Destrucción, hambre, muerte, desesperación… Esa es la realidad a la que se enfrentan día a día millones de personas que han visto como el imperialismo en su fase más sangrante y despiadada, con guerras declaradas o con guerras silentes, destruye sus hogares y les priva del acceso a recursos básicos arrastrándoles a situaciones tan angustiosas e insoportables que obligan a tomar una de las decisiones más duras y difíciles de su vida, huir. Huir a uno de esos polos imperialistas que protagonizan y lideran los ataques que se desarrollan en sus países.

 

Comienza entonces el viaje a Europa, un viaje por la supervivencia, dejando atrás absolutamente todo, un viaje hacia lo desconocido, un viaje suicida en muchas ocasiones, un viaje de gritos de desesperación para sus protagonistas y un viaje que se vuelve aún más atroz si la pasajera es una mujer.

Por primera vez desde el comienzo de la crisis de los refugiados y migrantes, las mujeres y menores superan en número a los hombres adultos. Si hasta hace poco el 70% de quienes llegaban hasta los muros de cuchillas de la Europa Schengen eran hombres, ahora las mujeres y los y las niños y niñas representan cerca del 60%. Lo que ha hecho evidenciar las aberraciones que se están llevando a cabo en sus lugares de origen, las violencias cotidianas de esas mujeres y niñas que encuentran en esa emigración forzada su única salida. Arriesgándolo todo, en último extremo sus vidas, pero también exponiéndose durante el periplo que las acerca a “ nuestra dorada fortaleza” a violaciones y múltiples atentados a su integridad física y moral en un desesperado intentar de sobrevivir a la guerra imperialista que señorea su ala negra y que prepara el asalto a recursos estratégicos del planeta.

Mujeres y niñas que ya en el peregrinaje caracterizado por campamentos, embarcaciones suicidas y los muros fronterizos, se enfrentan a dificultades añadidas por cuestión de su género. Convertidas en muchas ocasiones en moneda de cambio, el acoso, las violaciones y agresiones de todo tipo pasan a ser sus compañeros de viaje.

Muchas son las ocasiones en las que ante situaciones desesperadas son explotadas sexualmente para conseguir un pasaje al maravilloso mundo occidental, pagando con sexo el billete a lo desconocido. Violaciones y acosos en sus países de origen, en las fronteras, en los inhumanos campamentos de hacinamiento y que desde luego no concluyen con la llegada a los países europeos. Y obviamente, todas estas agresiones que ya son algo de por sí, simplemente abominable, no se quedan ahí, sino que muchas veces van seguidas de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, o incluso la muerte.

¡Ah! Pero yo estoy tranquila, porque las ONGs del mundo, e instituciones tan preocupadas por la situación como el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Comisión de Mujeres Refugiadas expresan preocupación por esta situación y exigen campos de refugiados y refugiadas separados por sexos. ¡Menos mal! Una vez las separen de sus compañeros todos esos ataques a su integridad física y moral desaparecerán, como si sólo estuvieran protagonizados por unos salvajes compañeros de viaje. ¿Para qué exigir el alto al fuego? ¿Para qué exigir la finalización de los ataques del imperialismo a través de sus mercenarios, viejos y nuevos, o a través de su instrumento legitimado como es la OTAN? ¿Para qué denunciar y desenmascarar al capitalismo genocida y a sus instrumentos militares y políticos? Hacinemos en campos de concentración, que ahora se llaman campamentos, pero bien separaditos por sexos y queden tranquilas las blancas conciencias. Miremos para otro lado y así siempre nos quedará el “yo no sabía”.

Esta no es una situación aislada que se solucione con una simple restructuración de los odiosos campamentos de tortura y exterminio, esto es un reflejo más de cómo el capitalismo unido al ideal patriarcal son efectivamente una alianza feminicida y que coloca como eje central de reivindicación la exigencia del inmediato final de las guerras imperialistas que se cobran millones de vidas, regando el planeta de exterminio y que usa como arma de guerra la violencia hacia mujeres y niñas. Y mañana nadie podrá decir que no lo sabía.

Alba AK Molina

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