Las y los comunistas no pararemos de repetirlo: el capitalismo no acepta reformas, es un sistema completo, con sus propias leyes y que aplasta todo aquello que no esté del lado de los intereses del grupo dominante (en la actualidad el gran capital monopolista). Como murciano, hay un asunto que ejemplifica perfectamente esta situación: la construcción de un muro de casi 10 kilómetros de largo y 5 metros de alto que, literalmente, divide en dos mitades todo el área metropolitana de la ciudad de Murcia para la construcción de un tren de Alta Velocidad a precios impopulares y que servirá para mover mercancias a un coste mucho menor del que resultaría de enviarlas por carretera. Fruto de esto, los barrios al sur del muro -habitados principalmente por familias trabajadoras y pequeños propietarios, aunque también alguna mediana empresa- se quedan marginados en beneficio de unas pocas grandes empresas.

La juventud se encuentra muy ligada al ámbito estudiantil, donde la herramienta fundamental de lucha que tenemos es el sindicalismo (al igual que nuestros padres y madres en sus puestos de trabajo). Las luchas por mejoras inmediatas en el entorno capitalista actual son necesarias, como en el caso de las luchas estudiantiles por tumbar la LOMCE; sin embargo, vemos que en muchas ocasiones esta lucha trasciende el propio ámbito en el que nos desenvolvemos. Como en el caso
educativo, el problema va más allá de que el gobierno de turno nos quiera imponer tal o cual modelo de enseñanza: el problema es la necesidad del sistema capitalista de poner la educación a su servicio, adaptándola a las nuevas situaciones que se le presentan.

Como vemos, en estos dos casos el problema va mucho más allá de lo que a priori pueda parecer.

Partir una ciudad en dos no es un capricho del Ministerio de Fomento, es una necesidad del capitalismo español para poder asegurar unas mejores ganancias. Al igual que convertir la educación en un negocio es una necesidad básica para adaptarse a las demandas de la UE, títere de los monopolios europeos. Por tanto, la lucha vecinal y la lucha estudiantil, pese a ser luchas por reivindicaciones en ámbitos diferenciados, comparten un denominador común, ambas combaten un mismo enemigo mayor de lo que sus propias herrramientas de lucha les permite combatir. Para obtener una victoria definitiva, deben embarcarse en una lucha política -entiéndase la lucha política como la disputa por el poder efectivo-. Lo que libran el estudiantado y el vecindario es una batalla contra los capitalistas y sus propios instrumentos de poder. Y es aquí donde el Partido Comunista de los Pueblos de España adquiere sentido. La clase obrera se encuentra dominada de diversas formas y todas ellas van vinculadas. Una victoria de los vecinos de Murcia o de la mujer por su liberación es una victoria de toda la clase trabajadora. Y es por eso que un partido comunista -como el PCPE en España- es el instrumento de lucha bajo el cual los trabajadores y trabajadoras del mundo se organizan para derrocar toda forma de dominación de una élite que solo mira por sus propias necesidades.

Julio

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