La clase obrera francesa contra la socialdemocracia

En la escuela de periodismo solían decir que el título de un artículo surge cuando está terminado. Como el fruto maduro que cae de un árbol. Sin embargo, a mí, casi siempre, es el titular el que me inspira el texto que escribo. Su sustancia aparece poco a poco, como cuando tiramos del hilo de una madeja. Todo esto para decir que así construyo este a contracorriente sobre Francia y España.

Dos países, dos historias, dos culturas y dos maneras de combatir reformas injustas que sus respectivas burguesías quieren imponer a la clase obrera. En definitiva, dos estados capitalistas en los que la lucha de clases sigue siendo, como afirmaba Carlos Marx, el motor de la historia.

Desde hace más de tres meses las y los trabajadores franceses, los y las estudiantes y las y los jóvenes combaten en sus lugares de trabajo, en la Universidad y en la calle la reforma laboral llamada “Ley Trabajo”, también conocida como “Ley El Khomri”, por el nombre de la ministra francesa que la impulsa. Esta decisión del Gobierno socialdemócrata de Manuel Valls y del presidente François Hollande, a menos de un año de las elecciones presidenciales, y con unas perspectivas electorales muy sombrías para el actual jefe de Estado —en caso de presentarse de nuevo a la presidencia—, tiene como objetivo fundamental acabar con derechos sociales y laborales adquiridos en tiempos del Frente Popular en 1936, y mejorados tras muchos años de luchas obreras. Una “excepcionalidad francesa” que se caracteriza, principalmente en el ámbito laboral, por las 35 horas de trabajo semanales, por un Código del Trabajo (el Estatuto de los Trabajadores) que privilegia los acuerdos colectivos y sectoriales, y por unos tribunales, les Conseils des Prud’hommes, que permiten resolver conflictos laborares a través de una institución electiva y paritaria (trabajadores-patronos). Sin embargo, no lo van a tener fácil estos esbirros del capital. Como en años anteriores contra el Tratado de Maastricht, la Constitución Europea o el Contrato Primer Empleo, las fuerzas vivas galas, en unas condiciones hoy muy difíciles, con un estado de excepción más vigente que nunca y con policías hasta en el cielo de la boca, parecen dispuestas a librar una dura batalla contra esta ley inicua. Una especie de “ley del embudo” que pretende aplicar lo estrecho para los currantes y lo ancho para los empresarios y capitalistas.

Depende de ti.

Y mientras, en Francia, el pueblo resiste al saqueo que su oligarquía quiere imponerle, sabedor de que —de conseguirlo— supondría un retroceso histórico para los y las trabajadoras; en España, país donde el miedo y la resignación son señas de identidad, y donde disfrutamos ya de los encantos de la flexibilidad laboral, el empleo basura y los salarios de miseria, los mismos perros con distintos collares nos prometen ahora asaltar el cielo sin tan siquiera movernos de la mesa camilla. Solo depositando el voto en el sobre adecuado en las próximas Elecciones legislativas. Y muchos y muchas lo creen a pies juntillas. Pero nosotros, conscientes de que los burros no vuelan, sabemos también que el capitalismo, causa de todos nuestros males, no cederá sus privilegios tan solo porque su opción política más directa pierda las Elecciones, como lo constató Salvador Allende en Chile, en 1973, y como ahora lo está comprobando amargamente el presidente Nicolás Maduro en Venezuela. Por eso nuestra postura política es inquebrantable: al capitalismo y a toda su terrible secuela de desgracias (paro, miseria, corrupción, recortes, injusticias y desigualdades sociales, etc.) solo se les vencerá —y no nos cansaremos de repetirlo— organizándose revolucionariamente en el Partido Comunista, lo demás es mear para arriba. ¿Y si el 26-J el electorado comprendiera esto y el PCPE diera el campanazo?

Solo depende de ti.

José L. Quirante

 

 

 

 

 

 

 



 

 

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