Recientemente conocíamos la noticia del asesinato de más de una decena de trabajadores y trabajadoras de la educación en el distrito Nochixtlán del estado mexicano de Oaxaca. Al mismo tiempo, se informa de que hay numerosos desaparecidos y detenidos, todo ello en el marco de una dura represión contra las movilizaciones encabezadas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Las protestas forman parte de una movilización a nivel nacional que se lleva desarrollando desde el mes de mayo para exigir la paralización de la reforma educativa que quiere imponer el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Tal reforma pretende aplicar al sector del magisterio (más de 1,2 millones de trabajadores y trabajadoras de la enseñanza) las medidas incluidas en la reforma laboral aprobada por el denominado “Pacto por México”, en el que se integran partidos como el PAN o el PRD. En lo concreto, la reforma educativa incluye medidas como el despido inmediato de cerca del 30% de la plantilla, así como graves recortes en los sistemas de seguridad social, jubilaciones y pensiones, vacaciones, antigüedad, contratación colectiva y otros derechos y prestaciones.
La CNTE, que cuenta con unos 200.000 afiliados en México, ha encabezado las protestas y durante el mes de mayo lanzó varias movilizaciones en la propia Ciudad de México, con plantones que fueron disueltos por la policía, y que luego se localizaron más específicamente en los estados de Guerrero, Chiapas, Michoacán y Oaxaca, donde ya se habían producido fuertes movilizaciones populares con anterioridad.
La represión brutal del gobierno mexicano ha generado una fuerte ola de solidaridad, pero se enmarca en un ciclo más amplio de luchas de la clase obrera y el pueblo trabajador mexicano. Tal como señalan los camaradas del PCM, la táctica del gobierno priísta consiste en atacar separadamente a diferentes secciones de la clase obrera mexicana para evitar la posibilidad de su unión. En un reciente comunicado, los camaradas mexicanos señalaban: “Hoy son los trabajadores de la educación, pero en lo inmediato esta ofensiva del poder de los monopolios se dirigirá contra 1.600.000 trabajadores que conforman el sector público de la salud (IMSS, ISSSTE, SSA), contra los petroleros, contra los trabajadores de la administración pública, contra los electricistas, y en general contra el conjunto de la clase obrera, por lo que el triunfo o derrota de los trabajadores de la educación es crucial para todo el movimiento obrero y sindical, para toda el proletariado mexicano”.
De manera similar a como ocurre en otros países, el gobierno al servicio de los monopolios pretende liquidar los derechos de la clase obrera y el pueblo trabajador en el marco de la grave crisis en que está inmerso el capitalismo. De la misma forma, se desarrollan en tales momentos las fuerzas de la socialdemocracia, nueva y vieja, para tratar de reconducir el descontento popular hacia posiciones de negociación y consenso social que impida elevar el nivel político e ideológico de las luchas obreras y populares.
Como bien señala el PCM “en el desarrollo contemporáneo de la lucha de clases, en México se simplificó el conflicto social, pues hoy frente a frente se colocan la burguesía y el proletariado, el poder de los monopolios contra la clase obrera, y uno de sus sectores más combativos que son los trabajadores de la educación. Dos clases se enfrentan en la disputa por un futuro de desesperanza, incertidumbre, sobreexplotación, o uno de emancipación, libertad, bienestar, donde cese la explotación del hombre por el hombre”.
En México o en España, la unificación de las luchas, desde la perspectiva de la unidad de la clase para la derrota del poder de los monopolios, es una exigencia de la lucha de clases contemporánea.
Á.G.