantasía de reclamarse la mayoría del Partido sin posibilidad alguna de contrastarla con la realidad y coherente por la degradación intelectual y ética de quienes desde muchos meses antes del V Pleno del CC actuaban ya como una fracción en claro desprecio de la organicidad partidaria y de la confianza depositada en ellos por los que, con todo cinismo, aún llamaban camaradas sin que se les cayera la cara de la vergüenza.
Una lección para evaluar donde fallamos y reafirmar la necesidad de mantener siempre en guardia la necesaria vigilancia revolucionaria dentro del Partido, pero también para tratar de concluir algunos de los rasgos fundamentales de los protagonistas de esta tragedia que, si no fuera por el daño infringido a la más importante herramienta de la clase obrera que es su Partido Comunista, más merecería calificarse de pésimo sainete protagonizado por tartufos de la política.
Narcisismo grupal de quienes sabiéndose intrascendentes en el desarrollo práctico del desarrollo de la lucha de clases, solo son capaces de reivindicarse en la permanente adulación reciproca entre quienes forman el grupo dirigente y la sumisión de quienes permanecen bajo la influencia sectaria de ese mismo grupo de ungidos por sus propias fantasías y delirios tabernarios.
Esa es la principal característica de este grupo de petulantes recitadores de salmos que anulan el carácter científico del Marxismo-Leninismo y lo convierten en metafísica mucho más propia de una secta evangélica que de una organización revolucionaria. Ya nos avisó Engels que la pretensión de “reducir una concepción del mundo a un formulario mecánico , que da la impresión de meterse toda la Historia en el bolsillo” es un grave error, pero ahora que lo hemos visto tan de cerca, no nos cabe la menor duda que en esa práctica delirante de quienes, en su versión derechista o izquierdista, no solo se creen capaces de saberlo todo siempre, sino que se consideran poseedores de la verdad absoluta en todo momento, está uno de los principales males de las fuerzas revolucionarias y causa de muchos de nuestros fracasos.
Sin duda así es; cuando la ideología burguesa impregna con sus perniciosos humores nuestra organización, toca airear la casa y tirar la basura al contenedor. Nosotros y nosotras llegamos tarde y eso permitió que algunos de los miembros más débiles de ese organismo colectivo vivo que es un Partido Comunista, se vieran arrastradas por la mentira y las procaces promesas de un futuro de inmediatos éxitos políticos retribuidos con profusas liberaciones a quienes se creen valerlo por si mismos y al margen del esfuerzo colectivo de la militancia comunista que, con su trabajo constante y anónimo, construye Partido todos los días.
La constancia en mantenerse en lo que, a todas luces es una decadente y acelerada espiral hacia la nada y el más absoluto de los ostracismos políticos en cualquiera de los niveles que analicemos, solo puede interpretarse en esa clave sectaria fruto de quienes aun tras romper formalmente con el Partido y marcharse de él, han seguido constituidos como fracción y son incapaces de andar su propio camino. Se saben intrascendentes sin nuestro patrimonio político y necesitan prolongar la mentira porque, a la vez también, son incapaces de convertir en realidad el río de leche y miel que por doquier prometieron a jóvenes inexpertos a los que, con sus mentiras y prácticas sectarias, les han anulado la posibilidad de formarse como revolucionarios. Esa es su mayor falta, la que se deriva de su irresponsabilidad por actuar sin límites por tal de conseguir el objetivo que, al margen de cualquier órgano partidario, habían decidido en sus conciliábulos.
Desconocemos de qué hablarán en su reunión y, ciertamente, poco nos importa; solo esperamos que pronto la inevitable evidencia de la realidad acabe por deshacerlos y el cuento de la lechera en el que algunos de sus dirigentes más destacados llevan instalados desde hace muchos años, les estalle en la cara y les muestre como lo único que son: un grupo de conspiradores que sin la más mínima ética revolucionaria hace muchos años que dejaron de ser comunistas.
Julio Díaz
Secretario de Organización del CC del PCPE
Alacant, a 17 de Noviembre de 2017