Los Congresos del PCPE han puesto de manifiesto, en todas las ocasiones, la firmeza de la base militante que compone este Partido, y su extraordinaria capacidad para defender y dar continuidad al proyecto iniciado en enero de 1984 frente a cualquier eventualidad.
Proyecto que significó una enfrentamiento radical con la traición eurocomunista en España, y el inicio de una nueva etapa donde nuestro Partido mantuvo siempre –y a pesar de las duras dificultades- su rumbo, sin abandonar en ningún momento la firme defensa del marxismo-leninismo, que se materializa en la construcción de un Partido sustentado en las más rigurosas concepciones leninistas. Y ello ha sido siempre así, a pesar de que en los momentos iniciales no todo lo que llegó al proyecto lo hizo con esa firmeza y con esa honestidad política.
El X Congreso abordó los debates que se presentaron en el Plenario con una enorme claridad y una gran firmeza en la defensa y desarrollo de los posicionamientos que dan más fortaleza al PCPE, posiciones que le permiten enfrentar con solvencia las necesidades actuales de la lucha ideológica y, también, todo aquello que cuestiona las claves fundamentales del proyecto.
Fue todo un ejemplo –que mereció comentarios de reconocimiento por parte de alguna delegación internacional presente en el Congreso- la capacidad del Pleno para debatir las posiciones más confrontadas; sin por ello alterar el desarrollo normal del Congreso, que en todo momento asumió los resultados mayoritarios de las votaciones con disciplina consciente.
La concepción leninista del Partido
El desarrollo del X Congreso en estas condiciones fue posible, en lo fundamental, por nuestra práctica leninista –a lo largo de más de tres décadas-, en la construcción del PCPE; donde el funcionamiento regular de las células se constituye en la principal garantía de la elaboración colectiva de nuestras posiciones políticas.
Las células, funcionando en el día a día como la base fundamental para nuestra intervención política, y organizadas sobre la base del principio territorial-productivo, permiten un sistemático trabajo de masas que abre el camino a conseguir en la lucha política concreta la fusión del Partido con las masas.
Que toda la militancia del Partido asuma esta consigna de fusión del Partido con las masas, como un principio rector de su trabajo diario, es determinante para fortalecer al PCPE y para hacer avanzar sus posiciones políticas e ideológicas entre los sectores más avanzados de la clase obrera.
Por el contrario, el funcionamiento irregular de las células, la falta de continuidad en el trabajo político, la falta de análisis y planificación para la intervención en la realidad concreta, la ausencia de trabajo de masas, puede llevar a determinadas células a funcionar más como unas miniagrupaciones eurocomunistas que como células leninistas. En este caso se debilitan las prácticas leninistas que cohesionan al Partido, y el proyecto se sitúa ante la necesidad de defenderse ante las arbitrariedades y ante las actitudes más aventureras.
El leninismo y la firmeza del proyecto
El método del que nos dotamos para el desarrollo del debate congresual, en el cual las enmiendas aprobadas por las células llegaban directamente al Pleno del Congreso, facilitó un conocimiento detallado de todas las posiciones políticas e ideológicas que existen hoy en el PCPE. Esas enmiendas recibidas, constituyen un valioso material para analizar las opiniones y los debates que existen en el conjunto de la organización partidaria.
Ese método congresual, de clara inspiración leninista, es el que permitió que, ante determinados debates, el Pleno se posicionara de forma claramente mayoritaria y dejara en minoría toda posición que confrontaba con nuestro proyecto, o que sencillamente se alejaba de nuestras posiciones revolucionarias.
Ahora nuestro compromiso es el de trabajar, con la guía del centralismo democrático, aplicando las conclusiones aprobadas por el Congreso, y convirtiendo esas posiciones en un elemento que fortalecerá nuestro proyecto partidario como herramienta para la emancipación de la clase obrera.
Carmelo Suárez.