Hoy traemos a la columna “La Mujer Nueva” a Lyudmila Pavlichenko (1916-1974) la más conocida de las 2.000 mujeres francotiradoras que el Ejército Rojo tuvo entre sus filas durante la II Guerra Mundial, de las que solo sobrevivieron y pudieron ver la victoria soviética unas 500, entre ellas nuestra protagonista.

Lyudmila Pavlichenko nació en Ucrania en el seno de una familia humilde. Estudiaba historia en la Universidad de Kiev cuando estalló la guerra. Se apuntó al cuerpo de infantería inmediatamente donde sus superiores reconocieron enseguida sus habilidades en el manejo del rifle. Pronto fue una de las mejores francotiradoras de su división, combatiendo en el frente de Odesa y en el de Sebastopol. Al poco, es ascendida a Teniente. Alcanzó la cifra de 309 soldados alemanes abatidos, de los que 36 eran francotiradores. Uno de estos últimos relata en su cuaderno, encontrado por Lyudmila, cómo había abatido a 200 soldados soviéticos. En Junio de 1942 es herida por fuego de mortero, por lo que se ve obligada a dejar el frente.

Dada su condición de heroína, y al poco de recuperarse de sus heridas, recibe nuevas tareas dentro del Ejército, entre ellas la labor de propaganda política. De hecho, fue la primera persona soviética en ser recibida por un Presidente de los EEUU, en 1942. Realiza en aquellas fechas una gira por este país y Canadá para explicar su experiencia en el ejército y su papel como francotiradora. Habló en la Asamblea Internacional de Estudiantes, en el Congreso de Organizaciones Industriales y dio múltiples discursos y conferencias. Tuvo también que soportar absurdas y patriarcales preguntas de los periodistas norteamericanos más interesados en saber si se podía pintar las uñas en el frente de batalla que por su defensa de los ideales revolucionarios y antifascistas. Sobre esto último diría: “Ahora estoy considerada un poco como una curiosidad, un tema para los titulares de prensa, de anécdotas. En la Unión Soviética soy considerada como una ciudadana, como una luchadora, como un soldado de mi país”.

La historia vital de Lyudmila demuestra el avance que, en materia de derechos para la mujer, supuso en su tiempo la Unión Soviética frente a otros países llamados a sí mismos “avanzados”.

Finalizada la gira, regresa a la Unión Soviética donde, ascendida a Comandante, continua su labor en el Ejército Rojo, ahora en tareas de formación de francotiradores.

Finalizada la guerra siguió vinculada al Ejército hasta 1953 y retoma sus estudios universitarios convirtiéndose en historiadora. Recibió todo tipo de honores militares en la Unión Soviética y fue considerada una heroína de guerra, convirtiéndose en todo un ejemplo para la lucha por la emancipación de la mujer.

A.R.

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