Comencé a militar con 17 años en el PCE, reconstruyendo la UJCE de mi ciudad y llegué a ser Secretario político de la agrupación con 24 años, no tanto por méritos, sino por omisión de sus militantes más veteranos que estaban más ocupados en Izquierda Unida.

Recuerdo mi primer Congreso del PCE, el XIV; los documentos recogían una tesis que decía El PCE de Izquierda Unida. El colectivo de la UJCE al que pertenecía presentó una enmienda que lo sustituía por El PCE en IU. No sólo era un juego de palabras sino, más bien, toda una concepción del Partido. Dirigentes de Nueva Izquierda, quienes ocupaban la dirección regional del Partido, arremetían contra nuestra posición que reivindicaba la plena actuación del PCE, a los que se unían los enviados del "Central" de Anguita, continuador de la liquidación del Partido.

Mi lucha por la recuperación del leninismo en el PCE se estrelló cuando, en el año 2000, Frutos —por IU— y Almunia —por el PSOE— pactan para un futuro Gobierno de "Izquierda"

Desde ese año, y siete más, deambulé en organizaciones de masas sin la dirección del Partido, hasta mi incorporación al PCPE.

Durante mis años de militancia he conocido desde lo más honesto hasta lo más miserable. Muchos nos reencontramos en el PCPE; a otros, después de haber pasado años en la UJCE-PCE, les he visto de diputados y dirigentes de Podemos; y otra parte sigue militando en el PCE-IU o ahora UP, militantes honestos desnaturalizados por la propia dirección de su Partido, lanzados a una lucha institucionalizada y electoral y a estar escondidos en el armario. O, lo que es peor, solo a reunir al PCE para disputas internas por puestos institucionales.

Hace meses me encontré con un militante del PCE, de los que nos seguimos llamando recíprocamente camarada, fue antes de las elecciones del 20 de diciembre. Con un estado de ánimo bajo, me reveló que la dirección del PCE iba a la liquidación.

Tras el 20-D, con su casi desaparición en el Congreso de Diputados, la nomenclatura del aparato del PCE les ha llevado a repetir el momento histórico de aceptación de la monarquía y su bandera de 1977, con una nueva versión del pacto con Podemos. Los pitufos gruñones, los de la mochila y los cenizos se unen a los transversales, los del centro del tablero, los militares de la OTAN y, si hace falta, hasta del Mono Amedio.

Unos, al estilo Echenique, se lanzan a marchitar el comunismo como ideología del pasado; otros, al estilo Garzón, hablan de comunismo, pero sin la Unión Soviética.

Al igual que en los noventa, el PCE era el de IU; ahora, veinte años después, será el PCE de Podemos. Unos, seguirán en la lucha por recuperar el leninismo en el PCE, aunque sea nominativo; otros, se irán para sus casas defraudados ante la imposibilidad de seguir aguantando tanta deriva ideológica. Espero que otros muchos fortalezcan las filas del Partido bolchevique, el PCPE.

Un veterano camarada griego del KKE me señaló que los y las comunistas no deben pensar con el corazón y sí pensar con la cabeza. Lamentablemente, los comunistas honestos del PCE siguen pensando con el corazón.

Carlos Arribas

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