La convergencia electoral entre Izquierda Unida y Podemos, autodenominadas “fuerzas del cambio”, se ha cobrado ya una pieza de extraordinario valor en el movimiento popular de nuestro país: la lucha contra la OTAN.

Los tiempos de suma excepcionalidad que vivimos son el pretexto para realizar concesiones en el terreno de los principios, en lo que suponen, de facto, capitulaciones políticas de una trascendencia incuestionable. ¿Cómo hemos llegado hasta este punto?

La posición de Izquierda Unida y Podemos, pese a contar con ciertos matices que las diferencian, parecería encontrar un punto en común. La propuesta de Podemos a este respecto hasta el momento ha sido, según el punto 327 de su programa1, “una mayor autonomía de España y Europa en la OTAN”, en lo inmediato a través de la profundización de la Política Común de Seguridad y Defensa del proyecto imperialista europeo, contemplando, además, la construcción de una “arquitectura de seguridad paneuropea” con participación rusa. Izquierda Unida, por su parte, siempre ha hecho gala de una posición más abiertamente crítica con la Alianza Atlántica, como puede verse en su programa2. Nada parecería indicar que pudieran existir diferencias de tal calado entre ambas fuerzas como para impedir, al menos, una rotunda negativa a la permanencia de las bases e instalaciones de la OTAN3 en suelo español, a la participación de nuestros soldados en las misiones y maniobras llevadas a cabo por la Alianza Atlántica4, o a las contribuciones de España al fondo común de esta, a los que nuestro país aportará hasta 2018 cerca del 6%5 de su montante total.

¡Es de sentido común!, exclamarán los biempensantes que, entusiasmados por las expectativas generadas en el ascenso electoral de estas fuerzas políticas, considerarán tal reivindicación una obviedad, un hecho indiscutible, un planteamiento con tan fuerte raigambre entre las organizaciones del campo popular, entre sus militantes y dirigentes, que no puede ser ignorada. Sin embargo, en esta nueva ocasión, el tan prostituido sentido común vuelve a ser el menos común de los sentidos. Y es que en el documento “Cambiar España: 50 pasos para gobernar juntos”6, que recoge las cinco decenas de medidas consensuadas entre ambas fuerzas políticas para, según estas, responder “a los grandes problemas de nuestra sociedad en el corto y en el mediano plazo”, no existe referencia alguna a la Alianza Atlántica.

Es posible que, ante esta verdad incontrovertible, los más crédulos puedan intentar justificar tal ausencia de formas imposibles. Al fin y al cabo, qué mejor que el General José Julio Rodríguez, un “militar progresista” para poner en marcha tales reivindicaciones. No en vano el ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa cuenta con un conocimiento profundo del funcionamiento de la OTAN: así lo pone de manifiesto el cable remitido por la embajada estadounidense a Washington con ocasión de la renovación de la cúpula militar española, llevada a cabo por la ministra socialista Chacón en 2008, en el que, entre elogios a su labor como Director Nacional de Armamento español en el seno de la Alianza Atlántica, se le considera “un pro-Estados Unidos, un firme partidario de la actuación conjunta”7. El eco de tan amables palabras pueda escucharse todavía hoy, casi imperceptible, de los labios de Julio José Rodríguez cuando, ante el revuelo mediático causado por el inicio de su carrera política, tranquiliza al respetable aclarando que todo acuerdo con la OTAN seguirá siendo respetado8. No cabe duda de que, en las Fuerzas Armadas de nuestro país, han existido y existen militares verdaderamente progresistas, la mayoría de los cuales estuvieron dispuestos a cometer tal osadía pagando el alto precio de ver truncadas sus carreras a manos de mandos abiertamente reaccionarios; tampoco nadie debe de dudar de que Julio José Rodríguez no es uno de estos bravos hombres y mujeres.

Reivindicar el fortalecimiento de las organizaciones militares del imperialismo, en los términos dictados por los grandes grupos oligárquicos europeos, es un acto propio de canallas; hacerlo, tratando de otorgarle otra orientación que no sea esta, es una entelequia irresoluble. Sin embargo, el transformismo político encarnado en la nueva fórmula “Unidos podemos” parece no proponer ni lo uno ni lo otro, pero realmente adopta un camino en abierto antagonismo respecto a los intereses de nuestro pueblo. ¿Estarán dispuestos a acompañarles aquellos hombres y mujeres honrados que han dedicado parte de sus vidas a la lucha por la paz? ¿Cuándo se darán cuenta de que, jugando con trileros, la banca siempre sale ganando?


1 http://unpaiscontigo.es/programa/
2 http://www.izquierda-unida.es/sites/default/files/doc/Programa_Completo_IU_Elecciones_Generales_20D_2015.pdf
3 http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/PoliticaExteriorCooperacion/ProyeccionAtlantica/Paginas/EspLaOTAN.aspx
4 http://www.exteriores.gob.es/RepresentacionesPermanentes/OTAN/es/quees2/Paginas/EspañaOTAN.aspx
5 http://www.nato.int/cps/en/natohq/topics_67655.htm
6 http://podemos.info/wp-content/uploads/2016/05/acuerdo26J.pdf
7 https://wikileaks.org/plusd/cables/08MADRID790_a.html
8 http://politica.elpais.com/politica/2015/11/04/actualidad/1446670081_674637.html
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